lunes, 24 de septiembre de 2012

"LOS CABALLOS DE AQUILES", Constantin Kavafis

Cuando vieron muerto a Patroclo,
que era tan valeroso, y fuerte, y joven,
los caballos de Aquiles comenzaron a llorar;
sus naturalezas inmortales se indignaban
por esta obra de la muerte que contemplaban.
Sacudían sus cabezas y agitaban sus largas crines,
golpeaban la tierra con las patas, y lloraban a Patroclo
al que sentían inanimado, destruido
una carne ahora mísera, su espíritu desaparecido,
indefenso, sin aliento devuelto desde la vida a la gran Nada.
Las lágrimas vio Zeus de los inmortales caballos y apenóse.

"En las bodas de Peleo"
dijo "no debí así irreflexivamente actuar;
¡mejor que no os hubiéramos dado caballos míos
desdichados! Qué buscabais allí abajo
entre la mísera humanidad que es juego del destino.
A vosotros que no la muerte acecha, ni la vejez
efímeras desgracias os atormentan. En sus padecimientos
os mezclaron los humanos". Pero sus lágrimas
seguían derramando los dos nobles animales
por la desgracia sin fin de la muerte.

Constantin Kavafis.

Pintura: "Aquiles se lamenta por la muerte de Patroclo", Gavin Hamilton (1760-1763).