sábado, 27 de octubre de 2012

"MORIR DE AMOR", Mayte Dalianegra


Es duro morir dentro de la simiente
sin haber sentido
—ni durante un segundo—, 
la deslumbrante llamarada del sol.
Duro morir en la oscuridad de las barricadas,
iluminadas ocasionalmente
por el centelleo de los obuses.
Duro morir por el túnel
que excava en la carne una bala sin destino,
o por el que abre
—inmisericorde—,
el gélido filo del cuchillo vengador.

Qué duro es morir
en la frontera de la desesperación,
morir cuando la vida conduce
al lindero de la angustia,
cuando el salto al vacío
se ofrece con la madurez de la fruta
para deleite de una boca
que ya no ansía degustar otro manjar.

Qué duro el ascenso hacia esa cumbre,
a menos que un motivo excelso
justifique el esfuerzo,
a menos que se apriete en el puño
el corazón
de una Dido,
de una Isolda,
de una Julieta,
de una Francesca.

Qué duro hacer del amor 
la única causa digna de la muerte
o, si no, 
vivir con la muerte domesticada de la rutina.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "La muerte de Francesca de Rímini y Paolo Malesta" (1870), Alexandre Cabanel



Copyrighted.com Registered & Protected

"HA GIRADO EN TORNO AL FARO EL NIMBO DE LOS PÁJAROS AZULES", Tristan Tzara

Ha girado en torno al faro el nimbo de los pájaros azules
en las mitades de la oscuridad taladrando la lejanía de los barcos
y se han caído al agua cual cenizas de arcángeles

Se ha alterado el pan y la flor
En las leproserías yacen como gavillas nuestros amigos
Tú sigues cosiendo sola pensamientos para tu hijo

Solamente el tren arrastra sus vapores
Animal malherido que corre, destripado

Tristan Tzara.

(Versión  de Darie Novácenau).

Pintura: "Explosión del Vesubio" (1831), Gigante.

"ELEGÍA PARA LA LLEGADA DEL INVIERNO", Tristan Tzara

Amada, (escucha) se quejan los chopos porque te estás yendo
y yo pienso: que no tengas frío
Abrígate bien, llévate libros para leer
(Encontrarás una noche una azucena marchita)

Sé cómo será; (comedia) me llevaré un pañuelo limpio
para llorarme todo el dolor -y para toser por resfriado
Después la extenderé al viento cuando estés lejos -pensamiento honrado
y pensaré en el tiempo de otrora buscando en la calle otra muchacha

Piénsatelo; allá tal vez nadie te esperará
y llorarás, tendrás remordimientos, la vida es triste es triste
Recordarás siempre el ondear del pañuelo
que desatará un viento cruel sobre tu jardín
vaciando los senderos, desarraigando el pensamiento casero

Escucha mis consejos cuerdos
Quédate junto a la mesa callada y sigue cosiendo
No has acabado aún el vestido de seda
Escucha mis consejos cuerdos.

Amada, llega el invierno y tú estás yéndote
y el caballo viejo y podrido en el jardín
ya no tiene crines ni orejas; yo espero la luna llena
para cabalgar sobre él y correr detrás de ti, luz   (Entiendes...)

Tristan Tzara.

(Versión  de Darie Novácenau)

Pintura: "Paisaje invernal con figuras patinando" Hendrik Jacobsz (1621-1707).

viernes, 26 de octubre de 2012

"DUDAS", Tristan Tzara

-He sacado el antiguo sueño de la caja como sacas tú el sombrero
cuando te pones el traje de muchos botones
cuando agarras el conejo por las orejas
cuando regresas de cacería
como eliges la flor de la maleza
y al amigo de entre los cortesanos.

Mira lo que me pasó
cuando llegó la noche lentamente como una cucaracha
buena para muchos como remedio, cuando enciendo
en el alma el fuego de los versos
me acosté. El sueño es el jardín preparado para las dudas
no sabes lo que es verdad, lo que no lo es
te parece que es un ladrón y lo fusilas
y después te comunican que ha sido un soldado
así ocurrió conmigo exactamente
por esto te llamé para decirme -sin error
lo que es verdad- lo que no lo es

Tristan Tzara.

