domingo, 29 de noviembre de 2015

"LA GACELA", Mayte Dalianegra


La gacela nunca piensa
que un día,
un día cualquiera,
un día sin asombros,
un día sin esquinas,
mientras pasta bajo la placidez diurna,
sentirá el cuchillo de unas fauces
germinando la envoltura de sus párpados.

Si a su mente acudiese tal pensamiento,
si la sola raíz de ese dilema asomase
sus entrañas bajo el manto dulce de la niebla,
seguro sería la inanición el motivo de su muerte,
nunca la voracidad del león.

La gacela corre inquieta
ante el menor argumento de lance,
aunque el cristal veteado y prófugo
de sus ojos no llegue a imaginar jamás
el vértigo clamoroso
de la sangre.

Al igual que la gacela,
corremos arriba y abajo
siguiendo un código tan críptico
como el de las constelaciones,
como el de las abejas.

Corremos arriba y abajo
desbrozando caminos,
desatando lazos,
proyectando haces de luz
que descubran la guarida de la sombra
y la obliguen a crujir
con un temblor huesudo.
Corremos arriba y abajo
desterrados de la seguridad del claustro,
indefensos ante la espada del miedo,
y suspiramos aliviados cuando cada noche
damos término al día,
suspiramos aliviados engullendo lotos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "El león hambriento se lanza sobre el antílope" (1905), Henry Rousseau. Fundación Beyeler, Riehen, Basilea, Suiza

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"SÓLO COSAS SOMBRÍAS", Ingeborg Bachmann


Como Orfeo, toco
en las cuerdas de la vida la muerte,
y ante la belleza de la tierra
y de tus ojos, que administran el cielo,
sólo sé decir cosas sombrías.

No olvides que también tú, de pronto,
aquella mañana, cuando tu lecho
todavía estaba húmedo de rocío y el clavel
dormía junto a tu corazón,
viste el río oscuro
pasar a tu lado.

La cuerda del silencio,
tensada sobre la ola de sangre,
puso manos en tu corazón sonante.
Transformado quedó tu rizo
en la cabellera de sombras de la noche,
los copos negros de las tinieblas
nevaron tu semblante.

Y mi lugar no está a tu lado.
Ahora nos lamentamos los dos.

Pero como Orfeo, sé
junto a las cuerdas de la muerte la vida,
y en mí reverbera el azulado
de tu ojo por siempre cerrado.

(Ingeborg Bachmann)

Versión de Arturo Parada

Pintura: Orfeo y Eurídice" (1864), Frederic Leighton 

Mis poetas favoritos: INGEBORG BACHMANN

Ingeborg Bachmann fue una poetisa, novelista y narradora de relatos breves austriaca nacida en Klagenfurt (Corintia). Hija de un director de escuela, estudió Filosofía, Psicología, Filología Alemana y Ciencias Políticas en Innsbruck, Graz y Viena. Se dedicó al periodismo antes de escribir su primer libro de poemas, "El tiempo postergado" (1953). A partir de entonces se convierte en un personaje público, no sólo por sus versos, sino por esa inusual combinación de sensualidad e inteligencia que llama la atención en un mundillo literario por entonces únicamente masculino. Mujer inaccesible y misteriosa, de extrema fragilidad, su voz quebrada y casi rota está llena de referencias filosóficas, desde Wittgenstein a Heidegger, pasando por Walter Benjamin o Simone de Beauvoir. 

Tuvo intensas relaciones con los escritores Paul Celan y Max Frisch, y más tarde atravesó duras crisis personales y de salud, evitando cada vez más las apariciones en público. Después de publicar su primer libro en prosa, "A los treinta años" (1961), se mantuvo durante diez años sin publicar apenas nada. Su siguiente libro, la novela "Malina" (1971), pasó directamente a la lista de los best-sellers, siendo considerada por eso la primera autora mediática de la literatura en lengua alemana. 

Otras obras suyas son, "Tres senderos hacia el lago", "Últimos poemas" e "Invocación a la Osa Mayor". Considerada como una de las más importantes poetisas post-bélicas, Italia fue su patria adoptiva en los últimos años de su vida.

Falleció en Roma, como consecuencia de las graves quemaduras que un incendio en su casa le produjeron (supuestamente se quedó dormida con un cigarrillo encendido). Desde entonces uno de los grandes premios literarios en lengua alemana lleva su nombre.

viernes, 13 de noviembre de 2015

"UN PASEO BORDEADO POR LOS TILOS", Mayte Dalianegra


Los ojos ven un amplio paseo,
bordeado por la fronda de unos tilos,
donde sólo la punzante arista del alambre
tiene su casa.
Los pies lo surcan con la atávica
ceguera de los funámbulos,
y hay un abismo negro y sediento,
un abismo incorpóreo y recóndito
que se abre a los flancos
como una catacumba,
como una fosa común
que pacientemente aguarda
a todo cuanto respira,
y con cada paso
y con cada pestañeo,
esa tumba abisal abre su boca
mostrando el filo cortante
de sus mandíbulas,
y hay que driblar sus envites
sin siquiera percibirlos.

Virajes vanos
con la no menos banal esperanza
de arañar algo de tiempo
y conservarlo como mugre bajo las uñas,
pues su saliva
ya sabe del sabor de la presa
y con sus quijadas
ya escarba la tierra, ya arregla el lecho.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Un parque de la ciudad" (1887) William Merrit Chase

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"VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS...", Cesare Pavese

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
—esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo—. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.

(Cesare Pavese)

Versión de Carles José i Solsora

Pintura de Rolf Armstrong

"TIENES ROSTRO DE PIEDRA ESCULPIDA", Cesare Pavese

Tienes rostro de piedra esculpida,
sangre de tierra dura,
viniste del mar.
Todo lo acoges y escudriñas
y rechazas
como el mar. En el corazón
tienes silencio, tienes palabras
engullidas. Eres oscura.
para ti el alba es silencio.

Y eres como las voces
de la tierra -el choque
del cubo en el pozo,
la canción del fuego,
la caída de una manzana;
las palabras resignadas
y tenebrosas sobre los umbrales,
el grito del niño- las cosas
que nunca pasan.
Tú no cambias. Eres oscura.

Eres la bodega cerrada
con la tierra removida,
donde el niño entró
una vez, descalzo,
y que siempre recuerda.
Eres la habitación oscura
en la que se vuelve a pensar siempre,
como en el patio antiguo
donde nacía el alba.

(Cesare Pavese)

Pintura: "Beatricesank", Wladislaw Theodor Benda