domingo, 26 de agosto de 2018

Mis poetas favoritos: ALFREDO GANGOTENA

Alfredo Gangotena fue un poeta lírico y simbolista, que escribió en francés y en español, nacido en Quito, Ecuador, el 19 de abril de 1904. Fue hijo de Carlos Gangotena Álvarez y de Hortensia Fernández-Salvador Chiriboga,  ricos terratenientes de la provincia de Pichincha.

Acababa de terminar sus primeros estudios cuando su padre murió repentinamente, por lo que en 1917 viajó con su madre a radicarse en París, donde continuó sus estudios en los liceos Michelet y Duvignon de Larnou, hasta obtener su bachillerato. Posteriormente ingresó en la Ecole de Mines, donde continuó estudios superiores hasta graduarse como Ingeniero de Minas.

Allí, en París, tuvo la oportunidad de juntarse con el chileno Vicente Huidobro, con el peruano César Vallejo y con su paisano, César Carre­ra Andrade, con quienes formó parte de ese grupo de poetas latinoamericanos que vivieron en París y escribieron en francés a principios del siglo XX.

Gangotena dominó el francés, tan extraordinariamente, que en 1922, cuando comenzó a publicar sus poemas en las revistas literarias más importantes de Francia, el pintor, escritor y poeta francés Max Jacob le escribió en los siguientes términos: “Usted ha tenido los dones del Espíritu Santo. Hace poco tiempo no sabía nada del francés y ahora ya quisieran muchos escritores de fama tener un uso tan mara­villoso como el suyo”.

Regresó a Quito en 1926 y durante poco tiempo fue profesor de la Universidad Central. Dos años más tarde publicó, bajo el título de “Orogenie”, su primer volumen de versos en francés, que fue recibido con hostilidad y silencio en los medios literarios ecuatorianos; pero con aplauso y elogio por parte de poetas, escritores y filósofos franceses.

Jean Cocteau le escribiría entonces: “Tiene usted genio… sabe cuánto le admiro… su Orogenie es una copa del cielo… sin la amistad de poetas como usted, respiro mal… No diga a nadie nuestros proyectos de Gloria…”

Poco tiempo después, hastiado de la vida que llevaba en Quito, y desterrado por los círculos intelectuales y culturales que lo aislaron y rechazaron, volvió a París para reunirse con su madre y hermanos, y donde, entre los poetas franceses que reconocían su exquisito talento, se sentía como en su propia casa y podía desarrollar la mayor riqueza de su capacidad.

Fue entonces que, gracias a su extraña y oscura sensibilidad de artista,  pudo hacer amistad con varios de los más extraordinarios intelectuales de esa época, como lo fueron Jean Cocteau, Max Jacob, Julles Superville y Henri Michaux.

Fruto de su inspiración, brotada bajo el influjo de Francia, son sus poemas “L’Homme de Truxillo”, “Poiere D’Angoisse” (Pera de Angustia), “Vaillée”, dedicado a Jean Cocteau, “B’Orage Secret” (La Tempestad Secreta), “Ansense”, poemario con 12 composiciones en francés publicado en 1932 y dos en español; “Chistóforus”, “Nuit”, este último publicado en 1938; etc.

Posteriormente volvió a Quito, donde murió el 23 de diciembre de 1944.