(Versión  de Darie Novácenau).

Pintura de Christopher McVinish.

"CANCIÓN ANTIGUA", Tristan Tzara

En las orillas del mar he escrito esta canción
Escuchadla: y dígansela al encontrarla
Es alta, tiene los ojos hermosos y tranquilos
y es rubia como la hierba que ha sentido el estremecer de la guadaña

¡Oh! Te has ido, te has ido, amada, en una tarde de invierno
y mi corazón es una flor marchita
hoja de un poema viejo hace tiempo arrugada
echada al cesto o debajo de la mesa

He buscado defenderte el rostro de la tristeza del atardecer
colocarlo con cuidado en un clavo al icono
para rezar delante de él cuando llueva en el jardín
o cuando sentiría en la noche la canción del olvido

Otrora los pollos se amontonaban a tu alrededor, amada, sin llamarlos
como si fueras su madre y los acariciabas con dulces palabras
Ya no les darás de comer, no saldrás para llevarles a dormir
Ahora el viento amontona círculos de hoja en torno a los troncos secos

¡Oh! Amada, sufro por haberte ido al extranjero
Los pollos no tendrán comida -estás lejos
Me estoy leyendo la infelicidad en un libro
Por una calle vieja llegan al hospital las hermanas de la caridad
Si supieras cuánto sufro por no tenerte ahora a mi lado
para preguntarme: qué es lo que te duele, te has resfriado, pero ya estás mejor...

Tristan Tzara.

(Versión  de Darie Novácenau).

Pintura: "La visión después del sermón o La lucha de Jacob con el ángel (1888), Paul Gauguin.

"AGUA SALVAJE", Tristan Tzara.

los dientes hambrientos del ojo
cubiertos de hollín de seda
abiertos a la lluvia
todo el año
el agua desnuda
oscurece el sudor de la frente de la noche
el ojo está encerrado en un triángulo
el triángulo sostiene otro triángulo

el ojo a velocidad reducida
mastica fragmentos de sueño
mastica dientes de sol dientes cargados de sueño

el ruido ordenado en la periferia del resplandor
es un ángel
que sirve de cerradura a la seguridad de la canción
una pipa que se fuma en el compartimiento de fumadores
en su carne los gritos se filtran por los nervios
que conducen la lluvia y sus dibujos
las mujeres lo usan a modo de collar
y despierta la alegría de los astrónomos

todos lo toman por un juego de pliegues marinos
aterciopelado por el calor y el insomnio que lo colora

su ojo sólo se abre para el mío
no hay nadie sino yo que tenga miedo cuando lo mira
y me deja en estado de respetuoso sufrimiento
allí donde los músculos de su vientre y de sus piernas inflexibles
se encuentran en un soplido animal de hálito salino
aparto con pudor las formaciones nubosas y su meta
carne inexplorada que bruñen y suavizan las aguas más sutiles

Tristan Tzara.

(Versión de Aldo Pellegrini).

Pintura de Alberto Pancorbo (1956).

jueves, 25 de octubre de 2012

Mis poetas favoritos: TRISTAN TZARA

Tristan Tzara o Izara es el seudónimo del poeta y ensayista Samuel Rosenstock, que nació en Moineşti, Bacău, Rumanía, el 16 de abril de 1896 y falleció en París, Francia, el 25 de diciembre de 1963.

Vivió casi toda su vida en Francia y fue uno de los autores más importantes del movimiento Dadá, que fundó junto con Jean Arp y Hugo Ball, una corriente revolucionaria en literatura que anticipó las actitudes del surrealismo.

sábado, 20 de octubre de 2012

"ME LLENAS LA BOCA DE FLORES", Mayte Dalianegra


Me llenas la boca de flores
cada vez que me besas,
los oídos y las pupilas
cada vez que pronuncias
o escribes mi nombre,
y la piel incluso cuando sientes mi ausencia
y con firmeza trazas en el aire
el perfil de mi rostro,
como si tus dedos 
fuesen los ojos de tu memoria
y supiesen la distancia
que media entre mis sienes.

