jueves, 19 de octubre de 2017

"NADA (CÉSAR BORGIA)", Mayte Llera (Dalianegra)


Príncipe,
tu espada 
—templada en la línea del horizonte
donde el cielo y el infierno
se acoplan lujuriosos—
es un rayo homicida 
que grita su vértigo,
el eje de una tempestad
que arrasa vergeles,
una fértil materia
que gesta el dolor.
Su metal sediento
te mantiene a horcajadas,
Gran Confaloniero, Duque Valentino.

Los idus de marzo
galopan veloces
hasta La Barranca Salada. Aventajan tres días. 
Tu máscara de cuero cae,
entonces, un destello en el acero muestra: 
“O César o nada”.

(Mayte Llera, "Dalianegra")

Pintura: "Retrato de César Borgia" (s. XVI), Altobello Melone. Academia Carrara, Bérgamo, Italia

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"LAS PIEDRAS DOMÉSTICAS", Jean Arp



las piedras son entrañas
bravo bravo
las piedras son troncos de aire
las piedras son ramas de agua
sobre la piedra que ocupa el lugar de la boca
brota una espina
bravo
una voz de piedra
está frente a frente
y codo a codo
con una mirada de piedra
las piedras sufren los tormentos de la carne
las piedras son nubes
pues su segunda naturaleza
baila sobre su tercera nariz
bravo bravo
cuando las piedras se rascan
las uñas brotan en las raíces
las piedras tienen orejas
para comer la hora exacta.

De "Le siège de l'air"
Versión de Aldo Pellegrini

(Jean Arp)

Traducción de Aldo Pellegrini

Pintura de Victor Safonkin

"DE CARNE Y HUESO", Jean Arp


Un péndulo de carne y hueso
toca el abecedario.
Las nubes respiran en los cajones.
Una escalera de mano sube por una escalera
de mano y lleva a la espalda
a la mujer escalera.

El espacio está sobre aviso.
Ya no duerme como la leche.
Se columpia en la lengua
de un recuerdo piadoso.
El espacio está bien lavado.
La desnudez de una cruz
la descripción de una lágrima
la descripción de una gota de sangre
en una gruta de carne y hueso.

En el plano ruidoso de nuestro siglo
un cordelito perdido
se pone a contarnos
que sirvió para hacer bailar
pirámides de carne y hueso
sobre sus vértices
como peonzas.

Dame de tus montes,
tienes más de mil.
Yo te daré a cambio
viento y porcelana de viento.
Te daré árboles mutilados
con manos de puntillas.

Te daré una corona de carne y hueso
y un gran sombrero lleno de miel.
Te daré además
uno de mis jardineros
que me riega de día y de noche.

(Jean Arp)

Traducción de Jesús Munárriz

Pintura de Angela Fraleigh

Mis poetas favoritos: JEAN ARP

Hans (Jean) Arp (16 de septiembre de 1887- 7 de junio de 1966) fue un escultor, poeta y pintor francoalemán. Fue uno de los fundadores del movimiento conocido como Dadaísmo.

Nació en Estrasburgo, durante el breve período siguiente a la guerra franco-prusiana, cuando la zona era conocida como Alsacia-Lorena, después de haber sido devuelta a Alemania por parte de Francia. Luego de que el territorio fuera reincorporado a Francia nuevamente, al término de la Primera Guerra Mundial, las leyes francesas determinaron que su nombre sería Jean y no Hans.

En 1904, después de asistir a la Escuela de Artes y Oficios en Estrasburgo, fue a París, en donde publicó por primera vez sus poesías. Desde 1905 hasta 1907 estudió en la Kunstschule (Escuela de Arte) de Weimar, Alemania y en 1908 regresó a París en donde asistió a la Académie Julian.

