domingo, 26 de agosto de 2018

"LA IGLESIA DE SANT’IVO ALLA SAPIENZA (ROMA)", Mayte Llera (Dalianegra)


Estrella de David
que envuelve aire de porcelana.

Lirio
que el cielo toca:
seis pétalos de nieve
ornados con cadenas de luceros.

Pilastras acanaladas y capiteles corintios;
alados querubines.

Concierto de aristas y curvas:
voluptuosa anatomía de quimera.

Los Chigi, los Barberini, los Della Rovere…

Borromini
trazando la espiral de una Torre de Babel.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Fotografías de la iglesia de Sant'Ivo alla Sapienza, en Roma, 
obra maestra del arquitecto Francesco Borromini, erigida entre 1642 y 1660

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"AGONÍAS DE UN CARIBÚ", Alfredo Gangotena


Bajo el paso incierto y vegetal de angustia,
Levanto el polvo de la nada.
Toda pupila emerge
En esta soledad suspensa,
Toda concentración oscura,
En violencia tal
De hacinamiento y llama pura entre las rocas.

La luna atenta y circundada
A su vez aclara
Aquel espacio de su prenda
Fluente y nemoroso.
Atormentados cascos van a mengua
Redoblando el eco
En mil contornos de la estéril claridad polar.

Único en sí repercute el gemido entre la fronda
De un balido incauto.
Ventajas cruentas de la selva:
Desvalidos pasos del garañón herido
Que ya en las turbias aguas del escajo su condición aplaca
Su pesar consume.
Yacentes ojos a su propia luz ocultos
Bajo el ámbito nocturno de este vuelo.

Ver adentro, el cazador también escucha
El retiro alado de tanta lejanía inclusa.
Y en murmullos que la brisa asume, cuanto más cercanos, se acrecienta el rocío de las fieras.

A aquellas cuencas vuelvo, al conjunto aquél,
Saturado y tenso,
De fragancia y brotes.
Los continuos árboles
De vertical sustento, de fiero embate,
Allí persisten
Como la postrera vibración del aire.

Tantas voces en el eco. ¡Oh luna te reflejas en mi mente!
Como el ave en las alturas de su vuelo contenida,
Tan solo aún, noche mía, voy en ti, tan duro de distancias.
La pradera de tierno espacio en tanto me recibe,
Que en jugos desbordantes de los aires resplandece.

¿Mas, volverá el sedeño pasto
a brotar de luces?
De lo remoto el ciervo acude
A tal empeño de este clamor vedado.

(Alfredo Gangotena)

Pintura: "Indios cazando un caribú" (1860), Cornelius David Krieghoff. Art Gallery of Ontario, Canada

Mis poetas favoritos: ALFREDO GANGOTENA

Alfredo Gangotena fue un poeta lírico y simbolista, que escribió en francés y en español, nacido en Quito, Ecuador, el 19 de abril de 1904. Fue hijo de Carlos Gangotena Álvarez y de Hortensia Fernández-Salvador Chiriboga,  ricos terratenientes de la provincia de Pichincha.

Acababa de terminar sus primeros estudios cuando su padre murió repentinamente, por lo que en 1917 viajó con su madre a radicarse en París, donde continuó sus estudios en los liceos Michelet y Duvignon de Larnou, hasta obtener su bachillerato. Posteriormente ingresó en la Ecole de Mines, donde continuó estudios superiores hasta graduarse como Ingeniero de Minas.

Allí, en París, tuvo la oportunidad de juntarse con el chileno Vicente Huidobro, con el peruano César Vallejo y con su paisano, César Carre­ra Andrade, con quienes formó parte de ese grupo de poetas latinoamericanos que vivieron en París y escribieron en francés a principios del siglo XX.

Gangotena dominó el francés, tan extraordinariamente, que en 1922, cuando comenzó a publicar sus poemas en las revistas literarias más importantes de Francia, el pintor, escritor y poeta francés Max Jacob le escribió en los siguientes términos: “Usted ha tenido los dones del Espíritu Santo. Hace poco tiempo no sabía nada del francés y ahora ya quisieran muchos escritores de fama tener un uso tan mara­villoso como el suyo”.

Regresó a Quito en 1926 y durante poco tiempo fue profesor de la Universidad Central. Dos años más tarde publicó, bajo el título de “Orogenie”, su primer volumen de versos en francés, que fue recibido con hostilidad y silencio en los medios literarios ecuatorianos; pero con aplauso y elogio por parte de poetas, escritores y filósofos franceses.

Jean Cocteau le escribiría entonces: “Tiene usted genio… sabe cuánto le admiro… su Orogenie es una copa del cielo… sin la amistad de poetas como usted, respiro mal… No diga a nadie nuestros proyectos de Gloria…”

Poco tiempo después, hastiado de la vida que llevaba en Quito, y desterrado por los círculos intelectuales y culturales que lo aislaron y rechazaron, volvió a París para reunirse con su madre y hermanos, y donde, entre los poetas franceses que reconocían su exquisito talento, se sentía como en su propia casa y podía desarrollar la mayor riqueza de su capacidad.

Fue entonces que, gracias a su extraña y oscura sensibilidad de artista,  pudo hacer amistad con varios de los más extraordinarios intelectuales de esa época, como lo fueron Jean Cocteau, Max Jacob, Julles Superville y Henri Michaux.

Fruto de su inspiración, brotada bajo el influjo de Francia, son sus poemas “L’Homme de Truxillo”, “Poiere D’Angoisse” (Pera de Angustia), “Vaillée”, dedicado a Jean Cocteau, “B’Orage Secret” (La Tempestad Secreta), “Ansense”, poemario con 12 composiciones en francés publicado en 1932 y dos en español; “Chistóforus”, “Nuit”, este último publicado en 1938; etc.

Posteriormente volvió a Quito, donde murió el 23 de diciembre de 1944.