Me llenas la vida de amor por ella
llevándome abrazada a tu pecho de gorrión
y elevándome en vuelo
por encima de las nubes,
alejándome de las alimañas
hambrientas de hastío
que se agazapan entre los muros
de grises perennes.

Celoso guardián de las tristezas,
las recluyes bajo cerrojos de sol
y disgregas los azules de sus alquimias letales:
a un lado, el mercurio, pesado y mortífero,
que azoga esos tonos
en espejos de escarcha;
al otro, un límpido azul celeste,
un azul de primaveras y veranos
que induzca
a la omisión de otras estaciones,
a que la fugacidad no sea un eje
y el tiempo se dilate en la flor del cerezo.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Le chevalier aux fleurs” (El caballero de las flores), 1894, Georges Rochegrosse, Musée d'Orsay, París

Safe Creative #1209292416417

"TRAS LA SEPARACIÓN", Wallada bint al-Mustakfi

Tras la separación ¿habrá medio de unirnos?
¡Ay! Los amantes todos de sus penas se quejan.
Paso las horas de la cita en el invierno
sobre las ascuas ardientes del deseo,
y cómo no, si estamos separados.
¡Qué pronto me ha traído mi destino
lo que temía! Mas las noches pasan
y la separación no se termina,
ni la paciencia me libera
de los grilletes de la añoranza.
¡Que Dios riegue la tierra, que sea tu morada
con lluvias abundantes y copiosas!

Wallada bint al-Mustakfi.

Pintura: "Encantadora", Luis Ricardo Falero.

"ESPERA LA HORA", Wallada bint al-Mustakfi

Espera la hora en que las sombras de la noche sean oscuras, mi visita,
pues para mí la noche es el mejor medio de guardar el secreto.
¡Me has hecho sentir una cosa tal,
que si hubiera sentido el sol, no me parecería más!
Si lo hubiera sentido la luna, ésta no se elevaría;
si las estrellas, no emprenderían su viaje nocturno.

 Wallada bint al-Mustakfi.

Pintura: "La belleza del harén", Francisco Masriera y Manovens (1842-1902).


"AVE VELOZ", Wallada bint al-Mustakfi

Ciertamente que Ibn Zaydūn, a pesar de su prestigio,
estaba sonado por los barrotes de los pantalones;
si un pene viera, sobre alguna palmera,
él sería de las aves más veloces.

Wallada bint al-Mustakfi

Pintura: "Músicos africanos", José Tapiró y Baró.


"EL HEXÁGONO", Wallada bint al-Mustakfi

El hexágono.
Tu apodo es el hexágono, un epíteto
que no se apartará de ti
ni siquiera después de que te deje la vida:
pederasta, puto, adúltero,
cabrón, cornudo y ladrón.

 Wallada bint al-Mustakfi

Pintura: "Hombre con pipa de agua y perro",  Jean León Gérôme.

viernes, 19 de octubre de 2012

"SI FUERAS JUSTO", Wallada bint al-Mustakfi

Si fueras justo con el amor que existe entre nosotros,
no habrías escogido ni amarías a mi esclava;
has dejado una rama donde florece la hermosura
y te has vuelto a la rama sin frutos.
Sabes que soy la luna llena,
pero, por mi desdicha,
de Júpiter estás enamorado.

Wallada bint al-Mustakfi.

Pintura: "Las mil y unas noches", Edwin Lord Weeks (1849-1903).

Mis poetas favoritos: WALLADA BINT AL-MUSTAKFI

Wallada bint al-Mustakfi, en árabe  ولادة بنت المستكفي (Córdoba, 994 - íd. 26 de marzo de 1091), poetisa andalusí, hija de Muhammad al-Mustakfi, uno de los efímeros califas de Córdoba, y de la esclava cristiana Amin'am.