En 1915 se mudó a Suiza, para aprovechar la neutralidad suiza. Arp más tarde contó la historia de cómo, cuando le notificaron que debía presentarse a la embajada alemana, evitó ser reclutado para el ejército: tomó el papeleo que le dieron y, en el primer espacio, escribió la fecha. Después puso la fecha en todo el resto de espacios en blanco, luego trazó una línea por debajo y cuidadosamente las sumó. Entonces se quitó toda la ropa y marchó con los papeles en la mano. Le dijeron que se marchara a casa.

sábado, 7 de octubre de 2017

"AÑOS 30", Mayte Llera (Dalianegra)


Vamps estilizadas 
—terrones de azúcar 
caramelizados bajo los focos 
de los musicales de la RKO—
cimbrean dibujando 
caleidoscópicas geometrías,
ostentando el fasto de la seda, 
las lentejuelas y el lamé,
mientras el vértigo de un picado
captura la apoteosis del instante.

Galanes de nuca rasurada y mechones 
blindados con brillantina
—que combaten su insurgencia sobre la almohada 
con redecilla— profetizan un futuro 
halagüeño en las bolas de cristal de las burbujas.
El champán y el jazz son las ruedas 
del carro de la noche,
y, como trenes de vapor,
boquillas interminables expelen 
hilachas de humo azul
que asciende y se trenza.

A la sombra del oropel 
de esa luz de tulipa art déco,
un río de desempleados se arremansa 
ante la promesa 
de un plato caliente,
y los vagones de los mercancías transportan 
polizones a la deriva.

En París,
Henry Miller almuerza con frugalidad
merced a la compasión de sus amigos.
En España,
Caín levanta una quijada de asno 
y, tras una noche de noviembre,
Alemania
amanece con la fría escarcha de los cristales rotos.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "La chica dorada" (1933), Rolf Armstrong

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"ESTA MUCHACHA Y SU HERMOSURA ANTIGUA...", José García Nieto



Esta muchacha y su hermosura antigua
y su ademán de enamorada calle
que va con las ventanas de sus ojos
hacia los arcos del amor triunfante,

¿de qué lugar del suelo se ha escapado?,
¿de qué reino en que estuve hace un instante?
Hace mil años ya, pero conozco
de su piel encendida las señales.

Pasa con sus navíos por el agua;
abre sus velas; sabe de cien mares:
quieren dejarse hundir por su madera
y hacer brillar cien veces sus metales.

En la penumbra, un arenal sombrío
intenta recordar los cuerpos ágiles.
Aquí estaban un día, pero el viento
borró la oscura huella de la sangre.

La letra se refugia en la costumbre...
¡Adelante los nombres; adelante!
¿Quiénes sois? ¿Dónde estáis, sílabas muertas?
Es memoria falaz la de la carne.

Esos cabellos sueltos, esos brazos,
esos pies que se hunden, leves, graves,
esa pierna que avanza irrepetible,
ese velado pecho inalcanzable,

¿qué tejados tendrán?, ¿qué fina lluvia
harán caer en un pinar sin nadie
donde algún corazón sienta sus pasos
y estremezca los nidos al mojarse?

Señor, Tú eres el agua que ha anegado
los caminos de oro en esta tarde.
Conocían mi huella entre los pinos
que confunde la noche al acercarse.

Tenía la belleza por fortuna;
tenía un cielo azul por hospedaje,
una plaza cuadrada con palomas
y un palomar donde habitaba el aire.

Arriba estabas Tú con la mañana
llena de sol. Tu mano, dulce y grande,
se apoyaba en los hombros de la tierra,
bajaba a mis balcones a tocarme.

Hoy se han oscurecido de repente
los troncos dibujados de los árboles
donde a tientas persigo inútilmente
el testimonio de las iniciales.

(José García Nieto)

Pintura: "Azotada por el viento", John William Waterhouse 

"LASTRES", José García Nieto


Canta el mar a mis pies, canta y resuena,
y dice su mensaje apresurado
hasta escalar la soledad del prado
donde otra playa de verdor se estrena.

