sábado, 17 de marzo de 2018

"LA COPA DORADA", Mayte Llera (Dalianegra)


El cielo
—de un azul tan profundo como el mar—,
la copa dorada del día,
la moneda tintineante de la risa son 
lo que a la postre 
nos queda;

la migaja cotidiana
que nos obliga 
a mendigar una jornada más.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “The golden bowl” (La copa dorada), 1956, Frank Cadogan Cowper 


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"CASTILLA", Manuel Machado


El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas;
llaga la luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.

El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
el destierro, con doce de los suyos
—polvo, sudor y hierro—, el Cid cabalga.

Cerrado está el mesón a piedra y lodo...
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!

A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay una niña

muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules, y en los ojos lágrimas.

Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
—“Buen Cid, pasad...! El rey nos dará muerte,
arruinará la casa,

y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!”

Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: “¡En marcha!”

El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
—polvo, sudor y hierro—, el Cid cabalga.

(Manuel Machado)

Ilustración: "El Cid" (grabado, aguafuerte) Salvador Dalí (1968)