Hija de Muhammad III al-Mustakfí, de sangre omeya y uno de los últimos califas cordobeses, que llegó al poder el 11 de enero de 1024 asesinando al anterior califa, Abderramán V, y que fue a su vez asesinado a los dos años en Uclés. Su infancia coincidió con el esplendor de la carrera política de Almanzor. Su adolescencia transcurre en las guerras civiles que marcan la agonía del Califato, en medio de todo tipo de intrigas palaciegas desencadenadas tras la muerte del hijo de Almanzor, al-Muzzaar.

sábado, 13 de octubre de 2012

"INTERPELACIONES SOBRE LA DAMA CON PERRITO DEL PONTORMO, O QUIZÁS DEL BRONZINO", Mayte Dalianegra



¿Qué fue de aquella dama ungida de prebendas,
del rojo terciopelo que en bucles abrigaba 
el mármol de su abrazo? ¿Qué fue de su mirada,
perdida en la agonía de un tiempo que se escapa,
de un mundo que ya expira? ¿Y del lustre escarlata
que arrebolaba labios y encendía mejillas?

¿Qué fue de su bondad, del gesto mayestático
apresado en la urdimbre y en la trama del lino,
cautivo en los estratos de óleo y aguarrás?

¿Qué fue de su perrito, mascota diminuta
descansando en regazo de mimo, de ternura?
¿Qué fue de aquel pelaje de suave, dócil rizo?

El arte nos devuelve la imagen de una época
que nunca conocimos; trae la fina pátina
del color que persiste anclado a su estertor.
No ven nuestras pupilas el brillo de otros ojos,
no ven su alma serena, si acaso su apariencia,
viviendo en la mirada de aquél que fue un espejo.


Mayte Dalianegra

Pintura: “Retrato de dama de rojo con perrito” (1532 -33) Jacopo Carrucci (Pontormo) o tal vez de su discípulo Bronzino. Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt

Safe Creative #1208172134397

"CANTO PAGANO", Rudyard Kipling

Yo que he estado donde he estado-
Yo que he ido donde he ido-
Yo que he visto lo que he visto-
cómo podría nunca competir
otra vez con la terrible vieja Inglaterra,
casas a ambos lados de la calle,
cercas a los dos lados del camino,
en medio el sacerdote y las gentes de buena familia,
si nos encontramos, tocan mi sombrero-
¿Yo que he visto lo que he visto?

Yo que he mirado medio mundo
levantarse brillante entero con el rocío,
que pone un velo de lluvia al sol,
y tan pronto como la niebla abre el paso
nuestro helio parpadea y parece divertido-
tres lados de una plaza de noventa millas,
sobre valles tan grandes como un condado-
«¿Estáis allí? Estáis allí? ¿Estáis allí?»
Y el ritmo ciego entonces de nuestro fuego.
ruedo por la grama en la Terratenencia,
¡yo!
                                                                               
Yo que he cabalgado a través de la oscuridad
con frecuencia, al final, cuarenta millas,
por todo el Rancho Mahollisberg,
con las estrellas sólo como guía
y sólo la noche como amiga,
y las cosas que huyen a mi paso,
y cosas que entre la hierba saltan,
y el silencio, el resplandor y el tamaño
de las alturas, indecibles cielos-
estoy llevando algunas cartas casi
tanto como a una milla de la posta,
y "si no te importa regresa con el cambio."
¡Yo!
                                                                                     
Yo que he visto a Barbeton cogido
cuando caímos a través de las nubes sobre su cabeza,
tiraron los revólveres y huyeron-
yo que cruzaba la Colina del Diamante,
y Pieters y Springs y Belfast-
desde Dundee y todo Vereeniging-
yo que aguanté hasta el final
(cinco galones relucen en mi pecho)-
aprovecho mi domingo en la escuela,
con la ayuda del Terrateniente y de su mujer
(sin mencionar la criada y la cocinera),
entrar y manos arriba y sé todavía
trabajar honestamente por mi pan,
mi vida en este estado de vida
que complacerá a Dios que habrá de llamarme
¡a mí!

