viernes, 26 de abril de 2013

"BABEL", Mayte Dalianegra

A un hombre que hablaba tanto, que no decía nada.

Elevas la torre de tu vanidad
hasta que tus yemas rozan
los nimbos que en lo alto moran,
y subes y subes, y subes
sobre el eco de tu voz,
retornándote la música
que tu garganta tañó
como afinada campana,
como templado tambor.

Y hablas y hablas, y hablas
atento al timbre metálico
que tu laringe exhaló,
y entre tanto declamar
para escucharte a ti mismo,
ni te entiendes tú,
ni te entiendo yo.

Mayte Dalianegra.

Pintura: “La Torre de Babel”,  Pieter Brueghel, Kunsthistorisches Museum, Viena.
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"BABEL DESNUDA", Cristina Peri Rossi

Babel, desnuda, acaba de nacer.
Babel, desnuda, es como un niño ciego,
no tiene ojos
y mira, horrorizada,
con los ojos del tacto
que descubren superficies
que no siempre es amable tocar.

Babel, desnuda,
palpa, toca, roza, empuja, oprime:
sus manos son las palabras
de un mudo
que en el terror del silencio
sabe que hay un secreto.

Cristina Peri Rossi.


Pintura: "La Torre de Babel" (1595), Lucas Van Valckenborch. 

"DEJA MIS POEMAS", Mayte Dalianegra

Deja mis poemas
dormir en sus fosas,
bajo un arcosolio
de mármol velados,
deja que los cubra
el velo del tiempo,
que la fina pátina
que imprime el olvido,
guarde sus secretos.

Mayte Dalianegra.

Escultura: “Tumba de Martín Vázquez de Arce, el Doncel de Sigüenza” (posible obra del taller de  Sebastián de Almonacid). Capilla de San Juan y Santa Catalina, Catedral de Sigüenza, Guadalajara.

"EROS", Ricardo Jaimes Freyre


Lluvia de azahares
sobre un rostro níveo.
Lluvia de azahares
frescos de rocío,
que dicen historias
de amores y nidos.
Lluvia de azahares
sobre un blanco lirio
y un alma que tiene
candidez de armiño.

Con alegres risas
Eros ha traído
una cesta llena
de rosas y mirtos,
y las dulces Gracias
—amoroso símbolo—
lluvia de azahares
para un blanco lirio.

(Ricardo Jaimes Freyre)

Pintura: "Eros", William Adolphe Bouguereau

"LA MUERTE DEL HÉROE", Ricardo Jaimes Freyre


Aún se estremece y se yergue y amenaza con su espada
cubre el pecho destrozado su rojo y mellado escudo
hunde en la sombra infinita su mirada
y en sus labios expirantes cesa el canto heroico y rudo.

Los dos Cuervos silenciosos ven de lejos su agonía
y al guerrero las sombras alas tienden
y la noche de sus alas, a los ojos del guerrero, resplandece como el día
y hacia el pálido horizonte reposado vuelo emprenden.

(Ricardo Jaimes Freyre)

Pintura: "The death of Hippolytus" ("La muerte de Hipólito") 1860, Lawrence Alma-Tadema

lunes, 22 de abril de 2013

"NARCISO", Mayte Dalianegra

Hoy ha florecido en mi ventana un narciso
de corola de oro
y tallo de esmeralda.

Se mira los pies
no por tímida modestia,
sino en su ansia exacerbada por hallar
su reflejo en el espejo
del agua. Mas no encuentra lago
ni estanque
donde confluyan las líneas
de su corona dorada.

Su corva postura es amargura,
llanto perpetuo
ante la ausencia de reverbero. Nada importa,
él inventará su propio universo,
donde será actor de su particular ficción,
franqueando la delicada frontera
que media entre la razón y el instinto primario.

Así yacerá en un campo tan bucólico
como imaginado, inundado por la terneza
de una temprana primavera, aun cuando
el invierno le haya cuajado las venas de hielo;
así modulará su voz con eco vegetal,
en un acto tan afectado como artificioso.

Hoy, en las postrimerías del frío inclemente,
ha florecido en mi ventana
un narciso coronado de rubio esplendor.
Su amor es un bumerán.

Mayte Dalianegra.

