sábado, 30 de junio de 2012

"LOS AÑOS", Mayte Dalianegra


 Los años se nos echan encima
como los balcones de una casa en ruinas,
desgajados de la trabazón de su arquitectura.

Se nos van con ellos
el brillo de las flores y su rocío temprano.
Se nos van, también, los ojos cándidos y crédulos,
cediéndonos la suplencia de la cautela.

Los años se nos echan encima,
y antes que ellos
fueron los meses, las semanas,
los días, las horas…

Apenas nos percatamos de su paso,
caminan con tal sigilo
que solo vemos el rastro
que dejan impreso sobre la arcilla tierna.

Los segundos son sus gemelos miniaturizados,
avanzan en fila india, como los patos,
sin perder de vista el horizonte.
Nunca miran atrás,
jamás ansían retroceder sobre sus huellas,
son lobos incapaces de girar el cuello,
devorando todo lo que encuentran.

Los años se nos echan encima,
y blanquear los muros no lo enmienda,
¿qué hacer
para no consumirnos 
en las arrugas
quemando el aceite de los recuerdos? 

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Susana y los viejos" (1610), Artemisia Gentileschi. 
Castillo Weissenstein, Pommersfelden, Alemania


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"UNICORNIO", Mísia

Mísia (Susana Maria Alfonso de Aguiar), la fadista luso catalana, natural de Oporto, grabó en su tercer disco, "Tanto menos, tanto mais", editado en 1995, este tema, "Unicornio" (versión de la composición del cantautor cubano Silvio Rodríguez), que encabeza los cortes de este álbum, y que repite, interpretado en castellano, en la última pista del mismo.

martes, 26 de junio de 2012

"ESPERÁNDONOS", Mayte Dalianegra


La muerte nos escucha
desde el silencio del hielo,
atenta al más leve de nuestros movimientos,
acechando en la oscuridad 
como pantera en la rama,
anhelando acercarse de manera furtiva,
anhelando la sorpresa de nuestra mirada 
al verla de frente.

Ella es la que nunca duerme,
la que se lleva consigo toda la hojarasca.

Ahí está,
consolándose de su perpetua soledad
con la promesa de nuestra fugaz compañía.

Ahí está, mimetizada como un camaleón,
transparente, invisible,
esperándonos
pacientemente
al doblar cada esquina.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura de Saturno Butto
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"ROMAN", Housse de Racket

"Housse de Racket" es un dúo de pop-rock indie francés, formado por Pierre Leroux y Victor Le Masne. "Roman" constituye el segundo corte de su álbum "Alésia", editado en 2011.

sábado, 23 de junio de 2012

"RECORRER EL MUNDO", Mayte Dalianegra


Quiero recorrer el mundo,
sentirme nómada
y ceñir su ancha cintura,
escalar la preñez de sus meridianos,
explorar sus exóticos confines,
navegar sus mares procelosos,
volar con las alas de un cisne
y ser un Maco Polo, un Ibn Battuta,
un Capitán Cook.

Quiero percibir 
el crujido del hierro sobre el hierro
de los raíles del Orient Express
y del Transiberiano,
ver morenas y rodaballos
a bordo del batiscafo de Jacques Cousteau
y ascender a las cumbres de nieves perpetuas
de los Himalayas
sin más bombona de oxígeno que un mantra tibetano.

Quiero recorrer el mundo
—latitudes y longitudes
en cruce de caminos por desbrozar—.

El mundo, 
ese Jardín de las Delicias
cuyos frutos atesoran la semilla del saber.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Pomegranate” (“Granada”), 2006, Dina Brodsky

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"VERANO 1966", Antonio Gamoneda

Cuando me extiendo junto al mar,
existe el agua y su palpitación
y un cielo azul cuya profundidad
es demasiado grande para mí.

Sentir el mar, su lentitud viviente,
es la magnificencia y el olvido,
pero sentir la vida de los camaradas
es ser el camarada de uno mismo.

El cielo inmóvil tiene su razón, lo sé,
pero la razón que hay en nosotros
existirá aún cuando este cielo
haya sido borrado por el viento y el frío.

Antonio Gamoneda.

Pintura de Alberto Pla y Rubio (1867-1937).

"TÚ", Antonio Gamoneda

Caer en un rostro, existir
con su respiración y con su boca...
Cuando tú estabas en peligro;
tú gritaste, mas fue
en la garganta de otro ser humano;
se levantó tu cuerpo
y fue en los brazos de otro ser humano.
Entonces comprendías.
Y tu necesidad y tu dolor
no fueron nunca como antes. Tú
ya no ves signos. Ahora, tú desprecias
todas las dudas. Y tu pensamiento
no es espejo que calla; ya es amor
y destino y conducta y existencia.

Antonio Gamoneda.

Pintura: "Cabeza de mujer", Pablo Ruiz Picasso.

"DIVÁN EN NUEVA YORK", Antonio Gamoneda

Tú en la tristeza de los urinarios, ante las cánulas de bronce
(amor, amor en las iglesias húmedas);
ah, sollozabas en las barberías (en los espejos, los agonizantes
estaban dentro de tus ojos):

así es el llanto.
Y aquellas madres amarillas en el hedor de la misericordia:
así es el llanto.
Ah de la obscenidad, ah del acero.

Vi las aguas coléricas, y sábanas, y, en los museos, junto a la dulzura, vi los imanes de la muerte.
Te desnudaron en marfil (ancianas, en los prostíbulos profundos) y te midieron en dolor, oscuro:
así es el llanto, así es el llanto.
Ten piedad de tus labios y de mi espíritu en los almacenes;
ten piedad del alcohol en los dormitorios iluminados.
Veo las delaciones, veo indicios: llagas azules en tu lengua,
números negros en tu corazón:

ah de los besos, ah de las penínsulas.

Así es el llanto;
así es el llanto y las serpientes están llorando en  Nueva York.

Así es el llanto.

Antonio Gamoneda.

Pintura: "Portrait of Mrs. Boucard" ("Retrato de la Sra. Boucard"), 1931, Tamara de Lempicka.

miércoles, 20 de junio de 2012

"TE AMO", Mayte Dalianegra


Te amo desde la punta de tus dedos 
hasta el claro cabello de tu testa. 

Te amo desde tu piel de terciopelo 
hasta la calidez de tus entrañas, 
hasta ese serpentín circulatorio 
—el sinuoso acueducto 
que transporta el humor que te da vida 
a través de la máquina sagrada 
de tu cuerpo divino—.

Te amo con el afán de conseguir 
que me miren tus ojos,
azules como cielos
y mares bajo el sol canicular.

Te amo con la intención de que en mis brazos  
deposites tus sueños, 
esos nobles jinetes 
—ilusión y esperanza—, 
que cabalgan tirando de las riendas 
de promesas lejanas. 

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Cupido y Psique" (detalle), 1891, Annie Swynnerton

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"AÚN", Antonio Gamoneda

Hubo un tiempo en que mis únicas pasiones eran la pobreza
y la lluvia.

Ahora siento la pureza de los límites y mi pasión no existiría
si dijese su nombre.

* * *

Alguien ha entrado en la memoria blanca, en la inmovilidad
del corazón.

Veo una luz debajo de la niebla y la dulzura del error me hace
cerrar los ojos.

Es la ebriedad de la melancolía; como acercar el rostro a una
rosa enferma, indecisa entre el perfume y la muerte.

* * *

Hablan los manantiales en la noche, hablan en los imanes
del silencio.

Siento la suavidad de las palabras olvidadas.

* * *

La obscenidad entró en mis huesos y, más tarde, aquel aceite
sigiloso, el que prepara el corazón.

Ahora vendrán los días de las grandes milongas.

