lunes, 28 de noviembre de 2011

"CUANDO CREÍ QUE TE PERDÍA", Mayte Dalianegra


Ayer, cuando creí que te perdía,
pensé que con tu amistad también se iba
la melodía de esa voz atemperada,
afinada por melancolías y nostalgias pretéritas,
de esa voz escuchada en la reverberación de un poema
que arroba el instinto con el arrullo de su eco.

Pensé también que tu imagen,
esa que bosquejan las cuatro fotografías
—y digo cuatro con la exactitud de un docto Kepler—
que con celo guardo en el baúl de mis tesoros,
pasaría a ser un recuerdo somero y difuso.

Y creí que, junto con tu amistad, también perdía
—en mi infinita habilidad por malograr
aquello conseguido con ahínco—
la grata compañía que me brindas,
esa que hace florecer las rosas en mis balcones,
aun cuando caigan los copos del invierno.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Gather ye rosebuds while ye may" (" Junta capullos de rosa mientras puedas"), 1908, John William Waterhouse
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"LO INACABABLE", Alfonsina Storni.

No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores...
El tronco seco dará nuevas hojas.

Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.

Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.

Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.

Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!

Alfonsina Storni.

Pintura de Sanchis Cortés.

viernes, 25 de noviembre de 2011

"TE ESPERO AQUÍ", Mayte Dalianegra


Te espero aquí,
frente a las aristas de mi mesa,
mordaces en el absoluto mutismo
que atestigua esta soledad
nunca vencida por el sueño.

Te espero silente como ellas,
impertérrita también,
con los labios cosidos
para no permitir la inoportuna
evasión de un suspiro.

Pasan los minutos, las horas,
puede que los días,
y aquí sigo, enmarañada de telarañas,
esperando que una luz verdosa
me ilumine la cara,
que me devuelva la sonrisa
perdida en esta demora de tiempo y de silencio.

Y aquí sigo, todavía,
esperándote, siempre esperándote,
apurando mis ansias
en la tinta de un poema
que tus ojos obviarán,
disimulando, fingiendo que nada acontece,
mintiéndote, mintiéndome,
sepultando bajo el légamo de la conciencia
el inclemente y tempestuoso
río que me fluye dentro.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Automat” (Autómata), 1927, Edward Hopper, Des Moines Art Center, Des Moines, Iowa, USA.
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jueves, 24 de noviembre de 2011

"I'M A MAN", Vinila von Bismark & The Lucky Dados.

La Dj y show woman Vinila von Bismark, protagoniza, junto con Olga Blanco, (que interpreta el rol masculino), este cortometraje dirigido por Gustavo López, , para revivir un tema clásico de rock & roll, en voz de los Lucky Dados, con los que Vinila ha grabado, en el 2010, el álbum "The secret carnival", que incluye otros temas de corte cincuentero y rockabilly.

"HELENA", Paul Valéry.

¡Azul! Soy yo. Regreso de lúgubres canteras
a ver el mar lanzando sus escalas sonoras,
y al filo de los remos de oro, en las auroras,
zarpando de su rada nocturna las galeras.

Mis manos solitarias invocan los monarcas
-yo hundía entre su barba de sal mis dedos puros-.
Llorando he visto, al eco de sus himnos oscuros,
huir los golfos ante la popa de sus barcas.

Oigo las caracolas hondas, los helicones
marciales en las rítmicas alas de los timones;
claros cantos remeros encadenan rugidos.

Y en las heroicas proas, los dioses exaltados,
con sus plácidos rostros de la espuma azotados,
me tienden indulgentes sus brazos esculpidos.

Paul Valéry.

(Versión de Carlos López Narváez).

Pintura: "Helena de Troya", (1898), Evelyn de Morgan.

viernes, 18 de noviembre de 2011

"Y NO DEBERÍAMOS TEMER", Mayte Dalianegra


No deberíamos temer
el acoso de las hordas enemigas,
ni aun cuando el bosque de Birnam,
camuflado de ramajes,
camine hacia nuestro encuentro.

No deberíamos temer el hostil acero
que los adversarios de lo empírico
esgriman contra nuestras
carnes mortales,
pues hierve en nuestras venas
el antídoto que se opone a tan fecundo miedo,
engendrado en la magia, la superstición
y la hechicería.

Y no deberíamos temer
sino al otro,
al extraño,
al embozado que no muestra su rostro
por temor a ser reconocido,
a sufrir represalia alguna
por ser,
simplemente, él mismo.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Macbeth y Banquo encontrándose con  las brujas en el brezal", 1855, Théodore Chassérieau

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"ESBOZO DE UNA SERPIENTE", Paul Valéry.