Pintura: "Narcissus" (1876), Helen Thornycroft.

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"ENTRE LA FRONDA", Ricardo Jaimes Freyre


Junto a la clara linfa, bajo la luz radiosa
del sol, como un prodigio de viviente escultura,
nieve y rosa su cuerpo, su rostro nieve y rosa
y sobre rosa y nieve su cabellera oscura.

No altera una sonrisa su majestad de diosa,
ni la mancha el deseo con su mirada impura;
en el lago profundo de sus ojos reposa
su espíritu que aguarda la dicha y la amargura.

Sueño del mármol. Sueño del arte excelso, digno
de Escopas o de Fidias, que sorprende en un signo,
una actitud, un gesto, la suprema hermosura.

Y la ve destacarse, soberbia y armoniosa,
junto a la clara linfa, bajo la luz radiosa
del sol, como un prodigio de viviente escultura.

(Ricardo Jaimes Freyre)

Pintura: "Una ninfa en la foresta", Charles Amable Lenoir


"AETERNUM VALE", Ricardo Jaimes Freyre


Un dios misterioso y extraño visita la selva.
Es un dios silencioso que tiene los brazos abiertos.
Cuando la hija de Thor espoleaba su negro caballo,
le vio erguirse, de pronto, a la sombra de un añoso fresno.
Y sintió que se helaba su sangre
ante el dios silencioso que tiene los brazos abiertos.

De la fuente de Imer, en los bordes sagrados, más tarde,
la Noche a los dioses absortos reveló el secreto;
El Águila negra y los Cuervos de Odín escuchaban,
y los Cisnes que esperan la hora del canto postrero;
y a los dioses mordía el espanto
de ese dios silencioso que tiene los brazos abiertos.

En la selva agitada se oían extrañas salmodias;
mecía la encina y el sauce quejumbroso viento;
el bisonte y el alce rompían las ramas espesas,
y a través de las ramas espesas huían mugiendo.
En la lengua sagrada de Orga
despertaban del canto divino los divinos versos.

Thor, el rudo, terrible guerrero que blande la maza,
-en sus manos es arma la negra montaña de hierro,-
va a aplastar, en la selva, a la sombra del árbol sagrado,
a ese Dios silencioso que tiene los brazos abiertos.
Y los Dioses contemplan la maza rugiente,
que gira en los aires y nubla la lumbre del cielo.

Ya en la selva sagrada no se oyen las viejas salmodias,
ni la voz amorosa de Freya cantando a lo lejos;
agonizan los Dioses que pueblan la selva sagrada,
y en la lengua de Orga se extinguen los divinos versos.

Solo, erguido a la sombra de un árbol,
hay un Dios silencioso que tiene los brazos abiertos.

(Ricardo Jaimes Freyre)

Pintura: "Freya conduciendo su carro con gatos, flanqueada por querubines" (1852), Nils Blommer. Museo Nacional de Suecia. Estocolmo

Mis poetas favoritos: RICARDO JAIMES FREYRE

Ricardo Jaimes Freyre (Tanca, Perú, 1868 - Buenos Aires, 1933). Poeta, ensayista y dramaturgo boliviano que fue la figura más representativa del modernismo en la literatura de su país. Su constante actividad política y cultural quedó en buena medida reflejada en la variedad de los enfoques que se aprecian en el conjunto de su obra. Hijo de un diplomático de Potosí, ejerció también la diplomacia como embajador en Estados Unidos y Brasil y como representante de su país ante la Sociedad de Naciones, en Ginebra, además de ser más tarde ministro de Relaciones Exteriores.

Sus largas estancias en Tucumán (Argentina) le llevaron a ocupar una cátedra en la Universidad Nacional, donde fundó la Revista de Letras y Ciencias Sociales que pronto adquirió un merecido prestigio. Durante más de veinte años se dedicó a la docencia en tierras argentinas, donde finalmente falleció, aunque sus restos fueron trasladados a Potosí, ciudad en la que se encuentra enterrado.

lunes, 15 de abril de 2013

"AHÍ ESTÁS (FRIDA KAHLO)", Mayte Dalianegra

Ahí estás, envuelta en sedas de Oriente.
Tus pechos
son melosas frutas
(de esa ignota selva,
jugosa y cálida,
que es la primera juventud)
sojuzgando el escote de un kimono.