* * *

Sábana negra en la misericordia:

Tu lengua en un idioma ensangrentado.


Sábana aún en la sustancia enferma,

la que llora en tu boca y en la mía

y, atravesando dulcemente llagas,

ata mis huesos a tus huesos humanos.


No mueras más en mí, sal de mi lengua.

Dame la mano para entrar en la nieve.

* * *

Amé todas las pérdidas.

Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.


* * *


Recuerdo el frío del amanecer, los círculos de los insectos sobre las
tazas inmóviles, la posibilidad de un abismo lleno de luz bajo las
ventanas abiertas para la ventilación de la enfermedad, el olor triste
de la sosa cáustica.

Pájaros. Atraviesan lluvias y países en el error de los imanes y los
vientos, pájaros que volaban entre la ira y la luz.
Vuelven incomprensibles bajo leyes de vértigo y olvido.

No tengo miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo
una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo
dolor no me concierne.

Vengo del metileno y el amor; tuve frío bajo los tubos de la muerte.
Ahora contemplo el mar. No tengo miedo ni esperanza.

Eres sabio y cobarde, estás herido en las mujeres húmedas, tu
pensamiento es sólo recuerdo de la ira.

Ves la rosas temibles.
Ah caminante, ah confusión de párpados.
Hay una hierba cuyo nombre no se sabe; así ha sido mi vida.

Vuelvo a casa atravesando el invierno: olvido y luz sobre las ropas
húmedas. Los espejos están vacíos y en los platos ciega la soledad.
Ah la pureza de los cuchillos abandonados.

Amé todas las pérdidas.

Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.

* * *

Roza los líquenes y las osamentas abandonadas al rocío,
después alcanza las habitaciones y entra en las hebras de la sosa caústica.
Luego viene a tus manos como una lengua luminosa y se desliza
en las grasientas células. Hierve como suavísimas hormigas y tus manos
se inmovilizan en la felicidad.

Cuando el sol vuelve a su cuenco de tristeza
mira tus manos abandonadas por la luz.

Antonio Gamoneda.

Pintura de Vincent Bakkum.

Mis poetas favoritos: ANTONIO GAMONEDA

Antonio Gamoneda (Oviedo, 30 de mayo de 1931) es un poeta español, ganador del Premio Cervantes en 2006. Ha vivido desde los 3 años en León, ciudad que ha influido notablemente su trayectoria poética. Nació en Oviedo el 30 de mayo de 1931. Su padre, de nombre Antonio, fue un poeta modernista que publicó un único libro, Otra más alta vida, en 1919. En 1934, ya huérfano de padre, se trasladó con su madre, Amelia Lobón a León. La presencia de su madre como refugio ante el horror y la miseria de la guerra y la postguerra es recurrente en toda su poesía. En 1936, con las escuelas cerradas, aprendió a leer gracias a la lectura del libro de su padre.

El poeta vivió inicialmente en el principal barrio obrero, y ferroviario, de la ciudad: el Barrio El Crucero. Este lugar fue un observatorio privilegiado de la represión llevada a cabo por los nacionales durante la guerra civil y la inmediata posguerra dejando huella en la psicología y en la memoria del poeta.

En 1941 comenzó a recibir instrucción gratuita en el colegio religioso de los Padres Agustinos hasta 1943, año en el que el poeta se auto expulsó.

"EXPLORADORAS", Dina Posada.

Tus manos
siempre encuentran en mi piel
una senda inexplorada
para zarpar con rabiosa gana
a la apetecida boca
del relámpago carnal

tus manos
saben evadir la rutina
cuando las pienso
se humedece mi memoria
e impaciente las aguardo

Dina Posada.

Pintura: "Luz de vida", Soledad Fernández.

sábado, 16 de junio de 2012

"CONQUISTADOR", Dina Posada

Cuando me tiene vista
como presa segura
avanza tu falo
descubriendo sus virtudes

trae en su médula
néctar de un principio
y palpitar de un fin

Tímido meñique adormecido
al rozarme
gallardo índice certero

Voz erguida articulando callada conquista

Devoto a la vigilia
arrastra
por los pliegues de mi sombra
rumor de un anhelo

Ávido ofidio
buscando en mi selva
la dulce fruta jugosa
raíz de su ardor

Llave que se acopla
a mi cerradura
se a
b
i
s
m
a en mi secreto
y me inunda y dobla mi frente
con su cálido soplo desgajante

Dina Posada.

Pintura de Camie Davis.

"CINTA ABISMAL", Dina Posada

Es tu lengua
acierto de vigilia
dejándose llevar
por el lascivo
inquieto
travieso
viento moreno
de mis muslos.


Hebra de agua tibia
descubriendo
mis pechos despiertos
piruetea con la gana
que el espejo refleja
en una marejada
de pulsos agitados


Lápiz de filo diligente
perfilando mi abertura
que se explaya
enardece
y grita
soltando su vena
salpicando los sentidos


Voluntad de labios
sometiendo
labios a su voluntad .


Anzuelo que pesca
sujeta
y
vuela
con mi carne
al punto preciso
donde el resuello
dice
que termina
y
la quietud
clama
por nacer

Dina Posada.

Pintura: "Adán y Eva" (1531), Hans  Baldung  Grien. 

"CLIMATERIO", Dina Posada

Pronto se romperá la cadencia
que sostienen mis días lunares
encanecerán mis venas
mi talle tendrá voz
de verano acabado

cálidos destellos
llevarán el paso a mis horas

—no agobies el gesto
mi universo rebasa
los límites de mi cuerpo—

Despéñate en el tiempo
que me bebe
muerde esta vida
que me corre sin freno
reparte tus dedos
en la plenitud de mi tacto

La lumbre de mi lento atardecer
será faro de recios brazos
en las arrugas de tu aliento

Dina Posada.

Pintura de Jennifer Anderson.

Mis poetas favoritos: DINA POSADA

Dina Posada es una poeta salvadoreña residente en Guatemala (El Salvador, 1946). Estudió periodismo en la Universidad de El Salvador y psicología en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Participó en el nacimiento de "Ayer y Hoy", colección de libros de bolsillo dedicada especialmente para rescatar obras literarias guatemaltecas y dar a conocer voces nuevas.

Su poesía, ampliamente comentada y parcialmente traducida a varios idiomas, reúne ensayos críticos, artículos y conferencias publicados en España, Suecia, Francia, Canadá, Estados Unidos, México, Centroamérica y Panamá. Su obra poética se encuentra en prestigiosos libros, revistas y suplementos, como "Afrodita en el trópico" (Maryland, 1999), "Cuadernos del matemático" (Madrid), "Revista de San Carlos de Guatemala",  y el suplemento "De las artes y las letras" del diario ABC, (Madrid). 

Ha publicado los poemarios "los hilos de la noche" (Guatemala. Edición privada, 1993), y "Fuego sobre el madero" (Guatemala. Edición privada, 1996).

Su trabajo poético ha inspirado obras de fotógrafos y pintores guatemaltecos, además de haber sido musicalizados, y ha formado parte de espectáculos artísticos (Novembre Vaca, Barcelona, 2005) y exposiciones (Exilio, exposición mural, Canadá, 2004).

Es cofundadora y directora editorial del portal "Palabra Virtual" (Antología de poesía hispanoamericana).

viernes, 15 de junio de 2012

"TE ACOSTUMBRARÁS", Mayte Dalianegra


Te acostumbrarás 
a la penumbra melada de mis ojos,
a la presencia de mis pupilas 
acechándote en la distancia,
a mis manos aleteando
como palomas torcaces,
incapaces de alzar el vuelo.

Te acostumbrarás 
a la fragancia de nardo 
de mi interminable cabellera,
esparcidos los mechones
sobre una almohada que no es la tuya;
a las huellas, menudas y rebeldes,
que estampan mis pies desnudos
sobre la arena de una playa
ignorante de los rigores del invierno.