A Henry Ghéon.

Sobre aquel árbol la brisa acuna
A la víbora que yo vestí;
Una sonrisa le horada el diente
Y nos aclara sus apetitos
En el Jardín donde arriesga y ronda,
Y en el triángulo mío de esmeralda
Saca su lengua de doble filo…
Bestia soy, pero bestia aguda
De quien el veneno, aunque vil,
Domina al de la cauta cicuta.

Cuán suave aquel tiempo de placer!
Temblad mortales! Yo soy muy fuerte
Cuando consigo con mi descaro,
¡En un bostezo quebrar la fuerza!
El esplendor del Cielo perfila
Este blasón de sierpe que oculta
Bajo su animal simplicidad;
¡Venid a mí, raza atolondrada!
¡Estoy de pie, atenta y proterva,
Semejante a la necesidad!

¡Sol, Sol!… ¡Mentira resplandeciente!
Tú, Sol que a la muerte la enmascaras
Bajo el azul y oro de una tienda
do celebran consejo las flores
Por entre impenetrables placeres,
¡Tú, el más fiero de mis cómplices
Yde mis trampas, la más aguda,
Protege a los corazones para
Que nunca sepan que el Universo
Es un defecto, allí en la pureza
Del No-Ser!

Gran Sol que haces retiñir la alarma
Para el ser y le compañas fuegos,
Tú, que entre los sueños lo encarcelas
Y muy tramposamente le pintas,
Campiñas, oh hacedor de fantasmas
Felices que propenden los ojos
A la presencia oscura del alma,
Siempre me ha gustado la mentira
Que tú expandes en el absoluto,
¡Oh rey de las sombras vuelto lumbre!

Vierte sobre mí tu calor basto
Donde surge mi pereza gélida
Y desvaría algún mal que le es
Propio a mi naturaleza rea…
Lugar feliz donde vive la carne,
Donde escoger y acoplarse es grato,
Donde mi furor se vuelve maduro,
Y lo recorro entre mis circuitos
Donde mi meditación murmura.

¡Oh Vanidad, Causa Primera!
Aquella que reina en los Cielos,
Y que hizo a la luz que nos abra
Al Universo espacioso exhausto
De su propio espectáculo purísimo.
Dios mismo nos ha roto el obstáculo
De su Perfecta Eternidad;
El se nos volvió Quien nos disipa
En consecuencias a su Principio,
En estrellas su Unidad.

¡Cielos, su error! ¡Tiempo, su ruina!
Y el abismo animal, boquiabierto…
¡Qué caída en el origen, una
Centella en el lugar de la nada!…
Pero en el primer vocablo en su Verbo:
YO… El más soberbio de los astros
Dicho por el loco creador,
¡Yo soy… Yo seré… Yo os ilumino
La disminución divina
De todo el fuego del Seductor!

Paul Valéry.

(Versión de Guillermo Trejo).

Pintura: Retrato de Simonetta Vespucci, (1480), Piero di Cosimo, Musée Condé, Chantilly.

martes, 15 de noviembre de 2011

"HOY NO VENDRÁS", Mayte Dalianegra


Hoy no vendrás a este ágape
de alimentos fríos e insípidos.
La cena ya no recibirá nunca
el calor del fogón,
y el oropel de su refulgente vajilla
se oxidará, junto con los restos de las viandas,
en el polvoriento mantel del olvido.

Ahora sé que no es oportuno
confiar en quien en una no confía,
que hay que temer a quien a una,
sin razón alguna teme,
y que abrirse como un loto
mostrando la perla del interior,
es exponerse a recibir el desamparo,
cuando no, la traición.
Al fin aprendo, la vida es la gran Maestra.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "El banquete de Tereo", Peter Paul Rubens, Museo del Prado, Madrid

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lunes, 14 de noviembre de 2011

"UNA TARDE ADORNADA DE PALOMAS SUBLIMES", Paul Valéry.


Una tarde adornada de palomas sublimes
la doncella suavemente se peina al sol.
Roza en la onda al nenúfar con su pie de arrebol
y entibia sus dos manos errantes y morosas
tendiendo hacia el ocaso sus transparentes rosas.
Una onda inocente recorre en emoción
su piel: es que una flauta toca un absurdo son.
El músico, que tiene dientes de pedrería,
lanza una fútil brisa de sombra y fantasía
con el oculto beso que arriesga entre las flores.
Fría, ante el dulce juego de llantos y de amores,
ni haciéndose divina con una frase sola
de rosa, la belleza, gracias a su aureola,
en suelta cabellera de mirra perfumada
mira, con ojo augusto entre la crencha dorada
la luz que antes pasó entre sus manos abiertas.
Sobre su espalda húmeda cae una hoja muerta.
De la flauta, hasta el agua, cae una gota suave
y el pie puro se asusta como una bella ave
ebria de sombra...