Ahí estás, lozana mestiza
de razas tan distintas como distantes,
de razas invictas de extinciones
que rebrotan en tu carne morena y firme.

Ahí estás, con la aguerrida canana
abrazándote la cadera como la serpiente bíblica
abrazara a Eva.

Al cuello llevas el jade primigenio
nacido de pluma de quetzal,
¡cuán robustas esas cuentas
pendiendo de hilo tan frágil!
tu sangre zapoteca borbotea,
y ni siquiera las pétreas ajorcas
pueden contenerte el pulso,
mas no temblarán tus muñecas
al oprimir el percutor, te sabes hija
de una era revolucionaria,
y no importan tu cojera
ni ese corsé cuyas cinchas
tatúan tu piel de sufrimiento.

Ahí estás, reverberando libertad,
agasajada por el viento manumiso
de una época de cambios y conjuras.
Libre aun cuando traicionada.

Ahí estás, Frida Kahlo,
empuñando un revólver
que el presente ha puesto en tus manos
(de una forma tan ficticia como ilícita)
para salvarte de la perfidia de las bocas.

Ahí estás, cejijunta y ambigua,
escrutándonos
desde la brevedad de un instante apresado
por el obturador de una cámara.

Ahí estás, profetizando (sapiente sibila)
el alcance de las miradas otrora
futuras, ésas que disminuyen, cada vez más,
la holgada travesía del tiempo y sus centurias.

Mayte Dalianegra.

Ilustración: fotografía antigua de Frida Kahlo con retoque digital.

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"DICIENDO QUÉ COSA ES AMOR", Jorge Manrique

I

Es amor fuerza tan fuerte
que fuerza toda razón;
una fuerza de tal suerte,
que todo seso convierte
en su fuerza y afición;
una porfía forzosa
que no se puede vencer,
cuya fuerza porfiosa
hacemos más poderosa
queriéndonos defender.

II

Es placer en que hay dolores.
dolor en que hay alegría,
un pesar en que hay dulzores,
un esfuerzo en que hay temores,
temor en que hay osadía;
un placer en que hay enojos,
una gloria en que hay pasión,
una fe en que hay antojos,
fuerza que hacen los ojos
al seso y al corazón.

III

Es una cautividad
sin parecer las prisiones,
un robo de libertad,
un forzar de voluntad
donde no valen razones;
una sospecha celosa
causada por el querer,
una rabia deseosa
que no sabe qué es la cosa
que desea tanto ver.

IV

Es un modo de locura
con las mudanzas que hace
una vez pone tristura,
otra vez causa holgura
como lo quiere y le place;
un deseo que al ausente
trabaja pena y fatiga;
un recelo que al presente
hace callar lo que siente,
temiendo pena que diga.

V

FIN

Todas estas propiedades
tiene el verdadero amor;
el falso, mil falsedades,
mil mentiras, mil maldades,
como fingido traidor;
el toque para tocar
cuál amor es bien forjado,
es sufrir el desarmar,
que no puede comportar
el falso sobredorado.

Jorge Manrique.

Pintura: "La escuela del amor", Antonio Allegri, Correggio.

GLOSA "SIEMPRE AMAR Y AMOR SEGUIR", Jorge Manrique

I

Quiero, pues quiere Razón
de quien no puedo huir,
con fe de noble pasión,
pasión que pone afición,
siempre amar y amor seguir.

II

Siempre amar, pues que se paga
-según muestra amar Amor-
con amor, porque la llaga
-bien amando- del dolor
se sane y quede mayor.
Tal que con tal intención
quiero sin merced pedir,
pues que lo quiere Razón.
con fe de noble pasión,
siempre amar y amor seguir.

Jorge Manrique.

Pintura: "Cimón e Ifigenia", John Everett Millais.

domingo, 14 de abril de 2013

"COPLAS A UNA BEODA QUE TENÍA EMPEÑADO UN BRIAL EN LA TABERNA", Jorge Manrique

I

Hanme dicho que se atreve
una dueña a decir mal,
y he sabido cómo bebe
continuo sobre un brial;
y aun bebe de tal manera
que, siendo de terciopelo,
me dicen que a chico vuelo
será de la tabernera.