Te acostumbrarás 
al calor de mi pecho de gorrión,
a la mansedumbre de mi abrazo,
a la miel de unos besos
que tu boca nunca podrá saborear.
Te acostumbrarás,
te acostumbrarás a mí.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura de Ennio Montariello
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"COLECCIÓN NOCTURNA", Pablo Neruda


He vencido al ángel del sueño, el funesto alegórico:
su gestión insistía, su denso paso llega
envuelto en caracoles y cigarras,
marino, perfumado de frutos agudos.

Es el viento que agita los meses, el silbido de un tren,
el paso de la temperatura sobre el lecho,
un opaco sonido de sombra
que cae como trapo en lo interminable,
una repetición de distancias, un vino de color confundido,
un paso polvoriento de vacas bramando.

A veces su canasto negro cae en mi pecho,
sus sacos de dominio hieren mi hombro,
su multitud de sal, su ejército entreabierto
recorren y revuelven las cosas del cielo:
él galopa en la respiración y su paso es de beso:
su salitre seguro planta en los párpados
con vigor esencial y solemne propósito:
entra en lo preparado como un dueño:
su substancia sin ruido equipa de pronto,
su alimento profético propaga tenazmente.

Reconozco a menudo sus guerreros,
sus piezas corroídas por el aire, sus dimensiones,
y su necesidad de espacio es tan violenta
que baja hasta mi corazón a buscarlo:
él es el propietario de las mesetas inaccesibles,
él baila con personajes trágicos y cotidianos:
de noche rompe mi piel su ácido aéreo
y escucho en mi interior temblar su instrumento.

Yo oigo el sueño de viejos compañeros y mujeres amadas,
sueños cuyos latidos me quebrantan:
su material de alfombra piso en silencio,
su luz de amapola muerdo con delirio.

Cadáveres dormidos que a menudo
danzan asidos al peso de mi corazón,
¡qué ciudades opacas recorremos!
Mi pardo corcel de sombra se agiganta,
y sobre envejecidos tahúres, sobre lenocinios de escaleras
gastadas,
sobre lechos de niñas desnudas, entre jugadores de foot-ball,
del viento ceñidos pasamos:
y entonces caen a nuestra boca esos frutos blandos del cielo,
los pájaros, las campanas conventuales, los cometas:
aquel que se nutrió de geografía pura y estremecimiento,
ése tal vez nos vio pasar centelleando.

Camaradas cuyas cabezas reposan sobre barriles,
en un desmantelado buque prófugo, lejos,
amigos míos sin lágrimas, mujeres de rostro cruel:
la medianoche ha llegado y un gong de muerte
golpea en torno mío como el mar.
Hay en la boca el sabor, la sal del dormido.
Fiel como una condena, a cada cuerpo
la palidez del distrito letárgico acude:
una sonrisa fría, sumergida,
unos ojos cubiertos como fatigados boxeadores,
una respiración que sordamente devora fantasmas.

En esa humedad de nacimiento, con esa proporción tenebrosa,
cerrada como una bodega, el aire es criminal:
las paredes tienen un triste color de cocodrilo,
una contextura de araña siniestra:
se pisa en lo blando como sobre un monstruo muerto:
las uvas negras inmensas, repletas,
cuelgan de entre las ruinas como odres:
oh Capitán, en nuestra hora de reparto
abre los mudos cerrojos y espérame:
allí debemos cenar vestidos de luto:
el enfermo de malaria guardará las puertas.

Mi corazón, es tarde y sin orillas,
el día, como un pobre mantel puesto a secar,
oscila rodeado de seres y extensión:
de cada ser viviente hay algo en la atmósfera:
mirando mucho el aire aparecerían mendigos,
abogados, bandidos, carteros, costureras,
y un poco de cada oficio, un resto humillado
quiere trabajar su parte en nuestro interior.
Yo busco desde antaño, yo examino sin arrogancia,
conquistado, sin duda, por lo vespertino.

Pablo Neruda

Pintura de Arsen Kurbanov

miércoles, 13 de junio de 2012

"ISOLDA", Mayte Dalianegra


La luna es una perla
que nace cada noche engastada en tus poros.
La noche nace de los mechones oscuros
que festonean tu frente.
El día nace del cordón umbilical
que te une al amor.

Isolda
de alabastro,
de nácar,
de caracola.

Isolda
de manos tiernas,
mansas como racimos de palomas,
blancas como ópalos.

Descargan sobre la tierra nubes de lágrimas,
las vierten tus ojos saturados de pérdida.
Es lluvia baldía que anegará los campos,
infecundos ya bajo la tormenta.

Así es la vida en su proceder habitual,
los amores verdaderos a menudo se malogran,
ora en nebulosas de imposibles,
ora frente a la realidad del mundo.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “La belle Isolde” (“La bella Isolda”), 1862, Anthony Frederick Sandys

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"A UNA DAMA", Salvador Díaz Mirón

Bailas por antojo que al mancebo engríe;
y "escotada" luces dos hechizos fuera,
y en el rubio monte de tu cabellera
una flor de grana bruscamente ríe.

¡Pasas, huyes, tornas y el placer deslíe
fósforo combusto que te pinta ojera,
y tu maridazo mira errar la hoguera
y nada barrunta que le contraríe!

¡Y en el rubio monte de tu cabellera
una flor de grana bruscamente ríe!

Salvador Díaz Mirón.

Pintura: "Miranda" (1868), Anthony Frederick Sandys.

sábado, 9 de junio de 2012

"TODA YO", Mayte Dalianegra


Con la boca ancha y grande,
como delta de caudaloso río,
te llamo amor;
y te sonrío desde esa sima misteriosa
a la que llevan mis muslos,
desde la primigenia contracción 
de la Madre Tierra.

Así te deseaba yo en la noche oscura,
tierna y húmeda,
húmeda y cálida,
toda yo húmeda y cálida 
te deseaba.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura de Ewelina Ladzinska
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"AHORA OSCURECE", Ümit Yaşar Oğuzcan.

Ahora oscurece en un azul profundo
El cielo es azul el mar es azul
Las montañas moradas los árboles verdes son azules
Sistema corrupto te llamo desde las noches azules
Ni arias de ópera
Ni la quinta sinfonía de Beethoven
Están tocando una marcha de soledad a lo lejos
La luz del día se quedó atrás mira
Hemos olvidado nuestros ojos en la puesta del sol
Ven ya
Empecemos la vida de nuevo
Ven ya
En estos azules nadie puede vernos.

Ümit Yaşar Oğuzcan.

Pintura: "Efecto Luna" (1897), Guillermo Gómez Gil, Museo Nacional del Prado  (en depósito de la Diputación de Zamora).

"IMAGINA", Ümit Yaşar Oğuzcan

Imagina que en estas salazones palpita mi corazón
Imagina que uno de mis ojos está en la manzana y el otro
está cerrado
Imagina que soy queso blanco que soy aceitunas
Toma
Cómeme dentro del pan

 Ümit Yaşar Oğuzcan.

Pintura: "Bodegón con manzanas y jarra de plata", Vadim Dolgov.


"EN LA OSCURIDAD", Ümit Yaşar Oğuzcan.

Suenan quinientos cuernos a la vez
Mil tambores retumban en mi cabeza a un mismo tiempo
Truenos
Martillazos ruidos de máquinas
Inmensos aludes que caen de las montañas
Piedras
Rocas
Oh mar que embistes contra mí
Oh destino de cristales rotos
Basta
Basta ya
Estoy a punto de enloquecer
He llegado más allá del verde y aquí me he detenido
Estoy en el último peldaño de la escalera
Si doy un paso más
Nadie puede detenerme
Si doy un paso más estoy en la oscuridad

Ümit Yaşar Oğuzcan.

