domingo, 25 de mayo de 2014

"PASADO Y PRESENTE", Mayte Dalianegra

El tiempo es un pájaro
que vuela de su nido
hacia otro árbol,
llevando en el pico las pequeñas
ramas
que le cobijaron en su nacimiento.

En el nuevo árbol
construye otro nido
(cuya existencia no sería posible
sin el nido antiguo).

Concluido ese nido,
nada queda ya del nido anterior,
nada queda, ni siquiera el pájaro,
nada queda, excepto esas ramas.

En el nido nuevo,
un huevo eclosiona.

Mayte Dalianegra.

Pintura de Vincent Bakkum.

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"LA MEMORIA", María Sanz

Si quieres olvidar, si no te basta
con ahuyentar heridas y desprecios,
acuérdate del día en que un poema
te liberó del mundo y sus engaños.

María Sanz

Pintura de Víctor Rodríguez

"LA ESTATUA", María Sanz

A un paso de la vida te sitúas.
Tienes la pierna adelantada, el busto
semidesnudo, pero el tiempo impide
que cruces unos límites, que huyas
en su nombre. Tan sólo estás a un paso
de conocer tu territorio. Sientes
tu soledad de mármol enclaustrada
entre el viento y la lluvia. Ah, si el tiempo
pasara por ti misma, liberándote...

María Sanz

Pintura de Victor Hagea

"HOMBRES AL NATURAL", María Sanz

Son seres grises,
inequívocamente masculinos,
que lo mismo me envían
algún ramo de rosas
con cuatro plenilunios de retraso,
que intentan sorprenderme
al llegar en su lata
(léase coche) último modelo
donde se sienten mágicos.

Seres brillantes,
portadores de un agua de colonia
que anuncia su presencia
con cuatro primaveras de adelanto;
hombres al natural, de calle y riesgo,
que buscan evadirse
llevándome a cenar. Puedo ingerirlos
antes de que caduquen,
pero se me indigestan
media hora después, y no merece
la pena estropear esa velada.

Madre Naturaleza,
los pones a mi alcance, y agradezco
tus sabias intenciones.
Pero yo siempre he sido
inequívocamente femenina,
y declaro ante ti que cada vez
es mayor la distancia que nos une.

María Sanz

Pintura: "Golconde" (1953), René Magritte. The Menil Collection. Houston. Texas. EE.UU.

"EN LA MORADA DE LA LUZ ESCRIBO...", María Sanz

En la morada de la luz escribo
con una transparencia contenida,
que me hace hueco, que me desenvuelve
de tanta noche cruel y su amenaza.
Voy de camino, siempre voy, a solas
por las estancias donde iba antes
de saber que ya no tengo regreso.
En la morada de la luz, del cálido
perfume que conforta mis poemas
escribo hacia delante, como vivo.

María Sanz

Pintura de Michael Engelhardt

Mis poetas favoritos: MARÍA SANZ

María Sanz es una poeta española, nacida en Sevilla el 8 de enero de 1956. Su temprana vocación literaria cristalizó en una obra poética que, aunque comenzó a ver la luz cuando su autora había cumplido ya los treinta años, pronto se mostró como una de las más fecundas y apreciadas de la joven poesía femenina española. En efecto, sus publicaciones poéticas alcanzan ya más de una treintena de volúmenes impresos, y los premios con que han sido galardonados algunos de sus poemas (o el conjunto de ellos) forman una lista de prolija enumeración ("Ricardo Molina", "Ateneo", "Carmen Conde", "Leonor", "Vicente Aleixandre", "Tiflos", "Rosalía de Castro", "Manuel Alcántara", "Blas de Otero", etc.).

Su primer libro lleva el título Tierra difícil (Madrid, 1981), que publicó a los veinticinco años de edad. Posteriormente salieron Aquí quema la niebla (Madrid, 1986), los tórculos Contemplaciones (Barcelona, 1988), Jardines de Murillo (Mérida, 1989),Trasluz (Toledo, 1989), Aves de paso (Soria, 1991), Los aparecidos (Torrejón de Ardoz [Madrid], 1991), Desde noviembre (Madrid, 1992), Vivir por dentro (Madrid, 1992), Paseo de los magnolios (León, 1995) y Tanto vales (Madrid, 1996).

