viernes, 29 de marzo de 2013

"LA PLAYA", Mayte Dalianegra


El mar estaba frente a mí,
besando, amoroso,
la arena de la playa.
Era un mar calmo,
un espejo turquesa del lienzo del cielo.

Las olas no batían su fiereza
contra la escarpadura de los acantilados,
pues nada impugnaba la placidez
de las horas.
Nada, tampoco,
hacía presagiar temporal alguno,
ningún atisbo de oscuridad,
ningún augurio,
ninguna pitonisa irritada con el destino;
si acaso una leve conjetura
sin fundamento apenas,
una duda, un titubeo…

Y allá en el horizonte
se yergue la tormenta
con su hélice adversa y sombría,
arrancando del oleaje
un fragor pelágico.

Cegada por los vientos,
me alejo de esa arena antes preñada de oros.
Regreso a la oquedad umbrosa de la roca,
vuelvo a mi soledad,
a ser nuevamente mía.

(Mayte Dalianegra)

Pintura de Nathalie Voguel

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lunes, 25 de marzo de 2013

"TUTANKHAMON", Mayte Dalianegra

Al misterioso Tut-anj-Amón
Viviste 
un tiempo allí,
donde los días esculpían 
su geometría planetaria
sobre la memoria 
de pilonos milenarios.

Sobre las gentes allí 
reinaste, 
portando 
sobre los hombros
tu corta edad.

Cuán breve fue tu existencia
—breve como la lengua de un fuego
ahogado por la ausencia del aire—,
pero cuán felices los momentos
de compañía fraterna y el saberte señor
de la fecunda vega del Nilo
y de la dorada infinitud de las arenas.

Viviste 
un sueño tan fugaz como intenso,
un sueño que inflamaba las corolas de los lotos
y doblegaba los juncos de los papiros
cuando el viento te abrazaba las sienes,
cuando eras arquero y auriga a un tiempo.

Te rodearon los placeres,
las gemas multicolores,
las espigas de oro
alimentadas de sol,
las frutas jugosas
nacidas en primavera, y el vino
de las granadas que te embriagaba
bajo cada luna nueva.

Viviste 
un tiempo allí
y después fuiste ninguneado,
pero eso ya lo sabías —lo sabías bien,
pues habías escuchado el eco de los sortilegios—,
que aun con la piel
ennegrecida y apergaminada,
que aun con la cabeza
desmembrada, volverías a la vida,
aunque ya nadie
te recitase loores bajo la insistente
salmodia de los sistros,
aunque ya solo fuese para demostrar
que estuviste allí, entre los vivos.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Pastimes in Ancient Egypt, 3000 years ago” (“Pasatiempos en el Antiguo Egipto, hace 3000 años”), 1863, Lawrence Alma-Tadema
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"ALMA, BUSCARTE HAS EN MÍ", Santa Teresa de Jesús

Alma, buscarte has en Mí,
y a Mí buscarme has en ti.

De tal suerte pudo amor,
alma, en mí te retratar,
que ningún sabio pintor
supiera con tal primor
tal imagen estampar.

Fuiste por amor criada
hermosa, bella, y así
en mis entrañas pintada,
si te perdieres, mi amada,
Alma, buscarte has en Mí.

Que yo sé que te hallarás
en mi pecho retratada,
y tan al vivo sacada,
que si te ves te holgarás,
viéndote tan bien pintada.

Y si acaso no supieres
dónde me hallarás a Mí,
No andes de aquí para allí,
sino, si hallarme quisieres,
a Mí buscarme has en ti.

Porque tú eres mi aposento,
eres mi casa y morada,
y así llamo en cualquier tiempo,
si hallo en tu pensamiento
estar la puerta cerrada.

Fuera de ti no hay buscarme,
porque para hallarme a Mí,
bastará sólo llamarme,
que a ti iré sin tardarme
y a Mí buscarme has en ti.

Santa Teresa de Jesús.

Pintura de Manuel Núñez.

"CRUZ, DESCANSO SABROSO", Santa Teresa de Jesús


Cruz, descanso sabroso de mi vida
vos seáis la bienvenida.
Oh bandera, en cuyo amparo
el más flaco será fuerte,
oh vida de nuestra muerte,
qué bien la has resucitado;
al león has amansado,
Pues por ti perdió la vida:
vos seáis la bienvenida.