Paul Valéry.

(Versión de Edmundo Bianchi).

Pintura: "The bridesmaid", ("La dama de honor"), 1851, John Everett Millais.

jueves, 10 de noviembre de 2011

"NO ME HARÁS SUFRIR", Mayte Dalianegra


No me harás sufrir porque no te vea,
pues eso no me hará dudar de tu existencia,
tampoco veo los átomos
y sé que están ahí,
con sus electrones girando locamente
en torno a un apático núcleo,
ignorante de su presencia y de su arrojo.

No me harás sufrir porque no sienta la calidez de tu piel
o el sabor afrutado de tu boca,
pues imagino la tibia seda que te cubre,
y las cítricas partículas que navegan por tu saliva,
y las imagino zarpando hasta mi orilla,
colmando de limones y de mangos,
de naranjas de la China y de concupiscentes papayas,
la húmeda oquedad que se abre tras mis labios 
de orquídea salvaje.

No me harás sufrir mientras el cielo
se conserve por encima de las nubes,
y estas, los cirros, los nimbos y también los cúmulos,
no viertan el caudal gaseoso que atesoran
en cascadas voluptuosas y sonoras,
y sean gotas de lluvia, afiladas y menudas,
las que salpiquen los vitrales que nos cobijan.

No me harás sufrir mientras tu corazón
se engarce con el mío en sístoles y diástoles silenciosas,
pues nada enturbiará mi felicidad contigo,
esta secreta felicidad que ahora vivo. 

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “La atención”, Federico Andreotti (1847 -1930)

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"EL BOSQUE AMIGO", Paul Valéry.

En las sendas pensamos cosas puras,
uno al lado del otro, fugitivos,
cogidos de la mano, y pensativos
en medio de las flores más oscuras.

Íbamos solos, como enamorados,
entre la verde noche del sendero,
compartiendo el fugaz fruto hechicero
del astro que aman los enajenados.

Después, muy lejos, en la sombra densa
de aquel íntimo bosque rumoroso,
morimos -¡solos!- sobre el césped blando.

Y arriba, en medio de la luz inmensa,
¡oh, amigo del silencio más hermoso,
nos encontramos otra vez, llorando!

Paul Valéry.

(Versión de Andrés Holguín).

Pintura: "A naiad", ("Una náyade acercándose a Hilas"), 1893, John William Waterhouse.

Mis poetas favoritos: PAUL VALÉRY.

Paul Valéry, (Paul Ambroise Valéry, Sète, 1871-París, 1945). Escritor francés. Su obra poética, que prolonga la tradición de Mallarmé, está considerada como una de las más importantes de la poesía francesa del siglo XX. Su obra ensayística es la de un hombre escéptico y tolerante, que despreciaba las ideas irracionales y la inspiración poética, y creía en la superioridad moral y práctica del trabajo, la conciencia y la razón.

Estudió derecho en Montpellier, donde también publicó sus primeras poesías: «Sueño», en la Revue maritime (1889); «Elevación de la luna», en Le Courier libre (1889); «La marcha imperial», en La Revue indépendante, y «Narciso habla», en La Conque (1891). Su amistad con Pierre Louïs le abrió las puertas del París literario, donde conoció a André Gide y a Stéphane Mallarmé (1891), a quien le uniría una gran amistad. Su amor no correspondido por una tal Madame Rovira precipitó una crisis, que le llevó, en 1892, a renunciar a la poesía y a consagrarse al culto exclusivo de la razón y la inteligencia.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

"UNA CIERTA FELICIDAD", Mayte Dalianegra


Una cierta felicidad
milita bajo esa cúpula celeste
que tremola con el gélido soplido de Bóreas.

Tal vez sea una ínfima dosis de felicidad,
algo imperceptible,
como el aliento sosegado
y perfumado de montaraces hierbas
del fauno que sestea al abrigo de un sol de otoño.

Quizás una felicidad compartida
en los segundos que preceden
al crepúsculo,
quizá rememorada con deleite
en los que escoltan al orto solar.

Posiblemente solo haya de ser eso:
una íntima y pequeña cuota de felicidad.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Fauno y bacante", Dióscoro Puebla (1832-1901). Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,  Madrid

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lunes, 7 de noviembre de 2011

"HAY UN SALAR EN MI PECHO", Mayte Dalianegra


Hay un salar en mi pecho, mar de amargura y de muerte,
que crece cuando mis ojos no te hallan en la albura
y mengua si oigo palabras 
escanciadas por tu lengua.