II

Está como un serafín
diciendo ya: -«¡Ojalá
estuviese San Martín
adonde mi casa está!»
De Valdiglesias se entiende
esta petición, y gana
por ser de allí parroquiana
pues que tal vino se vende.

III

Y reza de cada día,
esta devota señora,
esta santa letanía
que pondremos aquí ahora,
(en medio del suelo duro
hincados los sus hinojos,
llorando de los sus ojos
de beber el vino puro:)

IV

-«¡Oh, beata Madrigal
ora pro nobis a Dios!»
«¡Oh, santa Villa Real,
señora, ruega por nos!»
«¡Santos Yepes, Santa Coca,
rogad por nos al Señor,
porque de vuestro dulzor
no fallezca a la mi boca!»

V

«¡Santo Luque, yo te pido
que ruegues a Dios por mí;
y no pongas en olvido
de me dar vino de ti!»

«¡Oh, tú, Baeza beata,
Úbeda, santa bendita,
este deseo me quita
del torontés que me mata!»

Jorge Manrique.

Pintura: "El bufón de la corte" (1875), William Merrit Chase.

"COPLAS POR LA MUERTE DE SU PADRE", Jorge Manrique

I

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

II

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
mas que duró lo que vio,
pues que todo ha de pasar
por tal manera.

Mis poetas favoritos: JORGE MANRIQUE

Jorge Manrique (Paredes de Navas, España, h. 1440 - Castillo de Garcimuñoz, Cuenca, id., 1479). Poeta castellano autor de las célebres Coplas a la muerte de su padre, máxima creación de la lírica cortesana del siglo XV y una de las mejores elegías de la literatura española.
Miembro de una familia de la nobleza más rancia de Castilla (era hijo de don Rodrigo Manrique, maestre de la orden de Santiago, y sobrino del poeta Gómez Manrique), Jorge Manrique compaginó su afición por las letras con la carrera de las armas, participando junto a su padre en las luchas que precedieron al ascenso de los Reyes Católicos. Ambos pertenecían a la orden de Santiago, y combatieron del lado de Isabel la Católica contra los partidarios de Juana la Beltraneja. Pereció a causa de las heridas recibidas durante al asalto al castillo de Garcimuñoz, en el feudo del marqués de Villena.

La poesía de Jorge Manrique se sitúa dentro de la corriente cancioneril del siglo XV. Su producción poética menor, reunida en un Cancionero, está formada por medio centenar de composiciones breves, en su mayor parte de tema amoroso, que siguieron los cánones trovadorescos y cortesanos de finales de la Edad Media. Más originales son sus piezas burlescas, como las "Coplas a una beoda" o la titulada "Convite que hizo a su madrastra".

domingo, 7 de abril de 2013

"EN ABRIL", Mayte Dalianegra

A alguien que creía que los amigos de siempre
son sustituibles por los recientes 

En abril
la lluvia anegará prados y caminos
con un cieno tan dúctil como terco;
caminarás saltando los charcos,
remembrando andanzas infantiles,
con los pies empapados en esas aguas
que al final de la senda besarán tu frente.

El camino será arduo,
 mas no silente, una brisa tibia
te hablará
del concubinato entre el infierno y el cielo,
de los brotes que surgen
cuando Proserpina retorna al amparo
materno, y la tierra abandona su condición
de erial baldío
para consagrar su virginidad a la primavera.

En abril
contemplarán sus rostros sobre el espejo lacustre
las corolas solares de los narcisos,
saciando, con fauces vegetales,
la sed hacinada
durante el cautiverio del invierno.

Caminarás entonces atento al trino
de minúsculas aves
y al rápido discurrir de las horas
bajo las huellas que imprimen tus pies
sobre el fango fresco.

Verás las nubes quebrando la monotonía celeste
con su presencia algodonosa y húmeda,
verás también los semblantes de otros caminantes;
algunos, quizá, te confíen sus secretos,
a algunos, quizá, supuestamente tomarás por amigos,
y entonces asirás sus manos con viveza,
y entonces serás su consejero, su camarada afecto.