ORIGINAL EN TURCO:

ARANLIKTA

Beşyüz borazan birden çalıyor
Bin davul birden vuruyor başımda
Gök gürültüleri
Çekiç sesleri makine sesleri
Dağlardan kopan kocaman çığlar
Taşlar
Kayalar
Ey üstüme üstüme gelen deniz
Ey cam kırıklarından kader
Yeter
Yeter artık
Nerdesey çıldıracağım
Bir yeşil ötesine deldim durdum işte
Merdivenin son basamağındayım
Bir adım daha atsam
Kimseler tutamaz beni
Bir adım daha atsam karanlıktayım

Ümit Yaşar Oğuzcan.


Pintura: "A tornado in the wilderness" ("Un tornado en el páramo"), 1831, Thomas Cole.

Mis poetas favoritos: ÜMIT YAŞAR OĞUZCAN

Ümit Yasar Oguzcan (1926 - 1984 ) fue un poeta turco nacido en Tarsos, al sur de Turquía. Escribió casi sesenta libros, y ha sido traducido y publicado en una docena de idiomas, aun cuando escribía en su tiempo libre, pues trabajaba como economista para un banco, actividad que desarrolló hasta 1977.

En 1944 se publican poesías suyas en algunas revistas literarias de Estambul.

Su obra más reeditada y conocida es "İki kişiye bir dünya" ("Un mundo para dos"), fechada en 1957. Su primera redacción la escribió durante una semana (según dicen algunas fuentes, en estado de trance), tras la cual cayó exhausto. Se trata de una colección de poemas de amor, pero con la temática amorosa se entrelazan en él otros mundos: la pintura, la música, los viajes por geografías exóticas, las creencias y actitudes ante el mundo y sus problemas... enriqueciéndolo y superando los estrechos límites en que tiende a encerrarse lo amoroso.

 En 1961 abandona Ankara para trasladarse a Estambul, urbe que el poeta consideró la "ciudad del amor".

Su azarosa vida le llevó al suicidio en tres ocasiones, aunque por fortuna, se trató de intentos fallidos. También se desposó otras tres veces. De su primer matrimonio tuvo dos hijos, el mayor de los cuales, Vedat, se suicidó en 1973, defenestrándose desde la célebre Torre de Galáta de su adorada Estambul. Este triste hecho marcaría, en lo sucesivo, el carácter del poeta.

En 1980, ya retirado de su profesión de economista, abrió una galería de arte en Estambul.

Ümit Yasar Oguzcan está considerado como el poeta más fecundo e importante de la Turquía contemporánea. Murió en Estambul en 1984, a causa de un infarto de miocardio. 

Parte de esta reseña biográfica ha sido extractada de: http://enric-bosphor.blogspot.com/

viernes, 8 de junio de 2012

"YOU DON'T KNOW LOVE", Editors.

"You don't know love", fue el segundo sencillo del tercer álbum de estudio, "In this light", que la banda de pop británica "Editors",  lanzó en el año 2009.

jueves, 7 de junio de 2012

"TU MANO", Mayte Dalianegra


Tu mano tañe la guitarra
que conforma mi torso
de hembra impaciente.
Redondas, blancas, negras y corcheas
me vibran ágiles en el talle
y retumban graves en el tambor
de mi cadera.

¡Ah, la melodía arrebatada al polen!

Tu mano espolea mi grupa
de montura dócil,
de yegua vasalla,
y avanza, en otro hemisferio,
por la tersa vega que aún recuerda
el candor.

¡Ah, las estribaciones
de las cumbres y sus vértices!

Tu mano arrasa mi mansedumbre
de centeno y me incendia los velos,
hasta que una desnudez de nácar
—de luna de porcelana—
bate alas de paloma.

¡Ah, las castas cariátides
cubiertas con sus peplos desgastados
por la brisa de los tiempos!

Ellas, que
sobre sus nucas
reciben la carga 
de las piedras milenarias,
jamás conocerán el cálido peso de tu cuerpo.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Libertad y cariátides", Guillermo Muñoz Vera

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Música: "Wherever you will Go", The Calling

"LA CASA DEL PASTOR", Alfred de Vigny

 A Eva

I
Si está tu corazón por la vida abrumado,
debatiéndose, a rastras como un águila herida,
como el mío llevando en sus alas inútiles
todo un mundo fatal, humillante y helado;
si al latir se desangra por su llaga inmortal,
si el amor ya no ve como estrella más fiel
que antes le iluminaba el borrado horizonte;

Si está tu alma lo mismo que la mía en cadenas,
harta de su grillete y de su amargo pan,
abandona tu remo en la oscura galera
e inclinándote llora sobre el agua del mar
cual si en él encontrases un camino ignorado,
y estremécete al ver en tus hombros desnudos
esa marca infamante que escribieron con hierro...

Echa a andar con buen ánimo, deja atrás las ciudades;
y en la senda que el polvo no mancille tus pies;
desde altivas ideas ve ciudades serviles
como peñas fatales que esclavizan al hombre.
La campiña y los bosques son enormes refugios
libres como los mares que islas negras abrazan.
Anda a campo través una flor en la mano.

La Natura te espera entre austeros silencios;
ve la hierba elevando esa bruma del véspero,
y el suspiro de adiós que da el sol a la tierra
mece todos los lirios incensando los campos.
Mira el bosque que esconde sus columnas profundas,
la montaña se oculta y sobre aguas muy pálidas
han colgado los sauces sus castísimos palios.

El crepúsculo amigo en el valle se duerme
entre hierbas doradas o color de esmeralda,
sobre tímidos juncos de la fuente apartada,
bajo el bosque entre sueños que a lo lejos vacila,
titubea al huir en racimos silvestres,
echa su capa gris a la orilla del río
y entreabre la cárcel de las flores nocturnas.

Hay en mi alta montaña un espeso brezal
por el cual el que caza casi no puede andar,
su cabeza altanera nos domina a los hombres
y en la noche custodia al pastor y al extraño.
Ven y oculta el amor y tu culpa divina;
si se agita la hierba o no está muy crecida
voy a darte esta casa del pastor para ti.

Poco a poco camina sobre sus cuatro ruedas,
su tejado es igual que tu frente y tus ojos;
el color del coral, tu color de mejillas
tiñe el carro nocturno y sus ejes sin voz.
Perfumados umbrales y una alcoba en penumbra,
y allá habrá bajo sombras y entre flores un lecho
silencioso que acoja tu cabeza y la mía.

Si tú quieres, veré el país de la nieve,
los que el astro amoroso` deslumbrante consume,
los que azotan los vientos, los que asedia la mar,
los del hielo, malditos por los polos oscuros,"
seguiremos los pasos del azar errabundo.

¿Qué me importa la luz? ¿Qué me importa la gente?
Yo diré que son bellos si tus ojos lo dicen.

Que Dios guíe a su meta al vapor fulminante H
por caminos de hierro que atraviesan los montes.
Que haya un ángel erguido en su forja ruidosa
cuando va bajo tierra o estremece los puentes,
y con dientes de fuego que devoran calderas
igual cruza ciudades que los ríos se salta,
más veloz que los ciervos en sus brincos más ágiles.

Que por él vele un ángel con los ojos azules,
que su espada proteja su andadura metálica.
Si él no cuenta los golpes de palanca escuchando
cada vuelta de rueda en su curso triunfal,
si no cuida del agua y vigila las brasas,
para hacer estallar esta mágica máquina
basta siempre el guijarro de algún niño imprudente.