 Yo que he seguido mi oficio
allí donde los Rayos se fabrican;
entre las Lluvias y el Sol y la Luna-
yo que me he acostado y levantado
tres años con el cielo como tejado-
que he soportado hambre y sed
seis mil millas enteras a pie,
con el Vaal y Orange como vaso,
el Brandwater Basin era el plato-
¡Oh! difícil es comportarse como ellos quieren
(demasiado difícil, y tal vez demasiado pronto),
tendré antes que pensarlo
¡yo!

  Apareceré y de aquí me iré-
viajaré al Sur y me aseguraré
si son sólo mis encantos o no
que hace pálida en Inglaterra la luz del sol,
y estropea en Inglaterra las brisas,
algo pequeño se ha perdido,
Yo que sé de un sol y de un viento,
algunos llanos, detrás una montaña,
y algunas tumbas junto a cercas de espino,
y un alemán con quien me he pegado fuerte me da
un trabajo donde me inclino
a mirar en una silla y vivo
donde no hay una carretera ni un árbol-
sino sólo mi Hacedor y yo,
esto -creo- ha de curarme o matarme,
por eso creo que allí tendré que ir a verlo.
¡Yo!

 Rudyard Kipling.

(Versión de Luis Cremades).

Pintura de Subrata Gangopadhya.

"CUANDO VAYAN MAL LAS COSAS", Rudyard Kipling


Cuando vayan mal las cosas,
como a veces suelen ir;
cuando ofrezca tu camino 
sólo cuestas que subir;
cuando tengas poco haber 
pero mucho que pagar;
y precises sonreír 
aun teniendo que llorar,
cuando el dolor te agobie 
y no puedas ya sufrir…
descansar, acaso debes,
¡pero nunca desistir!

Tras las sombras de la duda,
ya plateadas, ya sombrías,
puede bien surgir el triunfo,
no el fracaso que temías,
y no es dable a tu ignorancia,
figurarte cuán cercano
puede estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano.

Lucha, pues por más que tengas
en la brega que sufrir...
¡Cuando esté peor todo,
más debemos insistir!

(Rudyard Kipling)

Pintura: "Shells" (Conchas), 1874, Albert Joseph Moore

martes, 9 de octubre de 2012

"ÉXODO", Mayte Dalianegra

A la génesis mexica
Aztlán.

Un anillo lacustre la abraza,
es un blanco embrión palpitante,
epicentro de útero acuático,
una garza de albura vibrando
en el eco amniótico de la luna,
un paraíso idílico 
donde no clama aún el ritual 
del sacrificio.

Ténoch

guía pies con cascabeles de ayoyote,
caminan sin descanso,
caminan sin volverse.
Su Arcadia perdura
en la memoria de la serpiente,
en la memoria del puma.

Lejos,

en el horizonte inabarcable,
espera el águila sobre el nopal.

(Mayte Llera,  Dalianegra)

Pintura: detalle del mural “La gran Tenochtitlán” (1945), Diego Rivera. Palacio Nacional, Ciudad de México

Safe Creative #1208262175101

"SI", Rudyard Kipling


Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor
pierde la suya y por ello te culpan,
si puedes confiar en ti cuando de ti todos dudan,
pero admites también sus dudas;
si puedes esperar sin cansarte en la espera,
o ser mentido, no pagues con mentiras,
o ser odiado, no des lugar al odio,
y —aun— no parezcas demasiado bueno, ni demasiado sabio.

Si puedes soñar —y no hacer de los sueños tu maestro,
si puedes pensar —y no hacer de las ideas tu objetivo,
si puedes encontrarte con el Triunfo y el Desastre
y tratar de la misma manera a los dos farsantes;
si puedes admitir la verdad que has dicho
engañado por bribones que hacen trampas para tontos.
O mirar las cosas que en tu vida has puesto, rotas,
y agacharte y reconstruirlas con herramientas viejas.