Mas cuando los hados bifurquen veredas,
ya no verás sus ojos,
ni escucharás el verbo que fluya de sus labios,
y apretarás el paso hasta llegar a puerto.

Alcanzada la meta,
tus puños sólo retendrán jirones de recuerdos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Proserpine” (1882), Dante Gabriel Rossetti
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"REQUIEM POR FEDERICO", Rafael de León

 I

Lo mataron en Granada,
una tarde de verano
y todo el cielo gitano
recibió la puñalada...

Sangre en verso derramada,
poesía dulce y roja
que toda la vega moja
en amargo desconsuelo
«sin paño de terciopelo
ni cáliz que la recoja».


(Por cielos de ceniza
se va el poeta;
la frente se le riza
como veleta.
Toda Granada
es una plazoleta
deshabitada)
II

«Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos».
En la plama de sus manos
como un niño lo traían...

Las mujeres se rompían
los volantes de la enagua,
y el Darro bailaba el agua
en un triste soniquete
que sonaba a martinete
y a cante grande de fragua...

(¡Encended los faroles;
romped el velo;
cantad por "caracoles",
que viene el duelo!
¡Como una espada,
llevadlo, así, entre "oles"
por su Granada)

sábado, 6 de abril de 2013

"LA HORA DURA", Mayte Dalianegra

La hora dura comienza
con  fiero zarpazo,
con el embate de las olas
engullendo el abrupto acantilado.
Inicia su ascenso
escalando hábilmente el minutero,
desligando la trabazón de los engranajes
de ese reloj que forma todo un hemisferio
en la concavidad del estómago.

Llega y nos cubre con su gualda arena
de playa tropical
que promete feliz asueto,
pero en realidad
es hora alumbrada
en el retorcido lomo de una duna,
allá, en un desierto infinito,
o en el albero de un ruedo
donde con feroz arrojo lidian las bestias.

Llega y nos cubre con su gualda arena
como a bivalvos
en espera de pleamares lujuriantes,
llega y ya no nos da tregua,
nos embadurna de esa esperanza
pegajosa que invita a la sonrisa necia,
para después asestarnos
el envite final en toda su crudeza.

Creíamos que sería fácil de abordar,
tanto como entornar los ojos
cuando el sol nos ciega
y reabrirlos en la oscuridad cavernaria;
mas la hora dura es así,
irónica y cáustica como esta partida
que nos desnuda y eviscera,
lacónica como el filo acerado de este adiós.

Mayte Dalianegra.

Pintura de Gigino Falconi.
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"COMO MARTE", Mayte Dalianegra

Como Marte,
has nacido para la guerra,
para la encarnizada contienda,
y un eterno desangrado de vísceras
escolta a cada uno de tus deíficos advenimientos,
pero tu diferencia con él
es que ya no retornará Venus a tu lecho.

Mayte Dalianegra

Pintura: “Marte” o “El descanso de Marte” (1640),  Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Museo del Prado, Madrid
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"EL ADIÓS", Mayte Dalianegra


Nos dijimos adiós
ya tantas veces,
y tantas veces
regresaron mis labios a tu encuentro,
y tantas retornaste tú en pos de mi aliento…
Y ahora este adiós,
hastiado de motines,
se suspende en el silencio.

Mayte Dalianegra.

Pintura: “The signal” (“La señal”), John William Godward.
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"RETRATO DE GARCÍA LORCA", Alfonsina Storni

Buscando raíces de alas
la frente
se le desplaza
a derecha
e izquierda.
Y sobre el remolino
de la cara
se le fija,
telón del más allá,
comba y ancha.
Una alimaña
le grita en la nariz
que intenta aplastársele
enfurecida…
Irrumpe un griego
por sus ojos distantes.
Un griego
que sofocan de enredaderas
las colinas andaluzas
de sus pómulos
y el valle trémulo
de su boca.
Salta su garganta
hacia afuera
pidiendo
la navaja lunada
de aguas filosas.
Cortádsela.
De norte a sud.
De este a oeste.
Dejad volar la cabeza,
la cabeza sola,
herida de ondas marinas
negras…
Y de caracolas de sátiro
que le caen
como campánulas
en la cara
de máscara antigua.
Apagadle
la voz de madera,
cavernosa,
arrebujada
en las catacumbas nasales.
Libradlo de ella,
y de sus brazos dulces,
y de su cuerpo terroso.
Forzadle sólo,
antes de lanzarlo
al espacio,
el arco de las cejas
hasta hacerlos puentes
del Atlántico,
del Pacífico…
Por donde los ojos,
navíos extraviados,
circulen
sin puertos
ni orillas…

Alfonsina Storni.