Hay una llaga en mi pecho doliente como la vida,
a la suerte abandonada del que al morir 
nada pierde,
porque en vivir nada tiene.

Sirve de nido a los pájaros que trinan en mi agonía,
gorjean y, en su salmodia, se eleva una plegaria
que ningún oído atiende.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura de Ángel Ramiro Sánchez

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sábado, 5 de noviembre de 2011

"VOY A ESCRIBIR UN LIBRO", Luis Alberto de Cuenca

Voy a escribir un libro que hable de las (poquísimas)
mujeres de mi vida. De mi primera novia,
me enseñó el amor y las puertas secretas
del cielo y del infierno; de Isabel, que se fue
al país de los sueños con el pequeño Nemo,
porque aquí lo pasaba fatal; de Margarita,
recordando unos jeans blancos y unos lunares
estratégicamente dispuestos; de Ginebra,
que le dejó a Lanzarote plantado por mi culpa
y fundó una familia respetable a mi costa;
de Susana, que sigue tan guapa como entonces;
de Macarena, un dulce que me amargó la vida
dos veranos enteros; de Carmen, que era bruja
y veía el futuro con ojos de muchacho;
de la red que guardaba los cabellos de Paula
cuando me enamoré de su melancolía;
de Arancha, de Paloma, de Marta y de Teresa;
de sus besos, que izaron la bandera del triunfo
sobre la negra muerte, y también de su helado
desdén, que recluyó tantas veces mi espíritu
en la triste mazmorra de la desesperanza.
Voy a escribir un libro que hable de las mujeres
que han escrito mi vida.

 (Luis Alberto de Cuenca)

Pintura: "Tumultuous" (Tumultuoso), 1968, Paul  Delvaux

"EL OLVIDO", Luis Alberto de Cuenca


La olvidé. Por completo. Para siempre
(o eso creía entonces). Me cruzaba
con ella por la calle y no era ella
quien se paraba ante un escaparate
de ropa deportiva, no era ella
quien compraba el periódico en un quiosco
y se perdía entre la muchedumbre.
Como si hubiera muerto. No era ella.
Su nombre era el de todas las mujeres.

(Luis Alberto de Cuenca)

Pintura de Alberto Abate

"SONETO DEL AMOR OSCURO", Luis Alberto de Cuenca

La otra noche, después de la movida,
en la mesa de siempre me encontraste
y, sin mediar palabra, me quitaste
no sé si la cartera o si la vida.
Recuerdo la emoción de tu venida
y, luego, nada más. ¡Dulce contraste,
recordar el amor que me dejaste
y olvidar el tamaño de la herida!
Muerto o vivo, si quieres más dinero,
date una vuelta por la lencería
y salpica tu piel de seda oscura.
Que voy a regalarte el mundo entero
si me asaltas de negro, vida mía,
y me invaden tu noche y tu locura.

(Luis Alberto de Cuenca)

Pintura de Jack Vettriano

"LA MENTIROSA", Luis Alberto de Cuenca

Tienes hora para ir al ginecólogo,
te duele la cabeza, te ha sentado
algo mal o preparas un examen,
es el santo de Marta, los gemelos
se aburren sin salir o Macarena
te ha invitado a bañarte en su piscina...
¡Qué mal mientes, amor! Si no te gusto,
dímelo. Pensaré en un buen suicidio.
Pero si quieres verme, y tus excusas
no son más que un vulgar afrodisíaco
para que se mantenga mi deseo,
invéntate otros juegos, vida mía,
que el premio del engaño es el olvido.

 (Luis Alberto de Cuenca)

Pintura de Andrzej Malinowski

"NOCTURNO", Luis Alberto de Cuenca

Apagaste las luces y encendiste la noche.
Cerraste las ventanas y abriste tu vestido.
Olía a flor mojada. Desde un país sin límites
me miraban tus ojos en la sombra infinita.

¿Y a qué olían tus ojos? ¿Qué perfume de oro
y de agua limpia y pura brotaba de tus párpados?
¿Que invisible temblor de cristales de fuego
agitaba la seda lunar de tus pupilas?

Recamaste la almohada con hilos de azabache.
Tejiste sobre el sueño un velo de blancura.
Eras la rosa pálida tiñéndose de rojo,
la rosa del veneno que devuelve la vida.