Buena parte de sus versos se han reunido en volúmenes recopilatorios como Pétalo impar. Antología 1981-1991 (Madrid, 1991), Un resplandor cercano. Antología sevillana (Sevilla, 2002) y Luna de Capricornio. Antología 1981-2006 (2007). Asimismo, algunas de sus poesías han sido traducidas a varios idiomas y recogidas también en antologías, entre ellas: Quinta Antología de “Adonais” (1993), Ellas tienen la palabra (1997), Criatura frente a la creación (2000), Antología de la Poesía Femenina de España en el siglo XX (2001) y Los cuarenta principales. Antología general de la poesía andaluza contemporánea (1975-2002).

Sus trabajos mas recientes son Tu lumbre ajena (2001), Dos lentas soledades (2002), Tempo de vuelo sostenido (2004), Mínimo sol de invierno (2006), Voz mediante (2006), Lance sonoro (2007), Regazo e interperie (2007), Hypnos en la ventana (2009), La Luz no usada (2010) y Retablo de cenizas (2011).

domingo, 18 de mayo de 2014

"GOTA DE AGUA", Mayte Dalianegra


Anhelante de otra gota de agua
me lancé a los ríos,
a sus corrientes sinuosas,
a sus meandros serpenteantes
ocultos entre los juncos.

No habitaba en mí el temor
al ahogamiento ni a la asfixia.
Me sentí arrastrada
por aguas impuras.
Un caimán grande y poderoso
me mostró la sierra marfileña
de sus mandíbulas; lo ignoré y proseguí
mi avance inexorable
hacia la cascada y su precipicio.

La amargura del curare penetró
en el caudal de mi sangre
como la aguda proa de una canoa.
También navegaron por ella los ocelos del jaguar
y los élitros translúcidos de las libélulas.

Todo aquel rumbo incierto,
aquel viraje,
me desorientaba,
me apretaba el corazón
y las arterias.

Nunca sabré el porqué
de aquella inercia, buscando
aquella gota entre fangales.

Nunca sabré el porqué
de mi ceguera, de aquel querer cambiar
tus aguas diáfanas por la turbieza.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Agua clara", Miguel Avataneo

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"¿QUIÉN SOÑÓ QUE LA BELLEZA PASA COMO EN UN SUEÑO?", William Butler Yeats

¿Quién soñó que la belleza pasa como un sueño
Por estos labios rojos, con todo su triste orgullo,
Tan tristes ya que ninguna maravilla pueden presagiar?
Troya se nos fue con destello fúnebre y violento
Y murieron los hijos de Utsna.

Desfilamos, y desfila con nosotros el mundo atareado
Entre las almas de los hombres, que se despiden y ceden su puesto
Como las pálidas aguas en su glacial carrera;
Bajo estrellas que pasan, espuma de los cielos,
Sigue viviendo este rostro solitario.

Inclináos, arcángeles, en vuestra sombría morada:
Antes de que existierais y antes de que ningún corazón latiera,
Rendida y amable permanecía junto a su trono;
La Belleza hizo que el mundo fuera una senda de hierba
Para que ella posara sus pies errantes.
 
William Butler Yeats.
 
Pintura: "Venus Anadyomene", Dominique Ingres.


"OÍ DECIR A LOS MUY VIEJOS", William Butler Yeats

Oí decir a los muy, muy viejos:
"Todo cambia
Y uno a uno vamos cayendo".

Tenían las manos como garras,
Y las rodillas torcidas como espinos
Junto a las aguas.

Oí decir a los muy, muy viejos:
"Todo lo bello se pierde al pasar,
Como las aguas."

William Butler Yeats.

Pintura: "Retrato de anciano con barba", Rembrandt van Rijn.

"EL VINO ENTRA EN LA BOCA", William Butler Yeats

El vino entra en la boca
Y el amor entra en los ojos;
Esto es todo lo que en verdad conocemos
Antes de envejecer y morir.
Así llevo el vaso a mi boca,
Y te miro y suspiro.

William Butler Yeats.

Pintura de Jean Pierre bedarrides.

"LOS HOMBRES MEJORAN CON LOS AÑOS", William Butler Yeats

Estoy cansado de sueños;
Un tritón de mármol, gastado por el clima
En los riachuelos;
Y durante todo el día observo
La belleza de esta dama
Como si hubiese hallado en un libro
Una belleza imaginada,
Satisfecho de tener repletos mis ojos
O mis oídos que perciben,
Encantado de no ser más que sabio,
Pues los hombres mejoran con los años;
Pero aún así, aún así,
¿Es ese mi sueño, o la verdad?
Oh, ¡cómo quisiera que nos hubiésemos conocido
Cuando yo tenía mi ardiente juventud!
Pero envejezco entre sueños,
Un tritón de mármol, gastado por el clima
En los riachuelos.

 William Butler Yeats.