En el toro de fuego que resopla y que brama
sube un hombre. Aún es pronto, nadie puede saber
qué tormentas arrastra ese ciego tremendo,
y el alegre viajero su tesoro le entrega,
cual rehenes: sus hijos y un anciano, su padre,
en el vientre ardoroso de la púnica bestia'
que dará sus cenizas a algún dios hecho de oro.

Mas triunfemos del tiempo y con él del espacio,
o llegar o morir. El Comercio es ansioso.
El carbón del vapor llueve chispas doradas.
El instante y la meta son la cifra del mundo.
Adelante, decimos. Pero nadie domina
el mugiente dragón al que un sabio dio vida,
y si un día es indócil él va a ser el más fuerte.

Pues que todo circule y que las causas nobles
con las alas del fuego así puedan obrar.
Con tal que siempre abiertos a lo que es generoso
sirvan al sentimiento los caminos de hierro.
Y bendito el comercio del audaz caduceo
si el amor que tortura una mente sombría
atraviesa en un día dos inmensas naciones.

Pero a menos de ser un amigo en peligro
que nos llame con gritos del mayor desespero,
o que con su clarín Francia quiera invitarnos
a las fiestas guerreras o a las luchas del sabio;
a no ser que muriendo una madre llorosa
sobre su amada estirpe aún quisiese posar
su mirada final, la más triste y más dulce;

Evitemos su ruta. No hay encanto en el viaje,
puesto que es tan veloz por su senda de hierro
como flecha lanzada a través del espacio
desde el arco a su blanco desgarrando los aires.
Así el hombre, arrojado a una gran lejanía
no respira y no ve del teatro del mundo
más que niebla que cruzan mil centellas radiantes.

No oiremos piafar al caballo impaciente
que convierte las losas en manojos de fuego:
adiós, lentos viajes, ecos vagos que se oyen,
risas de alguien que pasa, los retardos casuales,
imprevistos recodos de las cuestas, amigos
que se encuentran, olvido de las horas, la espera
de llegar ya muy tarde a lugares agrestes.

La distancia y el tiempo se someten. La ciencia
traza en torno a la tierra sendas tristes y rectas.
Todo el mundo se achica según nuestra experiencia,
y hasta el mismo Ecuador es un aro pequeño.
No hay azar. Todos vamos por los rieles, inmóviles
allí donde al partir nos fijaron el sitio,
bien guiados por cálculos silenciosos y fríos.

Siempre el sueño amoroso y sereno verá
con horror su pie blanco vinculado a esos viajes;
pues precisan sus ojos verter largas miradas
como un río crecido sobre todas las cosas,
preguntando por todo con la rara inquietud
de quien quiere escrutar los secretos divinos,
avanzando, parándose, sin dejar de mirar.

ORIGINAL EN FRANCÉS:

LA MAISON DU BERGER

A Eva

Si ton coeur, gémissant du poids de notre vie,
Se traîne et se débat comme un aigle blessé,
Portant comme le mien, sur son aile asservie,
Tout un monde fatal, écrasant et glacé ;
S'il ne bat qu'en saignant par sa plaie immortelle,
S'il ne voit plus l'amour, son étoile fidèle,
Eclairer pour lui seul l'horizon effacé ;
Si ton âme enchaînée, ainsi que l'est mon âme,
Lasse de son boulet et de son pain amer,
Sur sa galère en deuil laisse tomber la rame,
Penche sa tête pâle et pleure sur la mer,
Et, cherchant dans les flots une route inconnue,
Y voit, en frissonnant, sur son épaule nue
La lettre sociale écrite avec le fer ;

Si ton corps frémissant des passions secrètes,
S'indigne des regards, timide et palpitant ;
S'il cherche à sa beauté de profondes retraites
Pour la mieux dérober au profane insultant ;
Si ta lèvre se sèche au poison des mensonges,
Si ton beau front rougit de passer dans les songes
D'un impur inconnu qui te voit et t'entend,

Pars courageusement, laisse toutes les villes ;
Ne ternis plus tes pieds aux poudres du chemin
Du haut de nos pensers vois les cités serviles
Comme les rocs fatals de l'esclavage humain.
Les grands bois et les champs sont de vastes asiles,
Libres comme la mer autour des sombres îles.
Marche à travers les champs une fleur à la main.

La Nature t'attend dans un silence austère ;
L'herbe élève à tes pieds son nuage des soirs,
Et le soupir d'adieu du soleil à la terre
Balance les beaux lys comme des encensoirs.
La forêt a voilé ses colonnes profondes,
La montagne se cache, et sur les pâles ondes
Le saule a suspendu ses chastes reposoirs.

Le crépuscule ami s'endort dans la vallée,
Sur l'herbe d'émeraude et sur l'or du gazon,
Sous les timides joncs de la source isolée
Et sous le bois rêveur qui tremble à l'horizon,
Se balance en fuyant dans les grappes sauvages,
Jette son manteau gris sur le bord des rivages,
Et des fleurs de la nuit entrouvre la prison.

Il est sur ma montagne une épaisse bruyère
Où les pas du chasseur ont peine à se plonger,
Qui plus haut que nos fronts lève sa tête altière,
Et garde dans la nuit le pâtre et l'étranger.
Viens y cacher l'amour et ta divine faute ;
Si l'herbe est agitée ou n'est pas assez haute,
J'y roulerai pour toi la Maison du Berger.

Elle va doucement avec ses quatre roues,
Son toit n'est pas plus haut que ton front et tes yeux
La couleur du corail et celle de tes joues
Teignent le char nocturne et ses muets essieux.
Le seuil est parfumé, l'alcôve est large et sombre,
Et là, parmi les fleurs, nous trouverons dans l'ombre,
Pour nos cheveux unis, un lit silencieux.

Je verrai, si tu veux, les pays de la neige,
Ceux où l'astre amoureux dévore et resplendit,
Ceux que heurtent les vents, ceux que la mer assiège,
Ceux où le pôle obscur sous sa glace est maudit
.Nous suivrons du hasard la course vagabonde.
Que m'importe le jour ? que m'importe le monde ?
Je dirai qu'ils sont beaux quand tes yeux l'auront dit.

Que Dieu guide à son but la vapeur foudroyante
Sur le fer des chemins qui traversent les monts,
Qu'un Ange soit debout sur sa forge bruyante,
Quand elle va sous terre ou fait trembler les ponts
Et, de ses dents de feu, dévorant ses chaudières,
Transperce les cités et saute les rivières,
Plus vite que le cerf dans l'ardeur de ses bonds

Oui, si l'Ange aux yeux bleus ne veille sur sa route,
Et le glaive à la main ne plane et la défend,
S'il n'a compté les coups du levier, s'il n'écoute
Chaque tour de la roue en son cours triomphant,
S'il n'a l'oeil sur les eaux et la main sur la braise
Pour jeter en éclats la magique fournaise,
Il suffira toujours du caillou d'un enfant.

Sur le taureau de fer qui fume, souffle et beugle,
L'homme a monté trop tôt. Nul ne connaît encor
Quels orages en lui porte ce rude aveugle,
Et le gai voyageur lui livre son trésor,
Son vieux père et ses fils, il les jette en otage
Dans le ventre brûlant du taureau de Carthage,
Qui les rejette en cendre aux pieds du Dieu de l'or.

Mais il faut triompher du temps et de l'espace,
Arriver ou mourir. Les marchands sont jaloux.
L'or pleut sous les chardons de la vapeur qui passe,
Le moment et le but sont l'univers pour nous.
Tous se sont dit : " Allons ! " Mais aucun n'est le maître
Du dragon mugissant qu'un savant a fait naître ;
Nous nous sommes joués à plus fort que nous tous.
Eh bien ! que tout circule et que les grandes cause
Sur des ailes de feu lancent les actions,
Pourvu qu'ouverts toujours aux généreuses choses,
Les chemins du vendeur servent les passions.
Béni soit le Commerce au hardi caducée,
Si l'Amour que tourmente une sombre pensée
Peut franchir en un jour deux grandes nations.