Quien no os ama está cautivo
y ajeno de libertad;
quien a vos quiere allegar
no tendrá en nada desvío.
Oh dichoso poderío,
donde el mal no halla cabida,
vos seáis la bienvenida.

Vos fuisteis la libertad
de nuestro gran cautiverio;
por vos se reparó mi mal
con tan costoso remedio;
para con Dios fuiste medio
de alegría conseguida:
vos seáis la bienvenida.

Santa Teresa de Jesús.

Pintura de Manuel Núñez.

"COLOQUIO AMOROSO", Santa Teresa de Jesús

Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?

- Alma, ¿qué quieres de mí?
-Dios mío, no más que verte.
-Y ¿qué temes más de ti?
-Lo que más temo es perderte.

Un alma en Dios escondida
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?

Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adonde más la convenga.

Santa Teresa de Jesús.

Pintura de Manuel Núñez.

"¡OH HERMOSURA QUE EXCEDÉIS!", Santa Teresa de Jesús

¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.

Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.

Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.

Santa Teresa de Jesús.

Pintura de Manuel Núñez.

"VIVO SIN VIVIR EN MÍ", Santa Teresa de Jesús

Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».

Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.

Santa Teresa de Jesús.

Pintura de Manuel Núñez.

"YA TODA ME ENTREGUÉ Y DI" (Sobre aquellas palabras "Dilectus meus mihi"), Santa Teresa de Jesús

Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
    
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
    
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Teresa de Cepeda y Ahumada (Santa Teresa de Jesús).

Escultura: "Éxtasis de Santa Teresa" (1647-1651), Gian Lorenzo Bernini.     Iglesia de Santa María de la Victoria, Roma, Italia.

Mis poetas favoritos: SANTA TERESA DE JESÚS

Santa Teresa de Jesús, nacida Teresa de Cepeda y Ahumada (Gotarrendura, Ávila, 1515 - Alba de Tormes, 1582) Religiosa y escritora mística española, conocida también como Santa Teresa de Ávila. Teresa de Jesús es el nombre de religión adoptado por Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de Alonso Sánchez de Cepeda, probable descendiente de judíos conversos, y de Beatriz de Ahumada, perteneciente a una noble familia abulense. Su vida y su evolución espiritual se pueden seguir a través de sus obras de carácter autobiográfico, entre las que figuran algunas de sus obras mayores: La vida (escrito entre 1562 y 1565), las Relaciones espirituales, el Libro de las fundaciones (iniciado en 1573 y publicado en 1610) y sus cerca de quinientas Cartas.

viernes, 15 de marzo de 2013

"TUTANKHAMON", Mayte Dalianegra


Ungido de regio linaje solar,
del seno materno temprano arrancado,
su orfandad precoz, su precoz deceso,
son hondos misterios, son misterios hondos.

La máscara fúnebre de fulgente oro,
de azules turquesas, de azul lapislázuli,
la de cornalinas que brillan bermejas,
la que lleva finas gemas engastadas,
me mira cercana desde allí, tan lejos.

La vida revive su efímero instante
desde esa vitrina que exhibe la muerte
del que, vivo, apenas fue nadie, mas muerto
lo fue todo. Rey de reyes en natrón.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Fotografía de la máscara funeraria del faraón Neb-jeperu-Ra Tut-anj-Amón

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"FÚTIL BENEPLÁCITO", Stéphane Mallarmé

¡Princesa, cómo envidio la suerte de esa Hebe
que de la taza sube hasta tus labios grana!
Mas quien no es ni aún abate, ni a desear se atreve
ver su desnudo en rosa sobre tu porcelana.

Yo no soy el cojín que dibuja tu codo
ni el carmín de tus labios, ni tu borla empolvada,
ni tu lindo abanico... Mas si a pesar de todo
me has mirado tú, rubia por orfebres peinada,

nómbrame... porque son tus sonrisas frambuesa
un travieso rebaño de corderos, Princesa,
que parecen corazones, rumian almas sumisas.

Nómbrame... y que Cupido alado de un extraño
abanico me pinte cuidando tu rebaño...
Princesa, nómbrame pastor de tus sonrisas.

Stéphane Mallarmé.
 
(Traducción de Mauricio Bacarisse).

Pintura: "La dama del abanico", Daniel Hernández Morillo (1856-1932).