Pintura: "Tosca en azul", Ivan Olinsky.

"ÉL DESEA LAS TELAS DEL CIELO", William Butler Yeats

Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
Recamadas con luz dorada y plateada,
Las telas azules y las tenues y las oscuras
De la noche y la luz y la media luz,
Extendería las telas bajo tus pies:
Pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
He extendido mis sueños bajo tus pies;
Pisa suavemente, pues pisas mis sueños. 

 William Butler Yeats.

Pintura "Paisaje con casa de aldeanos", Jan van Goyen. Museo del Hermitage, San Petersburgo.


"ALLÁ EN LOS JARDINES DE SALLEY", William Butler Yeats

Allá en los jardines de Salley mi amor y yo nos encontramos;
Pasó por los jardines de Salley con pies pequeños, blancos como nieve.
Me dijo que me tomase el amor con naturalidad, como las hojas que crecen en el árbol;
Pero yo, siendo joven y tonto, no estuve de acuerdo con ella.

En un prado junto al río mi amor y yo nos encontrábamos,
Y en mi hombro inclinado ella apoyó su mano, blanca como nieve.
Me dijo que me tomase la vida con naturalidad, como la yerba crece en las presas;
Pero yo era joven y tonto, y ahora estoy lleno de lágrimas. 

William Butler Yeats.

Pintura de Peder Mork Monsted.



Mis poetas favoritos: WILLIAM BUTLER YEATS

William Butler Yeats (Dublín, 1865 - Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939). Poeta y dramaturgo irlandés. Creador del estilo celta crepuscular, fue sin duda el máximo representante del renacimiento de la literatura irlandesa moderna, y uno de los autores más destacados del siglo XX.

Recibió el Premio Nobel de literatura en 1923. El mayor logro de Yeats fue independizar la cultura irlandesa de los moldes ingleses, tanto en la temática como en la expresión. La poesía de Yeats suele estar inspirada en el paisaje, los ambientes y los mitos de la cultura tradicional irlandesa, especialmente en las leyendas de origen celta, con una constante preocupación por la musicalidad del verso.

Hijo del pintor John Butler Yeats y miembro de una antigua familia irlandesa protestante, estudió pintura en Londres y en Dublín. Pasó largas temporadas en el condado de Sligo, que le inspiró un enorme interés por las tradiciones populares irlandesas. En 1887, se trasladó, junto con su familia, a Londres, y allí descubrió el hinduismo, la teosofía y el ocultismo, interesándose por la magia, el movimiento rosacruz y el espiritualismo. Se relacionó con el grupo de escritores decadentes, reunidos en torno al Yellow Book.

viernes, 9 de mayo de 2014

"ROMANTICISMO", Mayte Dalianegra

Imaginemos un pasado para algo del pasado,
para las piedras silentes que custodian
las voces de quienes acariciaron sus sólidos tegumentos con sus secretos.

Imaginemos un pasado guardado largamente,
que nos hable
de otras auroras, de otras memorias.

Entornemos los ojos,
volvamos la mirada hacia otras eras.

Imaginemos el país de Egipto,
con sus pirámides
de sillares dorados por un sol crepuscular,
con sus pilonos majestuosos como antesala
de los templos,
con sus jeroglíficos y sus bajorrelieves,
con la verticalidad vertiginosa
de sus afilados obeliscos.

Imaginemos la Grecia clásica,
con sus columnatas estriadas y sus pórticos,
o la Roma que conmoviera al mundo
con un imperio de arcos triunfales,
o el Tahuantinsuyu de los incas,
con sus enclaves de elevada orografía planetaria,
o las ciudadelas
mayas surcadas por el vuelo del quetzal de plumas
de jade.

Imaginemos los castillos
medievales y sus adarves
almenados troquelados en el cielo,
las pagodas de tejados curvilíneos
superpuestos, con sus colosales Budas,
las cúpulas de las mezquitas de Estambul,
las doradas de las catedrales rusas y su Kremlin,
o la deslumbrante masa marmórea del Taj Mahal.

Imaginemos un pasado que insufle
aliento a todo vestigio de lo que fue orgánico
y hoy es muro pétreo.

Visitemos la cotidianidad antigua
que exponen los museos,
e imaginemos laureles
para la boca sin lengua del enigma,
mientras cerramos los párpados a la noche atroz,
al reverso oscuro.

Mayte Dalianegra.

Pintura: “Interior del Templo de Abu Simbel, Egipto”, David Roberts (1796 – 1864).

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"UN ARTE", Elizabeth Bishop


El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.

Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.

Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.

Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.

Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.

Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto
que amo) no habré mentido. Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre.

  (Elizabeth Bishop)

Pintura: "El turbante verde" (1930), Tamara de Lempicka


"MIENTRAS ALGUIEN TELEFONEA", Elizabeth Bishop

Desperdiciados, desperdiciados minutos que no pueden ser peores,
minutos de una bárbara condescendencia.
-Mira los abetos desde la ventana del baño,
sus oscuras agujas, adiciones sin propósito
maderadamente cristalizadas, y en donde dos luciérnagas
no hacen más que perderse.
Oir nada que no sea el tren que pasa, que debe pasar, como la tensión;
nada. Y esperar:
quizá incluso ahora el anfitrión de estos minutos
emerge, algún relajado extraño que no condesciende,
la liberación del corazón.
Y mientras las luciérnagas
no logran aún iluminar este árbol de pesadillas
no podrían bien ser ellas sus alegres ojos verdes.

 Elizabeth Bishop.

Pintura: "The Telephone" (1930) Tamara de Lempicka.


"CARTA A NUEVA YORK", Elizabeth Bishop

En tu próxima carta quisiera que me dijeras
a dónde estás yendo y qué estás haciendo.
Cómo son los teatros y después de los teatros
qué otros placeres estás persiguiendo:

 tomando taxis en medio de la noche,
conduciendo como para salvar tu alma,
donde el camino dobla y dobla por el parque
y el parquímetro brilla como una lechuza moralista

 y los árboles lucen tan raros y verdes,
parados y solos en grandes cuevas negras
y súbitamente estás en un lugar diferente
donde todo se ve pasar en olas,

 y no puedes atrapar la mayoría de los chistes
como palabras sucias borradas de un pizarrón
y las canciones suenan fuerte pero en cierto modo apagadas
y eso nos alcanza tan terriblemente tarde,

 y saliendo de la casa cuya puerta está
bajo el nivel de la acera gris, a la mojada calle,
un lado de los edificios se levanta con el sol
como un reluciente campo de trigo.

 ...Trigo, no avena, querida. Estoy asustada:
si esto es trigo no es nada de tu siembra.
Aún así me gustaría saber
qué estás haciendo y a dónde estás yendo.

Elizabeth Bishop.

Pintura: "Retrato de la Duquesa de La Salle" (1925), Tamara de Lempicka.

"CIUDAD NOCTURNA", Elizabeth Bishop

No hay pie que lo pudiera resistir,
los zapatos son demasiado frágiles.
Cristal roto, botellas rotas,
que se queman a montones.
Sobre aquellos neumáticos
nadie podría caminar:
aquellos ácidos llameantes
y sangres jaspeadas.
La ciudad hace arder lágrimas.
Un lago acumulado
de aguamarina
comienza a humear.
La ciudad hace arder culpas.
—Para la eliminación de culpas
el calor central
debe ser de esa intensidad.
Diáfana linfa,
sangre turgente y brillante,
salpica
en coágulos dorados
adonde, fundidos, fluyen,
por los oscuros alrededores,
verdes y luminosos
ríos de silicio.
Un charco de asfalto
un magnate
lloró por sí mismo,
una luna ennegrecida.
Otro levantó
un rascacielos con su llanto.
¡Mira! Sus cables
chorrean, incandescentes.
La conflagración
lucha por aire
en medio de un vacío espantoso.
El cielo está muerto.
(Sin embargo, hay criaturas,
cuidadosas, más adelante.
Ponen sus pies en el suelo, caminan:
verde, roja; verde, roja).

Elizabeth Bishop.

Pintura: "Noche de lluvia", F. M. Marrouch.

Mis poetas favoritos: ELIZABETH BISHOP

Elizabeth Bishop (Worcester, Massachusetts, 8 de febrero de 1911 - Boston, 6 de octubre de 1979), fue una poeta estadounidense, distinguida como poeta laureada de los Estados Unidos (1949-1950) y Premio Pulitzer de poesía en 1956.

Fue educada por sus abuelos en Nova Scotia debido a que su padre había fallecido cuando ella sólo tenía ocho meses de vida y su madre padecía una enfermedad mental por la cual tuvo que ser enviada en 1916 a una residencia psiquiátrica.

Durante su estadía en Walnut Hill School, la creadora de obras como “Una locura cotidiana”, “Norte y Sur” y “Cuestiones de viaje” comenzó a publicar sus primeros poemas en una revista estudiantil y, años después de matricularse en Vassar College, fundó junto a otras escritoras la revista literaria independiente “Con Spirito”.