Mais, à moins qu'un ami menacé dans sa vie
Ne jette, en appelant, le cri du désespoir,
Ou qu'avec son clairon la France nous convie
Aux fêtes du combat, aux luttes du savoir ;
A moins qu'au lit de mort une mère éplorée
Ne veuille encor poser sur sa race adorée
Ces yeux tristes et doux qu'on ne doit plus revoir,

Evitons ces chemins. - Leur voyage est sans grâces,
Puisqu'il est aussi prompt, sur ses lignes de fer,
Que la flèche lancée à travers les espaces
Qui va de l'arc au but en faisant siffler l'air.
Ainsi jetée au loin, l'humaine créature
Ne respire et ne voit, dans toute la nature,
Qu'un brouillard étouffant que traverse un éclair.

On n'entendra jamais piaffer sur une route
Le pied vif du cheval sur les pavés en feu ;
Adieu, voyages lents, bruits lointains qu'on écoute,
Le rire du passant, les retards de l'essieu,
Les détours imprévus des pentes variées,
Un ami rencontré, les heures oubliées
L'espoir d'arriver tard dans un sauvage lieu.

La distance et le temps sont vaincus. La science
Trace autour de la terre un chemin triste et droit.
Le Monde est rétréci par notre expérience
Et l'équateur n'est plus qu'un anneau trop étroit.
Plus de hasard. Chacun glissera sur sa ligne,
Immobile au seul rang que le départ assigne,
Plongé dans un calcul silencieux et froid.
Jamais la Rêverie amoureuse et paisible
N'y verra sans horreur son pied blanc attaché ;
Car il faut que ses yeux sur chaque objet visible
Versent un long regard, comme un fleuve épanché ;
Qu'elle interroge tout avec inquiétude,
Et, des secrets divins se faisant une étude,
Marche, s'arrête et marche avec le col penché.

(Alfred de Vigny)

Pintura: "Shepherd" ("Pastor"), William Holman Hunt

"EL CUERNO", Alfred de Vigny.

I
Oigo el cuerno en la tarde desde el fondo del bosque;
tal vez canta los llantos de la cierva acosada
o el adiós del que caza, repetido por ecos,
y que el viento del norte de hoja en hoja transmite.

Cuántas veces yo solo, en la sombra nocturna,
no sonreí al escucharlo, cuántas veces lloré.
Pues creía escuchar esos ruidos proféticos
que anunciaban la muerte de algún fiel paladín.

¡Oh montañas azules! ¡Oh, esa tierra adorada!
Peñas de la Frazona, circo del Marboré,
oh cascadas caídas de las más altas nieves,
manantiales, arroyos, pirenaicos torrentes.

Flor y hielo en los montes, que son doble estación,
cuya frente es de nieve y los pies de verdor.
Hasta aquí hay que venir, aquí es donde se escucha
ese cuerno lejano, melancólico y dulce.

A menudo un viajero, cuando el aire es silencio,
estremece la noche con sus voces de bronce;
y a sus cantos se mezcla un sonido armonioso,
de feliz cascabel del cordero balando.

Suspicaz, una cierva, en lugar de esconderse,
permanece muy quieta en la cima rocosa,
y en su inmenso fragor la cascada también
une su queja eterna a la viva romanza.

Caballeros, ¿acaso vuestras almas retornan?
¿Es que es vuestra la voz que se escucha en el cuerno?
¡Roncesvalles! Tal vez en tu valle sombrío
de Roldán la gran sombra no ha podido calmarse.


II
Todos ellos murieron, los guerreros no huían.
A su lado, de pie, queda sólo Oliveros;
sarracenos le cercan que aún parecen temblar.
Grita el moro: «Roldán, o te rindes o mueres.

Yacen todos tus pares» muertos en los torrentes.»
Él rugió como un tigre y gritó: «Si me rindo,
africano, será cuando los Pirineos
bajarán derribados con el agua y sus cuerpos.»

«Ya se caen», responden, «luego debes rendirte».
Y del monte más alto un peñasco cayó.
Y hasta el fondo rodó del abismo, y la copa
de los pinos rompió hasta hundirse en las aguas.

«Gracias», dijo Roldán, «me has abierto el camino».
Y hasta el pie de los montes, con su mano empujando,
cual si fuera un gigante mueve todo el peñasco,
y los moros vacilan, casi a punto de huir.


III
Entretanto, confiados, Carlomagno y los suyos
descendían del monte conversando entre sí.
A lo lejos, visibles por sus aguas los valles
de Argelés y de Luz'-' distinguíanse ya...


Roldán guarda los montes, todos iban sin miedo.
Cabalgado en un negro palafrén revestido
de gualdrapas violeta, el obispo Turpín
con sus santas reliquias, avisó a Carlomagno.

«Oh, señor, en el cielo se ven nubes de fuego;
no sigáis adelante, no tentemos a Dios.
San Dionisio nos valga, que son almas, diríase,
que atraviesan los aires en vapores llameantes.

Dos fulgores se han visto y después otros dos.»
Se oyó entonces el cuerno que tañía muy lejos.
Carlomagno, asombrado, va a tirar de las riendas
y hace que su corcel no prosiga su marcha.

«¿Oís eso?», pregunta. «Sí, sin duda pastores
que reúnen rebaños por las cimas dispersos»,
respondió el arzobispo, «o las voces ahogadas
del enano Oberón que con su hada conversa».

Sigue andando el gran rey. Mas su inquieto semblante
es más negro y sombrío que los cielos revueltos.
Teme ya la traición, y mientras piensa en ella
suena el cuerno y se calla, y renace otra vez.

«¡Ay de mí! Es mi sobrino. ¡Ay de mí! Si Roldán
pide ayuda sé bien que ha de estar moribundo.
¡Caballeros, atrás! Y tú tiembla de nuevo
al sentir nuestros pasos, ¡ay España engañosa!»


IV
En la cima del monte los corceles descansan;
los blanquea la espuma; a sus pies, Roncesvalles
coloréase apenas con la luz del crepúsculo.
A lo lejos ya huyen las banderas del moro.

«¿Qué hay, Turpín, en el fondo de este fiero torrente?
Veo a dos caballeros: uno ha muerto, otro expira,
aplastados los dos por un negro peñasco;
el más fuerte aún empuña marfileño olifante,
exhalando su alma nos llamó por dos veces.»

¡Suena el cuerno muy triste en el fondo del bosque!

ORIGINAL EN FRANCÉS:

LE COR

I
J'aime le son du Cor, le soir, au fond des bois,
Soit qu'il chante les pleurs de la biche aux abois,
Ou l'adieu du chasseur que l'écho faible accueille,
Et que le vent du nord porte de feuille en feuille.

Que de fois, seul, dans l'ombre à minuit demeuré,
J'ai souri de l'entendre, et plus souvent pleuré !
Car je croyais ouïr de ces bruits prophétiques
Qui précédaient la mort des Paladins antiques.

O montagnes d'azur ! ô pays adoré !
Rocs de la Frazona, cirque du Marboré,
Cascades qui tombez des neiges entraînées,
Sources, gaves, ruisseaux, torrents des Pyrénées ;

Monts gelés et fleuris, trône des deux saisons,
Dont le front est de glace et le pied de gazons !
C'est là qu'il faut s'asseoir, c'est là qu'il faut entendre
Les airs lointains d'un Cor mélancolique et tendre.