"CANSADO DEL AMARGO REPOSO...", Stéphane Mallarmé

Cansado del amargo reposo donde ofende
mi pereza una gloria por la que huí antaño
de la infancia adorable de los bosques de rosas
bajo azul natural, cansado siete veces
del exigente pacto de cavar por velada
nueva fosa en la tierra frígida y avarienta
de mi propio cerebro,
de la esterilidad cruel sepulturero.
-¿Qué decirle a esta Aurora, oh Sueños, visitado
por las rosas, con miedo de las lívidas, cuando
junte el extenso osario los vacuos agujeros?
Renunciar quiero al Arte voraz de un cruel país
y sonriente para los caducos reproches
que me hacen mis amigos, el pasado y el genio,
y mi lámpara que conoce mi agonía,
imitar al sutil chino de fino y límpido
corazón cuyo albo éxtasis está en pintar el fin,
sobre tazas de nieve de una arrobada luna,
de una flor peregrina que perfuma su vida
transparente, la flor que sintió cuando niño
a la azul filigrana del alma injertándosele.
Para la muerte como solo sueño del sabio,
sereno, escogeré un juvenil paisaje
que he de pintar aún, distraído, en las tazas.
Un pálido y delgado trazo de azul sería
un lago, entre el cielo de
nuda porcelana,
nítida media luna perdida en blanca nube
baña su quieto cuerno en las heladas aguas
no lejos de tres juncos, pestañas de esmeralda.

Stéphane Mallarmé.

(Traducción de Javier Sologuren).

Pintura de Fabio Aguzzi.

"SALUDO", Stéphane Mallarmé



Nada, esta espuma, virgen es
el verso que sólo a la copa
designa. Así lejos, en tropa,
sirenas
húndense al revés.
Navegamos. Mi sitio es,
oh diversos amigos, la popa
y es el vuestro la proa que copa
rayos e inviernos. Embriaguez
gozosa ahora me convida
(su cabeceo no intimida)
a hacer de pie el saludo mío,
soledad, estrella arrecife,
a cuanto valga en este
esquife
de nuestra vela el blanco brío.

 Stéphane Mallarmé.

(Traducción de Ulalume González de Lfón).

Pintura: "Pescadores cerca de la costa de Pozzuoli, con el Vesubio en la distancia", Consalvo Carelli (1818 - 1900).

"BRISA MARINA", Stéphane Mallarmé

¡La carne es triste, ay! y ya agoté los libros.
¡Huir, huir allá! Siento a las aves ebrias
De estar entre la ignota espuma y los cielos.
Nada, ni los viejos jardines que los ojos reflejan
Retendrá el corazón que hoy en el mar se anega,
Oh noches, ni la desierta claridad de mi lámpara
Sobre el papel vacío que su blancura veda
Y ni la joven madre que a su niño amamanta.
Partiré ¡
Steamer que balanceas tu arboladura,
Leva ya el ancla para la exótica aventura!
Un Tedio, desolado por crueles esperanzas
Cree aún en el supremo adiós de los pañuelos,
Aunque, tal vez, los mástiles que invitan huracanes
Son aquellos que el viento doblega en los naufragios
Perdidos, sin mástiles, sin mástiles ni fértiles islotes...
¡Mas, oh corazón mío, escucha la canción de los marinos!

Stéphane Mallarmé.

(Traducción de Salvador Elizondo).

Pintura: "Puerto de Pozzuoli" Consalvo Carelli (1818 - 1900).

Mis poetas favoritos: STÉPHANE MALLARMÉ

Stéphane Mallarmé (París, 1842 - Valvins, Francia, 1898) Poeta francés. Tras un viaje al Reino Unido, donde contrajo matrimonio con su amante Marie Gerhardt (1863), fue profesor de inglés en el instituto de Tournon, pero pronto perdió el interés por la enseñanza.

Sólo podía dedicarse a escribir al término de su jornada laboral, y así compuso L’azur, Brise marine, empezó Herodías y redactó una primera versión de La siesta de un fauno. En 1866, el Parnasse Contemporain le publicó diez poemas y poco después fue trasladado al liceo de Aviñón. Conoció a Paul Verlaine, y finalmente consiguió un puesto en el liceo Fontanes en París (1867).