Si puedes arrinconar todas tus victorias
y arriesgarlas por un golpe de suerte,
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir nada de lo que has perdido;
si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones
para jugar tu turno tiempo después de que se hayan gastado.
Y así resistir cuando no te quede nada
excepto la Voluntad que les dice: «Resistid».

Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud,
o pasear con reyes y no perder el sentido común,
si los enemigos y los amigos no pueden herirte,
si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado;
si puedes llenar el minuto inolvidable
con los sesenta segundos que lo recorren.
Tuya es la Tierra y todo lo que en ella habita,
y —lo que es más—, serás Hombre, hijo.

(Rudyard Kipling)

Traducción de Luis Cremades

Pintura: "In the time of Constantine" ("En el tiempo de Constantino") 1878, Lawrence Alma-Tadema

"LAS MUJERES", Rudyard Kipling

De donde la he encontrado mi diversión he tomado;
granuja he sido y en mis tiempos he arrasado,
he tenido mi botín de dulces corazones,
y cuatro entre ellos de primera clase.
Una era una viuda casi casta,
otra, una mujer en Prome,
otra, la mujer de un jefe de cuadras
y es otra una muchacha en donde vivo.

Nada tengo ahora que ver con las mujeres,
pues, llevándolas contigo,
nada puedes decir hasta que las pruebas,
y es, por tanto, muy posible que te equivoques.
Veces hay en que creerás que no hubieses podido,
veces hay en que sabrás que hubieses podido;
pero aquello que aprenderás de la Amarilla y de la Morena
habrá de ayudarte mucho con la Blanca.

Yo era un jovencito en Hoogli,
tímido como una niña al comenzar;
Aggie de Castrer me tomó,
Aggie, lista como el pecado;
mayor que yo, pero la primera-
más parecía una madre-
me enseñó el camino del ascenso y de la paga
y de ella aprendí sobre mujeres.

Me destinaron entonces a Burma,
interino encargado del Bazar,
y me conseguí una nativa pequeña y vivaracha
comprándole a su padre provisiones.
Divertida, amarilla y fiel-
una muñeca en una taza de té-
con honra vivimos, como un matrimonio de verdad,
y de ella aprendí sobre mujeres.

Nos enviaron entonces a Neemuch
(si no hasta hoy la hubiese conservado),
y me junté con una deslumbradora diablesa,
la mujer de un negro en Mhow;
me enseñó la jerga de los gitanos;
era como un volcán,
me apuñaló una noche por haber deseado que fuese blanca,
y de ella aprendí sobre mujeres.

Regresé entonces en barco a casa,
me acompañaba una niña de dieciséis-
una chica de un convento en Meerut,
a ninguna tan recta he visto.
Su problema: el amor a primera vista,
yo no hubiese hecho nada, pues me gustaba demasiado,
pero de ella aprendí sobre mujeres.

De donde la he encontrado mi diversión he tomado,
y debo ahora pagar mi diversión,
pues cuanto de otras mujeres más conoces,
menos sientas con una cabeza;
y el final de todo, sentado y pensando,
y soñando con ver los Fuegos del Infierno;
así que daos por avisados (sé que no lo haréis)
y de mí aprended sobre mujeres.

¿Qué pensó la esposa del Coronel?
Nadie lo supo nunca.
Alguien preguntó a la mujer del Sargento,
y ella les dijo la verdad.
Cuando llegan delante de un hombre.
iguales se hacen como una fila de alfileres-
pues Judy O'Grady y la esposa del Coronel
hermanas son debajo de su piel.

 Rudyard Kipling.

(Versión de Luis Cremades).

Pintura de Subrata Gangopadhyay.

Mis poetas favoritos: RUDYARD KIPLING

Rudyard Kipling (Bombay, 1865 - Londres, 1936). Narrador y poeta inglés, controvertido por sus ideas imperialistas y uno de los más grandes cuentistas de la lengua inglesa. Pertenecía a una familia de origen inglés (su padre, John Lockwood Kipling, era pintor y superintendente del Museo de Lahore), y pasó en la India los primeros tiempos de su infancia. A los seis años fue enviado a Inglaterra, donde estudió en el United Services College de Westward Ho, en Devonshire, ambiente que luego describió en la novela Stalky C.