Souvent un voyageur, lorsque l'air est sans bruit,
De cette voix d'airain fait retentir la nuit ;
A ses chants cadencés autour de lui se mêle
L'harmonieux grelot du jeune agneau qui bêle.

Une biche attentive, au lieu de se cacher,
Se suspend immobile au sommet du rocher,
Et la cascade unit, dans une chute immense,
Son éternelle plainte au chant de la romance.

Ames des Chevaliers, revenez-vous encor?
Est-ce vous qui parlez avec la voix du Cor ?
Roncevaux ! Roncevaux ! Dans ta sombre vallée
L'ombre du grand Roland n'est donc pas consolée !


II
Tous les preux étaient morts, mais aucun n'avait fui.
Il reste seul debout, Olivier prés de lui,
L'Afrique sur les monts l'entoure et tremble encore.
"Roland, tu vas mourir, rends-toi, criait le More ;

"Tous tes Pairs sont couchés dans les eaux des torrents."
Il rugit comme un tigre, et dit : "Si je me rends,
"Africain, ce sera lorsque les Pyrénées
"Sur l'onde avec leurs corps rouleront entraînées."

"Rends-toi donc, répond-il, ou meurs, car les voilà."
Et du plus haut des monts un grand rocher roula.
Il bondit, il roula jusqu'au fond de l'abîme,
Et de ses pins, dans l'onde, il vint briser la cime.

"Merci, cria Roland, tu m'as fait un chemin."
Et jusqu'au pied des monts le roulant d'une main,
Sur le roc affermi comme un géant s'élance,
Et, prête à fuir, l'armée à ce seul pas balance.


III
Tranquilles cependant, Charlemagne et ses preux
Descendaient la montagne et se parlaient entre eux.
A l'horizon déjà, par leurs eaux signalées,
De Luz et d'Argelès se montraient les vallées.

L'armée applaudissait. Le luth du troubadour
S'accordait pour chanter les saules de l'Adour ;
Le vin français coulait dans la coupe étrangère ;
Le soldat, en riant, parlait à la bergère.

Roland gardait les monts ; tous passaient sans effroi.
Assis nonchalamment sur un noir palefroi
Qui marchait revêtu de housses violettes,
Turpin disait, tenant les saintes amulettes :

"Sire, on voit dans le ciel des nuages de feu ;
"Suspendez votre marche; il ne faut tenter Dieu.
"Par monsieur saint Denis, certes ce sont des âmes
"Qui passent dans les airs sur ces vapeurs de flammes.

"Deux éclairs ont relui, puis deux autres encor."
Ici l'on entendit le son lointain du Cor.
L'Empereur étonné, se jetant en arrière,
Suspend du destrier la marche aventurière.

"Entendez-vous ! dit-il. - Oui, ce sont des pasteurs
"Rappelant les troupeaux épars sur les hauteurs,
"Répondit l'archevêque, ou la voix étouffée
"Du nain vert Obéron qui parle avec sa Fée."

Et l'Empereur poursuit ; mais son front soucieux
Est plus sombre et plus noir que l'orage des cieux.
Il craint la trahison, et, tandis qu'il y songe,
Le Cor éclate et meurt, renaît et se prolonge.

"Malheur ! c'est mon neveu ! malheur! car si Roland"
Appelle à son secours, ce doit être en mourant.
"Arrière, chevaliers, repassons la montagne !"
Tremble encor sous nos pieds, sol trompeur de l'Espagne !


IV
Sur le plus haut des monts s'arrêtent les chevaux ;
L'écume les blanchit ; sous leurs pieds, Roncevaux
Des feux mourants du jour à peine se colore.
A l'horizon lointain fuit l'étendard du More.

"Turpin, n'as-tu rien vu dans le fond du torrent ?"
J'y vois deux chevaliers : l'un mort, l'autre expirant
"Tous deux sont écrasés sous une roche noire ;"
Le plus fort, dans sa main, élève un Cor d'ivoire,
"Son âme en s'exhalant nous appela deux fois."

Dieu ! que le son du Cor est triste au fond des bois !

Alfred de Vigny.

Pintura: "Diana cazadora", Gaston Casimir Saint-Pierre (1833-1916).

miércoles, 6 de junio de 2012

"HAPPY BIRTHDAY", Marilyn Monroe.

Imagen y música para el recuerdo: la mayor sex symbol de todos los tiempos, Marilyn Monroe, homenajeando al presidente JFK en su cumpleaños, con este "Happy Birthday", entonado con dulce y melódica voz cargada de sentimiento.

Dedicado a RMG, que  hoy también cumple años y que preside mi corazón.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, RAFAEL, MI AMOR!!!!!!!!!!!!!!!!

sábado, 2 de junio de 2012

"RECUERDO", Mayte Dalianegra


Recuerdo 
aquellos sacrificios,
pequeños y vacuos,
que día a día
ejecutaban su danza ritual
sobre mi escritorio.

Aquellos torbellinos
de emociones banales
que me ponían el suspiro entre los dientes,
que me apretaban los pechos,
que hallaban cobijo
en la humedad de mis muslos
y en mis ojos de gacela.

Los recuerdo.

Y a ti con ellos, aun cuando me haya
olvidado de tus rasgos,
y te halles perdido
entre unas sábanas que ahora son de niebla.

No sé si tu piel
era atezada o bajo tu nuca
nacía la alborada. Tampoco
sé si gustabas de un café o de fumar
un cigarrillo después.
Nunca estuve allí, nunca después,
todo se desvanecía tras la vaharada.

Te recuerdo.

Aunque dude del color de tus cabellos
y del de tus pupilas,
y no sepa ya sobre los centímetros
que se interponían entre tu frente y el suelo.

Puede que te confunda con otro,
quizá seas, en verdad, otro,
alguien que siendo distinto,
siempre sea el mismo.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Pasión" (detalle), Alberto Pancorbo
Safe Creative #1205041581931


"LA MUERTE DEL LOBO", Alfred de Vigny.