Publicó Herodías en una segunda entrega del Parnasse; la dificultad de su poesía le había granjeado la admiración de un reducido grupo de poetas y alumnos, que recibía en su casa, pero los juicios favorables de Verlaine y de Huysmans le convirtieron en poco tiempo en una celebridad para toda una generación de poetas, los simbolistas, que acogieron con entusiasmo su volumen Poesías y su traducción de los Poemas de Edgar Allan Poe.

jueves, 14 de marzo de 2013

"NO VERTE", Mayte Dalianegra

No verte
no es lo mismo que olvidarte,
pero debo olvidarte,
beber a sorbos prietos
tu recuerdo,
hasta que se diluya
entre la niebla.

Ya la ilusión
de los primeros tiempos
abrió la puerta al desencanto,
ya tus agasajos de antaño
se tornaron en aves migratorias.

Cada silencio presente,
cada alegato,
cada incierta alegoría de la verdad,
hincan un poco más
el filo de ese puñal
—templado en desamores—
que hiende mi carne.
Hoy luzco luto por mi vida.


(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Psique”, Edward John Poynter (1836 – 1919)
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martes, 12 de marzo de 2013

"MÁS ALLÁ", Mayte Dalianegra

Se colman mis labios
con el eco de tu nombre,
y me invade la mirada
el recuerdo añorado de tus ojos.

Más allá de esas cumbres nevadas,
del lisonjero silbido del viento,
acariciando, licencioso,
el ramaje desnudo y espectral de los álamos,
habita la memoria de lo no vivido a tu lado,
mora la memoria del deseo,
del abrazo postergado, del beso nunca dado.

Más allá de las nieves silenciosas,
extiende su manto el susurro
de un “te quiero”.

Mayte Dalianegra

Pintura: “Paisaje invernal con cazadores”, Lucas van Uden. Colección privada

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"UN CANTO PARA BOLÍVAR", Pablo Neruda

Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire
de toda nuestra extensa latitud silenciosa,
todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:
tu apellido la caña levanta a la dulzura,
el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,
el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,
la patata, el salitre, las sombras especiales,
las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,
todo lo nuestro viene de tu vida apagada,
tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,
tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.

Tu pequeño cadáver de capitán valiente
ha extendido en lo inmenso su metálica forma,
de pronto salen dedos tuyos entre la nieve
y el austral pescador saca a la luz de pronto
tu sonrisa, tu voz palpitando en las redes.

¿De qué color la rosa que junto a tu alma alcemos?
Roja será la rosa que recuerde tu paso.
¿Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?
Rojas serán las manos que en tu ceniza nacen.
¿Y cómo es la semilla de tu corazón muerto?
Es roja la semilla de tu corazón vivo.

Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti.
Junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella,
y otra más, hasta el fondo del continente oscuro.
Y otra mano que tú no conociste entonces
viene también, Bolívar, a estrechar a la tuya:
de Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro,
de la cárcel, del aire, de los muertos de España
llega esta mano roja que es hija de la tuya.

Capitán, combatiente, donde una boca
grita libertad, donde un oído escucha,
donde un soldado rojo rompe una frente parda,
donde un laurel de libres brota, donde una nueva
bandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora,
Bolívar, capitán, se divisa tu rostro.
Otra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo.
Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado.
Los malvados atacan tu semilla de nuevo,
clavado en otra cruz está el hijo del hombre.

Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra,
el laurel y la luz de tu ejército rojo
a través de la noche de América con tu mirada mira.
Tus ojos que vigilan más allá de los mares,
más allá de los pueblos oprimidos y heridos,
más allá de las negras ciudades incendiadas,
tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace:
tu ejército defiende las banderas sagradas:
la Libertad sacude las campanas sangrientas,
y un sonido terrible de dolores precede
la aurora enrojecida por la sangre del hombre.
Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.
La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,
de nuestra joven sangre venida de tu sangre
saldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos.

Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,
¿Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
"Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo".

Pablo Neruda

Pintura: Retrato de Simón Bolívar

sábado, 9 de marzo de 2013

"AYER FUE AMOR", Mayte Dalianegra

Ayer fue amor,
ímpetu volcánico,
besos enredando las nubes 
con la estela dulce de las madreselvas,
abrazos como nudos gordianos;
hoy, la languidez de un silencio gris
enfriando la luz.

Cuánto madrugó esa tibieza
que convirtió en fugaz 
la llamarada, amortajando con cenizas
el plumaje de nuestras alas.