Vuelto en 1882 a la India, se dedicó al periodismo en calidad de subdirector de The Lahore Civil and Military Gazette y, después, entre 1887 y 1889, de The Pioneer. A los veintiún años publicó su primer libro, Departmental Ditties (1866), colección de versos de circunstancias, y a los veintidós el primer volumen de narraciones, Cuentos simples de las colinas (1887), al que siguieron, en 1888-89, otros seis: Tres soldados, Bajo los cedros deodaras, El rickshaw fantasma, La historia de los Gadsby, En blanco y negro y El pequeño Guillermo Winkie.

miércoles, 3 de octubre de 2012

"EL VIOLÍN DE LA TARDE", Mayte Dalianegra


Recuérdame
cuando blancas, negras y corcheas
expiren
bajo el arco de un violín
que gima con cada nota.

Hazlo también
cuando tus dedos se hundan
en el diáfano fluir
de un manantial
dispuesto a calmar la sed
de una tierra agostada
por falta de compasión,
cuando tus yemas dibujen ondas
quebrando el fresco espejo del agua,
y cuando tus ojos
se queden prendidos
en el terciopelo púrpura
de unos pétalos
que tremolen al viento
como banderas del país del verano,
como promesas de labios
que esperen reconfortarte con sus besos.

Recuérdame en la calma de la tarde,
con la brisa templándote las sienes,
y enjúgate las lágrimas,
ahógalas en la vergüenza
del desamparo,
o bébelas a sorbos pequeños,
muy pequeños,
menudos,
como mis pasos alejándose.

Mayte Dalianegra

Fotografía: "Le violon d'Ingres" ("El violín de Ingres"), 1924, Man Ray
Safe Creative #1208152123816

"IDUS DE MARZO", Constatin Kavafis

Las grandezas teme, oh alma.
Y si vencer tus ambiciones
no puedes, con cautela y reservas
síguelas. Y cuanto más adelante vayas,
sé más observador, más cuidadoso.
Y cuando a tu apogeo llegues, César ya;
cuando tomes figura de hombre famoso,
entonces cuida especialmente al salir a la calle,
dominador insigne de séquito acompañado,
si acierta a acercarse, desde la multitud
algún Artemidoro, que lleva una carta,
y dice apresurado "Lee esto inmediatamente,
son cosas importantes que te interesan",
no dejes de detenerte; no dejes de postergar
cualquier conversación o tarea; no dejes de apartar
a las variadas personas que te saludan y se prosternan ante ti
(las puedes ver más tarde); que espere incluso
el Senado mismo, y conoce al instante
los graves escritos de Artemidoro.

Constantin Kavafis.

Pintura: "La muerte de César" (1865), Karl Theodor von Piloty.

"QUE EL DIOS ABANDONABA A ANTONIO", Constantin Kavafis

Cuando de repente, a medianoche, se escuche
pasar una comparsa invisible
con músicas maravillosas, con vocerío -
tu suerte que ya declina, tus obras
que fracasaron, los planes de tu vida
que resultaron todos ilusiones, no llores inútilmente.
Como preparado desde tiempo atrás, como valiente,
di adiós a Alejandría que se aleja.
Sobre todo no te engañes, no digas que fue un
sueño, que se engañó tu oído:
no aceptes tales vanas esperanzas.
Como preparado desde tiempo atrás, como valiente,
como te corresponde a ti que de tal ciudad fuiste digno,
acércate resueltamente a la ventana,
y escucha con emoción, mas no
con los ruegos y lamentos de los cobardes,
como último placer los sones,
los maravillosos instrumentos del cortejo misterioso,
y dile adiós, a la Alejandría que pierdes.

Constantin Kavafis.

Pintura: "Antonio y Cleopatra", Lawrence Alma-Tadema.