Yo temía por su sonrisa.
Ella era aquella profundamente meditativa
a la que todo le nacía de los ojos
a la que nada le nacía de los ojos.
Sabía su sino por experiencia
y esto le había dado una melancolía graciosa de
ángel herido.
Ella era aquella que quería que yo le guardase
el secreto
de como todo le nacía de los ojos
de como nada le nacía de los ojos.
(Álvaro Cunqueiro)
Traducción de Vicente Araguas
Pintura de Rolf Armstrong