¿Qué hacer 
para retener en nuestras bocas
el aire de los pulmones del otro?,
¿cómo ensogarnos a su mástil 
para sortear el oleaje
que nos empuja hacia la lontananza?

¿Qué hacer 
para conseguir
la mirada del otro, 
la sonrisa del otro,
la palabra del otro?

El amor hiere más que las balas,
horada el corazón
y luego escupe los despojos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "La Dama de Shalott", John William Waterhouse

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viernes, 1 de marzo de 2013

"LA CASA", Mayte Dalianegra


La casa está vacía sin ti,
y un viento cargado de arena
silabea tu nombre
instigándolo a pasar por las rendijas.

La casa ahora padece la frialdad de los finados
y emerge en mitad de un lago salino,
como una aparición difusa
cuajada en el humo.

La casa te echa de menos,
la noche se espesa cegando los astros,
y la niebla esculpe mi perfil de Eva
con su lengua húmeda.

La casa te aguarda
—con paciencia de leona—
sumida en el silencio de la nieve;
es el inventario de un museo de inviernos
en espera del crujido de la cancela,

¡y cómo añora las pálidas corolas
y los próvidos frutos del manzano…!

(Mayte Dalianegra)

Pintura de Boris Dragojevic

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"DESDE LEJOS", Carlos Bousoño

Pasa la juventud, pasa la vida,
pasa el amor, la muerte también pasa,
el viento, la amargura que traspasa
la patria densa, inmóvil y dormida.

Dormida, en sueño para siempre, olvida.
Muertos y vivos en la misma masa
duermen común destino y dicha escasa.
Patria, profundidad, piedra perdida.

Piedra perdida, hundida, vivos, muertos.
España entera duerme ya su historia.
Los campos tristes y los cielos yertos.

Sobre el papel escrita está su gloria:
querer edificar en los desiertos;
aspirar a la luz más ilusoria.

Carlos Bousoño.

Pintura: "Sobre las laderas del Vesubio", Giuseppe De Nittis (1846 - 1884).

"CAMINO", Carlos Bousoño

Aquí estás, camino de siempre,
hacia adelante, rota
la aspiración rosada, luna
que empalidece toda cosa.
Aquí estás y debes andar,
caminar como el agua absorta
por el torcido cauce, altos
los muros rojos, y a deshora.
Como el agua inmóvil transcurres
hacia un lejos, playa remota,
ya confusas historia y pena,
lejana la pena, la historia...

Carlos Bousoño.

Pintura de Javier Clavo.

"AMOR", Carlos Bousoño

Íbamos de camino,
mi cariño en sus brisas te oreaba.
Tu cabello llevado entre los céfiros
era también como brisa del alma.

Eras también como brisa en la brisa.
¡Qué claridad rumorosa mis ansias!
¡Oh transparencia vital que encendía
toda mi vida, cual fuego en luz blanca!

De mi alma entonces salía silvestre
el aire fresco de la madrugada.
Allá dentro, por dentro, ¡qué pura
la caricia amorosa del alba!

¡Qué delicadas nubes se encendían
y qué irisadas aguas!
El mundo era el sonido
y en mi interior sonaba.

Carlos Bousoño.

Pintura: "Eros e Psiche" (" Eros y Psique"), Antonio Canova (1757 - 1822).

"ALMA SOLITARIA", Carlos Bousoño

Mira los aires, alma solitaria,
alma triste que sola vas gimiendo.
Asciende, sube. Amor te espera.
La cima es alta. Escaso, el aparejo.

Aleteante, temblorosa y blanca,
te veo subir con retenido esfuerzo.
Hoy llega el sol donde hasta ayer la luna.
Llega la luna donde ayer el cierzo.

Al fin la vida con la luz se aclara.
Al fin la muerte con la luz ya se ha muerto.
¡Cantan las cumbres y los valles! ¡Cantan
los siempre vivos a los nunca muertos!

Cara con cara junto a Dios, escuchas
vibrar los aires y vivir los sueños.
Vida con vida, luz con luz amada,
y cielo, humano, en el amor, con Cielo.

Bajar la luz de amor, la luz de vida
lenta en los aires minuciosos siento.
Fundida luz de Dios con luz del alma.
Qué claridad de pronto. Qué silencio.

Carlos Bousoño.

Pintura de Emma Florence Harrison.