Pintura: "Retrato de Federico García Lorca", Joaquín Sorolla y Bastida.

jueves, 4 de abril de 2013

"UN DIABLO", Mayte Dalianegra

Habita un diablo en mí,
sediento de mi sangre,
corroe mis entrañas
y por mi boca sale
regurgitando bilis.
En esa amarga hiel
se acurruca mi canto,
se mece en la inmanencia
del cielo y del infierno.

Habita en mí el desorden
- caos del desengaño -,
moran en mi cabeza
las voces de los golpes,
el eco persistente
de angustias y quebrantos.
Nacen de mi aflicción
la lágrima y el duelo,
los tupidos crespones
que mi ánimo conturban.

Vienen mis males sordos,
ahogados en llanto,
galopando en la noche
sobre espectral caballo.
Traen con ellos quejas,
 aullidos y lamentos,
la constante zozobra
en agónicos piélagos.

Habita un diablo en mí,
me posee y me destruye,
cuando siento que tú,
abjuras de mi abrazo.

Mayte Dalianegra.

Pintura: “El destino realizado” (1885), Edward Burne-Jones.
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"LA TIERRA GIRA", Mayte Dalianegra



La Tierra gira
con la divina ebriedad de un derviche.

Del mismo y rotundo modo,
ese torbellino loco
que me invade cuando te diviso
en el dilatado trecho de mis pensamientos,
me obliga a girar sobre las puntas de mis pies
como la Salomé de Moreau,
portando el lirio blanco
que anunciaba la muerte de un profeta.

Rotando soy planeta en esta danza
desprovista de velos.

Rotando voy a tu encuentro rauda, ligera,
ingrávida,
circunvalando tu perímetro.

Rotando soy satélite
de esa vida que te alienta;
soy luna orbitándote en elipses,
recibiendo tu radiación,
tu luminaria creciente,
anterior al imperio de las sombras.

Rotando eres sol
germinando en mi conciencia,
abriendo los cráteres y sus borbotones,
abriendo los corazones escarlata
de las granadas maduras,
abriendo mi pecho al calor del abrazo
que crece con asombro,
que migra de la avidez al misterio.

Así mis hélices te recorren,
así este tránsito
de rotación y traslación en torno a tu flecha.

 Ya sólo el silencio legado por el último latido
—con su hoja fría
de cuchillo invicto— detendrá este movimiento.

(Mayte  Llera, Dalianegra)

Pintura: “Salomé danzando frente a Herodes” (1874-76), Gustave Moreau. The Armand Hammer Collection; Hammer Museum, Los Ángeles, U.S.A.
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"POSESIÓN LUMINOSA", Emilio Prados

Igual que este viento, quiero
figura de mi calor
ser y, despacio, entrar
donde descanse tu cuerpo
del verano; irme acercando
hasta él sin que me vea;
llegar, como un pulso abierto
latiendo en el aire: ser
figura del pensamiento
mío de ti, en su presencia;
abierta carne del viento,
estancia de amor en alma.

Tú -blando marfil de sueño,
nieve de carne, quietud
de palma, luna en silencio-,
sentada, dormida en medio
de tu cuarto. Y yo ir entrando
igual que un agua serena,
inundarte todo el cuerpo
hasta cubrirte y, entero
quedarme ya así por dentro,
como el aire en un farol,
viéndose temblar, luciendo,
brillar en medio de mí,
encendiéndose en mi cuerpo,
iluminando mi carne
toda ya carne de viento.

Emilio Prados.

Pintura de Eugeni Balakshin.

"SUEÑO", Emilio Prados

Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Alzáronse en el cielo
los nombres confundidos.

Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Nuestros cuerpos quedaron
frente a frente, vacíos.

Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Entre nuestros dos cuerpos,
¡qué inolvidable abismo!

Emilio Prados.

Pintura de Renso Castaneda Zevallos.

