Contemplaban los dos cómo dormía
el claro Egipto bajo el cielo ardiente
y como hacía Bubastis, lentamente,
desembocaba el Nilo en la bahía.
En su coraza el adalid sentía
—como a través de un sueño transparente—
desfallecer sumiso y atrayente
el cuerpo voluptuoso que ceñía.
Volviendo ella su rostro enamorado,
tendía con pasión los labios rojos
y las claras pupilas agoreras.
Y el guerrero, sobre ellas inclinado,
contemplaba en el fondo de sus ojos
otro mar en que huían las galeras.
(José-María de Heredia)
Traducción del francés de Andrés Holguín
Pintura: "Antonio y Cleopatra" (1883), Lawrence Alma-Tadema