La blusa, el abanico, una pluma violeta,
el broche con la perla y el diamante en el pecho.
Todo abierto y en paz, transparente y oscuro,
sin dolor, navegando rumbo a tus manos frías.

(Luis Alberto de Cuenca)

Pintura de Cohen Fusé

Mis poetas favoritos: LUIS ALBERTO DE CUENCA

Luis Alberto de Cuenca nació en Madrid el 29 de diciembre de 1950. Interrumpió los estudios de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid para licenciarse en Filología Clásica. Es doctor en Filología Clásica y Profesor de Investigación del C.S.I.C., ha sido Director de dicho Instituto y de la Biblioteca Nacional. Hasta 2004 fue Secretario de Estado de Cultura.

Casado en terceras nupcias con Alicia Mariño desde 2000, tiene dos hijos: Álvaro (1976) e Inés (1989).

Como traductor y especialista en cultura clásica ha publicado, entre otros, Floresta española de varia caballería (1975), Necesidad del mito (1976), Himnos y epigramas de Calímaco (1980), Antología de la poesía latina (1981), El héroe y sus máscaras (1991), Bazar (1995), o Álbum de lecturas (1996). En 1989 obtuvo el Premio Nacional de Traducción por su versión del poema latino medieval Cantar de Valtario.

Su obra poética se inicia en 1971 con Los retratos y prosigue con Elsinore (Madrid, Azur, 1972), Scholia (Barcelona, Antoni Bosch, 1978) y Necrofilia (Madrid, Cuadernillos de Madrid, 1983), en la línea de la poesía culturalista. La ironía, el lenguaje coloquial, el distanciamiento, o la mezcla de lo cotidiano y lo libresco, son rasgos perceptibles a partir de La caja de plata (Sevilla, Renacimiento, 1985), que obtuvo el Premio de la Crítica en 1986. El otro sueño (Sevilla, Renacimiento, 1987), El hacha y la rosa (Sevilla, Renacimiento, 1993), Por fuertes y fronteras (Madrid, Visor, 1996), y El bosque y otros poemas (Málaga, Llama de amor viva, 1997) completan su obra poética, que reúne, corregida y reelaborada, a excepción del primer libro, en Los mundos y los días. Poesía 1972-1998 (Madrid, Visor, 1999. 2ª edición). Posteriormente ha publicado Sin miedo ni esperanza (Madrid, Visor, 2002).

En 2010 fue elegido académico de número de la Real Academia de la Historia.

 Su obra poética se caracteriza por una lírica irónica y elegante, a veces escéptica, o desenfadada, en la que lo transcendental convive con lo cotidiano. Destaca su faceta de letrista musical; suyas son algunas de las letras más conocidas del grupo de rock la Orquesta Mondragón. Alguno de sus poemas ha sido también musicado por Gabriel Sopeña e interpretado por Loquillo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

"LA NOSTALGIA", Mayte Dalianegra



La nostalgia nos consume
en esas horas 
en que la tarde se desploma
embestida por el toro de la noche, 
cuando los engranajes de la memoria
giran despacio
y perfumes casi olvidados
nos recuerdan
que seguimos vivos,
vivos y solos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "La nostalgia del caníbal", 1932, Salvador Dalí, Sprengel Museum, Hannover

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martes, 1 de noviembre de 2011

"PADRE, MADRE, AHÍ TAN SOLOS...", Mayte Dalianegra

 A mis padres

Padre, madre, ahí tan solos...
Solos en las madrugadas
de noches amanecidas
sin soles que las calienten.

Qué frío sienten sus cuerpos
de vacío y mudo incienso.

Padre, madre, ahí tan solos...

Os dejo unos crisantemos
de rubia miel florecidos,
y el recuerdo de otros tiempos
donde la vida latía
en medio de vuestros pechos.

Padre, madre, ahí tan solos...

Se me marchitan las flores
con la sal de mis lamentos,
padre, madre, ahí tan solos…

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "In Memoriam", 1898, Evelyn de Morgan

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"LA COGIDA Y LA MUERTE, ( llanto por Ignacio Sánchez Mejías)", Federico García Lorca.

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones de bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en Punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

Federico García Lorca.

Pintura de Teresa Oaxaca.

"LA VIOLENCIA DE LAS HORAS", César Vallejo

Todos han muerto.
Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.
Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistintamente: "Buenos días, José! Buenos días, María!"
Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.
Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.
Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.
Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.
Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.
Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana y mi hermano en mi víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.
Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.
Murió mi eternidad y estoy velándola.

(César Vallejo)

Pintura: "Paolo e Francesca da Rimini", George Frederic Watts (1817 - 1904)