"TAN BLANCA", Emilio Prados

Tan blanca, sin figura,
ya tu mano levanta
la esquina de mi sueño...
¿Por dónde va tu carne?
¡Qué huida!:
Monte, luz, aire...
Mas tu mano en mi sueño:
¡qué rama baja el cielo!...
Este brazo tan largo
me va a unir con tu alma.

¡Qué alamedas de sangre
para entrar en tu cuerpo!
Tus dedos -¡qué raíces!-,
me clavan, me desclavan
-¡qué alegría!-; me llevan,
me desencarnan vivo,
me meten por tus venas,
me arrastran, suben, suben
por dentro de ti -fuera-:
sangre, monte, luz, aire...
¡Qué alegría! ¡Qué huida
arriba, arriba, arriba...

-¿Adónde?-
Adónde vuelas,
arriba adónde escapas;
por dónde va tu carne
sin vista ya y sin tacto;
sin calor, viva, pura,
eternidad latiendo
cielo ya toda y árbol.

Emilio Prados.

Pintura: "Santa Eulalia", John William Waterhouse.

"EL CORAZÓN MÁGICO", Emilio Prados

 Abrí la caja de los peces
y se cuajó el cielo
de luceros verdes...

¡Dadme ni doble aparejo,
con su compás de caña
y con su doble anzuelo!...

(Abrí la caja de los peces,
y se cuajó el cielo
de luceros verdes.)

¡Dejadme dormir!...
   ¡Silencio!...
¡Dejadme dormir abierto!

Emilio Prados.

Pintura de Konstantin Mogilev.

"VEGA EN CALMA", Emilio Prados

Cielo gris.
    suelo rojo...
    De un olivo a otro
    vuela el tordo.

    (En la tarde hay un sapo
    de ceniza y de oro.)

    Suelo gris.
    Cielo rojo...

    Quedó la luna enredada
    en el olivar.

    ¡Quedó la luna olvidada!

Emilio Prados.

Pintura: "Bosque de olivos", Vincent Van Gogh (Saint-Rémy 1889), Van Gogh Museum, Amsterdam.

Mis poetas favoritos: EMILIO PRADOS

Emilio Prados Such fue un poeta de la llamada Generación del 27. Nació en Málaga el 4 de marzo de 1899, dónde vivió sus primeros quince años. En 1914 se traslada a Madrid para ingresar en la Residencia de Estudiantes, donde conoce a Juan Ramón Jiménez, quien determinará su pronta orientación hacia la poesía.

En 1918 se incorpora al grupo universitario de la Residencia, centro que se convierte en punto convergente de las ideas vanguardistas e intelectuales de Europa, En este fecundo caldo de cultivo se forma la Generación del 27 y es aquí, donde Prados entabla amistad con el círculo que forman Federico García Lorca, Luis Buñuel, Juan Vicens, José Bello y Salvador Dalí.

En 1921, el agravamiento de la enfermedad pulmonar que padece desde su infancia le obliga a ingresar en un sanatorio en Suiza donde pasará la mayor parte del año. En esa reclusión terapéutica, Emilio Prados comenzará a descubrir los autores más sobresalientes de la literatura europea y a consolidar su vocación de escritor.

lunes, 1 de abril de 2013

"¿ADÓNDE?", Mayte Dalianegra


Los astados —con su imponente
fuerza motriz—
han derribado la valla,
han devorado el sembrado.

Del arbusto
que antes crecía con vigor,
queda una raíz desnuda
—descarnada hasta la médula—
contemplando la indigencia de su reflejo
en un charco.

¿Adónde los tiempos felices,
adónde?

¿Adónde aquel amor poderoso
que hincaba mis rodillas
ante la divina llama de su altar?

¿Adónde va el río
que en el mar de mi agitación
halla su desembocadura?

Los toros van y vuelven
—rubios como el ámbar del otoño—,
clavando las pezuñas
en la hierba jugosa,
a un trote ufano y raudo
que devasta la dehesa.

¿Adónde van los toros,
adónde las tormentas?

¿Adónde va la luz
cuando la noche
alza el vuelo con sus alas de cuervo?

¿Adónde van mis manos ahora
que están yermas?

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Castaños”, Walter Zuluaga
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