Concepción Arenal (El Ferrol, 1820 - Vigo, 1893). Escritora y activista social española. Sorteando las dificultades que en su época se oponían al acceso de las mujeres a la universidad, estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas (teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre).
En 1847 casó con don Fernando García Carrasco, abogado y escritor, y ambos esposos colaboraron en La Iberia. Su primer libro fue la novela Historia de un corazón, y en 1851 publicó Fábulas en verso. Enviudó en 1855 y se retiró a Potes (Santander) con sus hijos, y más tarde a Galicia. Próxima al krausismo, pronto fueron conocidas sus críticas a la injusticia social de su tiempo (particularmente contra la marginación de la mujer, la condición obrera y el sistema penitenciario), fundamento de un reformismo social de raíz católica.
En 1862 publicó su Manual del visitador del preso, traducido a casi todos los idiomas europeos. En 1864 fue nombrada visitadora general de prisiones de mujeres. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Desarrolló una intensa actividad filantrópica: fue fundadora del Patronato de los Diez, de la Constructora Benéfica y del periódico La Voz de la Caridad (1870), secretaria de la Cruz Roja de Madrid, directora de un hospital de campaña durante la Tercera Guerra Carlista…
Al mismo tiempo, elaboró una amplia obra escrita, en la que reflexionaba sobre propuestas como la legitimidad de la guerra justa en defensa de los derechos humanos (Ensayo sobre derechos de gentes), la orientación del sistema penal hacia la reeducación de los delincuentes (El visitador del preso) o la intervención del Estado en favor de los desvalidos (La beneficencia, la filantropía y la caridad).Como penalista propuso una función educativa del sistema penitenciario que reformase al delincuente en lugar de castigarlo, siguiendo las ideas del reformador del derecho penal Pedro Dorado Montero.
Otros de sus estudios destacados son La instrucción del pueblo, La pena de deportación (premiadas por la Academia de Ciencias Morales y Políticas), Cartas a los delincuentes, Cartas a un obrero y a un señor, La condición de la mujer en España (publicada primeramente en inglés), El delito colectivo, etc. En la obra y en la vida de Concepción Arenal domina la esperanzadora certeza de que en la sociedad existen los elementos necesarios para consolar todos los dolores; no hay más que armonizarlos.
De sus obras sobre la condición femenina sobresalen La mujer de su casa y La mujer del porvenir. En La mujer de su casa (1865), estudió los problemas a que debía enfrentarse la mujer española de su tiempo para ocupar digna y eficazmente el puesto en que la sociedad humana la necesita. Sostuvo que era una profunda y nefasta equivocación del hombre la de mantener el principio de que la mujer perfecta "no piensa más que en su casa, en su marido y en sus hijos". En La mujer del porvenir (1868), señaló la contradicciones en la consideración de la mujer ("Si la ley civil mira a la mujer como un ser inferior al hombre, moral e intelectualmente considerada, ¿por qué la ley criminal le impone iguales penas cuando delinque?"), combatió los prejuicios sobre la supuesta inferioridad fisiológica, moral e intelectual de la mujer y exploró las consecuencias de su acceso a la educación y al trabajo.
Concepción Arenal actuó como intermediaria de la Reina María Victoria de España, que desde el exilio, siguió hasta el último instante de su vida mandando muchas ayudas para españoles necesitados, con la exigencia de que los donativos se hicieran anónimamente.
Murió el 4 de febrero de 1893 en Vigo, donde fue enterrada. Es su epitafio el lema que la acompañó durante toda su vida: A la virtud, a una vida, a la ciencia. Sin embargo, su frase más celebre fue probablemente "Odia el delito y compadece al delincuente", que resume su visión de los delincuentes como el producto de una sociedad reprimida y represora.
En 1847 casó con don Fernando García Carrasco, abogado y escritor, y ambos esposos colaboraron en La Iberia. Su primer libro fue la novela Historia de un corazón, y en 1851 publicó Fábulas en verso. Enviudó en 1855 y se retiró a Potes (Santander) con sus hijos, y más tarde a Galicia. Próxima al krausismo, pronto fueron conocidas sus críticas a la injusticia social de su tiempo (particularmente contra la marginación de la mujer, la condición obrera y el sistema penitenciario), fundamento de un reformismo social de raíz católica.
En 1862 publicó su Manual del visitador del preso, traducido a casi todos los idiomas europeos. En 1864 fue nombrada visitadora general de prisiones de mujeres. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Desarrolló una intensa actividad filantrópica: fue fundadora del Patronato de los Diez, de la Constructora Benéfica y del periódico La Voz de la Caridad (1870), secretaria de la Cruz Roja de Madrid, directora de un hospital de campaña durante la Tercera Guerra Carlista…
Al mismo tiempo, elaboró una amplia obra escrita, en la que reflexionaba sobre propuestas como la legitimidad de la guerra justa en defensa de los derechos humanos (Ensayo sobre derechos de gentes), la orientación del sistema penal hacia la reeducación de los delincuentes (El visitador del preso) o la intervención del Estado en favor de los desvalidos (La beneficencia, la filantropía y la caridad).Como penalista propuso una función educativa del sistema penitenciario que reformase al delincuente en lugar de castigarlo, siguiendo las ideas del reformador del derecho penal Pedro Dorado Montero.
Otros de sus estudios destacados son La instrucción del pueblo, La pena de deportación (premiadas por la Academia de Ciencias Morales y Políticas), Cartas a los delincuentes, Cartas a un obrero y a un señor, La condición de la mujer en España (publicada primeramente en inglés), El delito colectivo, etc. En la obra y en la vida de Concepción Arenal domina la esperanzadora certeza de que en la sociedad existen los elementos necesarios para consolar todos los dolores; no hay más que armonizarlos.
De sus obras sobre la condición femenina sobresalen La mujer de su casa y La mujer del porvenir. En La mujer de su casa (1865), estudió los problemas a que debía enfrentarse la mujer española de su tiempo para ocupar digna y eficazmente el puesto en que la sociedad humana la necesita. Sostuvo que era una profunda y nefasta equivocación del hombre la de mantener el principio de que la mujer perfecta "no piensa más que en su casa, en su marido y en sus hijos". En La mujer del porvenir (1868), señaló la contradicciones en la consideración de la mujer ("Si la ley civil mira a la mujer como un ser inferior al hombre, moral e intelectualmente considerada, ¿por qué la ley criminal le impone iguales penas cuando delinque?"), combatió los prejuicios sobre la supuesta inferioridad fisiológica, moral e intelectual de la mujer y exploró las consecuencias de su acceso a la educación y al trabajo.
Concepción Arenal actuó como intermediaria de la Reina María Victoria de España, que desde el exilio, siguió hasta el último instante de su vida mandando muchas ayudas para españoles necesitados, con la exigencia de que los donativos se hicieran anónimamente.
Murió el 4 de febrero de 1893 en Vigo, donde fue enterrada. Es su epitafio el lema que la acompañó durante toda su vida: A la virtud, a una vida, a la ciencia. Sin embargo, su frase más celebre fue probablemente "Odia el delito y compadece al delincuente", que resume su visión de los delincuentes como el producto de una sociedad reprimida y represora.