La luna estaba roja. Nubes grises
Corrían por el ciclo y la nublaban
A veces, como lóbrega humareda
De un incendio. La selva solitaria
Negra hasta el horizonte se extendía.
Silenciosos seguíamos la marcha
Sobre el húmedo césped, o por sendas
Que entre los altos matorrales pasan.
De pronto, bajo lúgubres abetos
Vimos impresas las robustas garras
De los lobos errantes, que al ojeo
Lograron escapar. En la garganta
Reteniendo el aliento, y el pie inmóvil.
Escuchamos atentos. Pero nada
Se oía en la llanura ni en el bosque;
La veleta no más, que triste y agria
Allá arriba gemía. Porque el viento
Iba muy alto, y con sus fuertes alas
Sólo batía las enhiestas torres;
Y los robles, abajo, en las cañadas.
Prendidos a las rocas, parecía
Que, en el codo apoyados, dormitaban.
Nada se oía, pues, cuando el más viejo
De nuestros duchos cazadores, baja
La cabeza, tendiéndose en el suelo.
Examina las huellas, y declara
Que son de un par de corpulentos lobos
Y dos lobeznos. Cada cual prepara
El cuchillo y oculta la escopeta
Sobrado reluciente. Entre las ramas
Abriéndonos camino vamos lentos.
Tres de nuestros bizarros fumaradas
Que iban juntos, de pronto se detienen.
Me acerco para ver cuál es la causa
De aquella interrupción, y en la
penumbra Veo dos ojos arrojando llamas,
Y a la luz de la luna, en la maleza.
Dos sombras que ligeras y gallardas
Brincan, como domésticos lebreles
Gozosos porque el amo vuelve a casa.
Es el contorno parecido, iguales
Los retozones saltos; pero callan
En sus juegos los hijos de los lobos.
Por temor a la próxima asechanza
De! hombre, su enemigo. Estaba el macho
En pie; cerca la loba descansaba
Junto al tronco de un árbol, como aquella
De mármol, que adoró Roma en sus aras,
Amamantando en su velludo seno
A Rómulo y a Remo. Fiero avanza
El lobo; luego súbito se sienta
Sin doblegar las delanteras patas,
Y las terribles uñas hinca en tierra.
Se ve perdido, acorralado, no halla
Paso para la fuga; están cortados
Los caminos. Furioso se abalanza
Al can más atrevido, por el cuello
Lo agarra bien, y no abre las quijadas
Hasta que, estrangulado horriblemente
Exánime el mastín cae a sus plantas.
Lo deja el lobo entonces, y nos mira.
Hasta el puño en su cuerpo penetraban
Los cuchillos, clavándolo en el suelo,
Tinto en su sangre. En círculo, apuntada
Contra él nuestras certeras escopetas
Ve; se echa al suelo, y la feroz mirada
Nos dirige de nuevo, relamiendo
La roja sangre que su hocico mancha.
No soy digna saber del duro trance
El cómo ni el por qué; con fría pausa
Cierra los ojos, y sin un rugido,
Su último aliento, indiferente, exhala.
Apoyando la frente en el oscuro
Cañón de mi escopeta descargada,
Medité. Resolverme no podía
A proseguir, con los demás, la caza
De la loba y sus hijos, que esperaron
Al lobo, y si no fuera por la guarda
De sus cachorros, la irritada viuda
Solo en la ruda lid no lo dejara.
Pero ellos eran su deber primero:
Salvarlos, darles la experiencia amarga
De la vida, del hambre y de la lucha,
Hacer que al hombre nunca rindan parias,
Como aquellos serviles animales
Que por el precio ruin de la pitanza
A los dueños legítimos persiguen
Del bosque adusto y de las rocas ásperas.
¡Cuan débil es, aunque orgullosa ostente
Su noble condición, la estirpe humana!
Mejor que el hombre, abandonar la vida
Y sus males sabéis, fieras selváticas!
A pensar lo que somos en el mundo
Y lo que en él dejamos, sólo cuadra
El silencio a la muerte: vil flaqueza
Es tocio lo demás. Con visión clara,
Salteador siniestro de las selvas,
Te he comprendido. Tu última mirada
Me llegó al corazón. Ella me dijo:
“Haz tu alma estoica y fuerte (si a eso alcanzan
Estudio y reflexión) como la mía.
Naturalmente embravecida, gracias
A mis natales riscos; animoso
Cumple bien la misión penosa y ardua
Que te ha tocado en suerte, y luego...
luego Sufre y muere, cual yo, sin decir nada”.

Alfred de Vigny.

 ORIGINAL EN FRANCÉS:

LA MORT DU LOUP

Les nuages couraient sur la lune enflammée
Comme sur l'incendie on voit fuir la fumée,
Et les bois étaient noirs jusques à l'horizon.
Nous marchions, sans parler, dans l'humide gazon,
Dans la bruyère épaisse et dans les hautes brandes,
Lorsque, sous des sapins pareils à ceux des Landes,
Nous avons aperçu les grands ongles marqués
Par les loups voyageurs que nous avions traqués.
Nous avons écouté, retenant notre haleine
Et le pas suspendu. - Ni le bois ni la plaine
Ne poussaient un soupir dans les airs; seulement
La girouette en deuil criait au firmament;
Car le vent, élevé bien au-dessus des terres,
N'effleurait de ses pieds que les tours solitaires,
Et les chênes d'en bas, contre les rocs penchés,
Sur leurs coudes semblaient endormis et couchés
Rien ne bruissait donc, lorsque, baissant la tête,
Le plus vieux des chasseurs qui s'étaient mis en quête
A regardé le sable en s'y couchant; bientôt,
Lui que jamais ici l'on ne vit en défaut,
A déclaré tout bas que ces marques récentes
Annonçaient la démarche et les griffes puissantes
De deux grands loups-cerviers et de deux louveteaux.
Nous avons tous alors prépare nos couteaux,
Et, cachant nos fusils et leurs lueurs trop blanches,
Nous allions pas à pas en écartant les branches.
Trois s'arrêtent, et moi, cherchant ce qu'ils voyaient,
J'aperçois tout à coup deux yeux qui flamboyaient,
Et je vois au-delà quatre formes légères
Qui dansaient sous la lune au milieu des bruyères,
Comme font chaque jour, à grand bruit sous nos yeux,
Quand le maître revient, les lévriers joyeux.
Leur forme était semblable, et semblable la danse;
Mais les enfants du Loup se jouaient en silence,
Sachant bien qu'à deux pas, ne dormant qu'à demi,
Se couche dans ses murs l'homme, leur ennemi.
Le père était debout, et plus loin, contre un arbre,
Sa louve reposait comme celle de marbre
Qu'adoraient les Romains, et dont les flancs velus
Couvaient les demi-dieux Remus et Romulus.
Le Loup vient et s'assied, les deux jambes dressées,
Par leurs ongles crochus dans le sable enfoncées.
Il s'est jugé perdu, puisqu'il était surpris,
Sa retraite compté et tous ses chemins pris;
Alors il a saisi, dans sa gueule brûlante,
Du chien le plus hardi la gorge pantelante,
Il n'a pas deserré ses mâchoires de fer,
Malgré nos coups de feu qui traversaient sa chair,
Et nos couteaux aigüs qui, comme des tenailles,
Se croisaient en plongeant dans ses larges entrailles,
Jusqu'au dernier moment où le chien étranglé,
Mort longtemps avant lui, sous ses pieds a roulé.
Le Loup le quitte alors et puis il nous regarde.
Les couteaux lui restaient au flanc jusqu'à la garde,
Le clouaient au gazon tout baigné dans son sang;
Nos fusils l'entouraient en sinistre croissant.
Il nous regarde encore, ensuite il se recouche,
Tout en léchant le sang répandu sur sa bouche,
Et, sans daigner savoir comment il a péri,
Refermant ses grands yeux, meurt sans jeter un cri.
J'ai reposé mon front sur mon fusil sans poudre,
Me prenant à penser, et n'ai pu me résoudre
A poursuivre sa Louve et ses fils, qui, tous trois,
Avaient voulu l'attendre, et, comme je le crois,
Sans ses deux louveteaux, la belle et sombre veuve
Ne l'eût pas laissé seul subir la grande épreuve;
Mais son devoir était de les sauver, afin
De pouvoir leur apprendre à bien souffrir la faim,
A ne jamais entrer dans le pacte des villes
Que l'homme a fait avec les animaux serviles
Qui chassent devant lui, pour avoir le coucher,
Les premiers possesseurs du bois et du rocher.
Hélas, ai-je pensé, malgré ce grand nom d'Hommes
Que j'ai honte de nous, débiles que nous sommes!
Comment on doit quitter la vie et tous ses maux,
C'est vous qui le savez, sublimes animaux!
A voir ce que l'on fut sur terre et ce qu'on laisse,
Seul le silence est grand; tout le reste est faiblesse.
Ah! je t'ai bien compris, sauvage voyageur,
Et ton dernier regard m'est allé jusqu'au coeur!
Il disait: "Si tu peux, fais que ton âme arrive,
A force de rester studieuse et pensive,
Jusqu'à ce haut degré de stoïque fierté
Où, naissant dans les bois, j'ai tout d'abord monté.
Gémir, pleurer, prier est également lâche
Fais énergiquement ta longue et lourde tâche
Dans la voie où la sort a voulu t'appeler,
Puis après, comme moi, souffre et meurs sans parler."

Alfred de Vigny.

Pintura:  "Edge of winter grey wolves"  ("Lobos grises en el filo del invierno"),  2006, Larry Fanning.