Se ve en la hondura el oro de la arena,
la sangre de la ola, en el tejado,
ya allá, el azul del cielo, traspasado
por la niebla que al monte se encadena.

Amor del que nací, vuelve y empieza
de nuevo donde surge la belleza
y hace jugoso todo cuanto toca.

Corazón enredado, sal si puedes,
o besa entre los hilos de estas redes
la misma sal de aquella antigua boca.

(José García Nieto)

Pintura: "Lastres, Asturias", acuarela de Rubén de Luis

"EN LA DISTANCIA", José García Nieto


Perlora, en la distancia, recordarte
es dar al sueño una verdad lejana;
es como oír de nuevo la campana
de aquel mar que florece al golpearte.

Qué fábula, qué magia pudo darte
entre el verdor la gracia ciudadana:
una distinta luz cada ventana,
una lanza el maíz por cualquier parte?

Te pienso aquí y te sé en la tierra mía.
Era una vez... Y nadie me creía.
Pero yo te he tenido, y he tocado

tu piel que bajo el cielo se serena:
aquí, Carranques, dos labios de arena,
allí, Candás, como un navío anclado.

(José García Nieto)

Pintura: "Playa de Carranques en Perlora, Asturias", Rosa María Noval

"BARRO DE LA PALABRA",José García Nieto


Hoy he tomado el barro de la palabra en frío;
su piel ya me conoce; poco a poco, temblada
por mi caricia, vibra, responde a la llamada
de la costumbre. Toco. Me adueño de lo mío.

Penetro en la palabra. Las orillas del río
me acogen, me conducen, y se siente creada
la mano creadora... ¿Vive la enamorada
mi amor, o me amenazan su ocaso y su extravío...?

¡Qué torpe es el amante, qué ciega su porfía!
No dice la palabra lo que ayer le decía.
O sí: dice lo mismo, miente lo mismo, inventa

lo mismo...  «¡Calla, calla...!», le increpa. Y luego llora
su soledad. Y vuelve. Y, arrastrándose, implora:
«Quiero morir tocando tu barro, aunque me mienta».

(José García Nieto)

Pintura: "El final de la búsqueda" (1921), Frank Dicksee

Mis poetas favoritos: JOSÉ GARCÍA NIETO

José García Nieto nació en Oviedo el 6 de julio de 1914. Su infancia, que transcurrió entre Soria y Toledo, estuvo marcada por la pérdida de su padre a los seis años. Empezó la carrera de Ciencias Exactas, pero la abandonó para cursar Periodismo, en Madrid, ciudad en la que se instaló en 1929. Desde sus primeros años en la capital contactó con el círculo literario Café Gijón. Su poética se inscribió dentro de la corriente de los llamados garcilasistas. Su intensa actividad intelectual se concretó en proyectos como la fundación de la revista Garcilaso que dirigió.

Junto a Pedro Lorenzo, lideró el grupo literario «Juventud Creadora». También dirigió las revistas Acanto —del Consejo Superior de Investigaciones Científicas—, Poesía Española y Mundo Hispánico —del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid—.

Durante la guerra civil española pasó un periodo en la cárcel y al concluir la contienda quedó en libertad. En esos años publicó su primer poemario Víspera hacia ti (1940). Su obra abarca una treintena de libros, entre los podemos mencionar: Versos de un huésped de Luisa Esteban, Tú y yo sobre la tierra (1944); Retablo del ángel, el hombre y la pastora, Toledo (1945); Del campo y soledad (1946); Sonetos por mi hija, (1953); Corpus Christi y seis sonetos, (1962); Circunstancia de la muerte, La hora undécima (1963); Memorias y compromisos (1966); Facultad de volver, (1970); Taller de arte menor y cincuenta sonetos, (1973); Sonetos y revelaciones de Madrid (1976); Los cristales fingidos (1984), y Galiana (1986).