A lo largo de su vida, esta autora cuya obra estuvo influenciada en gran medida por la poeta estadounidense Marianne Moore, conoció una importante cantidad de países y ciudades del mundo y, durante varios años, fijó su residencia en Francia, en Florida y en Brasil.

Además de publicar sus trabajos, esta poetisa que llegó a obtener numerosos reconocimientos tales como el premio Houghton Mifflin Prize de Poesía, el Pulitzer, el National Book Award, el National Book Critics Circle Award, dos becas Guggenheim y el Neustadt International Prize for Literature, entre otros, probó suerte como traductora, escribió artículos para “The New Yorker” y brindó conferencias en diversas universidades, muchas de las cuales la tuvieron también como profesora.

Respecto a su vida privada, Elizabeth Bishop se ha convertido en un icono como poeta lesbiana, y a pesar de haber mantenido vínculos amorosos con distintas mujeres, sólo tuvo dos relaciones estables: la primera con Lota de Macedo Soares, una arquitecta socialista brasileña de buen pasar económico y la otra, con Alice Methfessel, quien heredó los derechos de la obra literaria de Bishop, después de que ella, el 6 de octubre de 1979, muriera en su casa de Boston producto de una hemorragia cerebral.

viernes, 2 de mayo de 2014

"QUÉ, QUIÉN, QUIÉNES...", Mayte Dalianegra

A una dama ibérica

Qué sol, qué luna,
qué estrellas fueron carros de fuego
y viajaron en tus ojos,
hoy pupilas yermas cinceladas en la piedra.

Quién trenzó
tu cabellera de pleamares nocturnas,
quién la cubrió de púrpura,
de tiaras y rodetes de incendiada piel solar.

Qué manos te ataviaron de abalorios
rutilantes,
qué manos dispusieron sobre tu busto
la riqueza parabólica y pesada
labrada por la destreza del orfebre.

Quiénes acariciaron
tus mejillas, ungidas entonces
del relente de la tersura y del crepitar de la sangre
viva.

Quiénes
te amaron, bella entre bellas,
quiénes alojaron su calor en tus suspiros,
y bebieron tus besos
a tragos largos, hasta rodar ingrávidos,
ebrios, haciendo de la sobriedad
mera alusión.

Quiénes apretaron las suaves palomas
a punto de levantar vuelo que eran tus pechos.

Quiénes dibujaron argumentos de amor
sobre las rosas que te miraban envidiosas.

O acaso no hubo nadie, o acaso
estabas sola edificando milagros para otros,
postrada en los altares,
orante y obediente a los designios
de lo desconocido, sumisa
a la fatalidad de las eras.

Qué luces te arroparon con calidez
en los días en que tu voz
era campana cristalina,
qué risas y qué llantos conmovieron
tu boca
antes de que el buril
perfilase el enigma indescifrable
de tus labios pétreos,
antes de que fueses urna, relicario
de una vida, mucho
antes de que morases
en esa vitrina desde
la que el mundo te admira.

Mayte Dalianegra

Ilustración: fotografía del busto de la "Dama de Elche", arte ibero (ss. V
y IV a.d.n.e.). Museo Arqueológico Nacional de España (Madrid)
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"LA MÚSICA SE DESLIZA HACIA MÍ", Anne Sexton

Espere señor. ¿Para qué lado queda casa?
Ellos apagaron la luz
Y la sombra se mueve en la esquina.
No hay señales en este cuarto,
Cuatro mujeres, de más de ochenta,
Cada una con pañales.
La la la, oh… la música se desliza hacia mí,
Y puedo sentir la melodía que tocaban
La noche en que me dejaron
En este instituto privado sobre la colina.
Imagínenlo. Una radio sonando
Y todos aquí estaban locos.
Me gustó y bailé en un círculo.
La música se derrama sobre la razón
Y, de una manera divertida
La música ve más que yo.
Quiero decir que se acuerda mejor;
Recuerda la primer noche aquí.
Estaba el sofocante frío de Noviembre,
Hasta las estrellas estaban adheridas al cielo
Y esa luna demasiado brillante,
Pasando a través de los barrotes para pegarme
Con un canto en la cabeza.
He olvidado todo el resto.
Me atan a esta silla a las 8 A.M.
Y no hay señales que indiquen el camino,
Sólo la radio, sonando para ella misma
Y la canción que recuerda
Más que yo. Oh, la la la
Esta música se desliza hacia mí.
La noche en que llegué bailé en un círculo
Y no tuve miedo.
¿Señor?

Anne Sexton.

Pintura de Daniel Catalano.