(Madrid, 1951) Poeta, narrador y ensayista español. Se licenció en Filosofía y Letras en Madrid, su lugar de residencia, y decidió dedicarse por completo a la creación literaria, compaginándola con la crítica y la traducción. Conocido en primer lugar como poeta, debe adscribírsele a la generación de los "novísimos", aunque no figure en la antología de J. M. Castellet (Nueve novísimos españoles, 1970) de la que procede el nombre del movimiento que rompe con la poética del realismo social, en una polémica escisión con el objetivo de la escritura que, a las circunstanciales denuncias de las disparidades antropológicas, oponía sofisticadas representaciones de representaciones, nutridas con materiales culturales y sobre todo artísticos.
En este sentido, son reveladores los textos de Luis Antonio de Villena aparecidos en la antología Espejo del amor y de la muerte (1971) redactada por A. Prieto en consonancia con la selección de Castellet: la poesía redescubre el artificio metalingüístico como búsqueda estética, cuyo objetivo último es de nuevo un virtuoso placer verbal, enfermo, sin embargo, desde su raíz por el rechazo previo de cualquier gnoseología.
Así lo demuestran las sucesivas colecciones de versos Sublime solarium (1971), El viaje a Bizancio (1976), Hymnica (1979), Huir del invierno (1981), cuyos títulos son indicativos de las preferencias del autor por un pasado de fulgurantes aunque quiméricas perfecciones, elevadas a combate de un deseo conscientemente orientado a la nostalgia, a la frustración, al despilfarro. La celebridad de un personaje, el modelo de un desnudo, el paganismo de una visión o el lujo de un arabesco son los desechos de una antigüedad grecolatina o renacentista, e incluso orientalizante, adulterada a propósito con un "décor" decadentista que engloba también las experiencias de la modernidad de L. Cernuda a V. Aleixandre, de C. Kavafis a W. B. Yeats.
Después de haber reunido su producción en Poesía (1970-1982) (1983), introduce en su lírica una nota más explícitamente pesimista con el libro La muerte únicamente (1984), sin abandonar la expresión preciosista con la que desgarra los habituales fantasmas autorreferenciales del lenguaje literario. La prosa de Luis Antonio de Villena se coloca en la línea de un difuso escepticismo generacional y de un personal amor por culturas sin fronteras de espacio ni de tiempo, con las narraciones breves de Para los dioses turcos (1980), Amor-Pasión (1983) y En el invierno romano (1986) y la autobiografía novelada Ante el espejo (1982).
Paralelamente, en su producción ensayística, en la que destacan obras como Dados, amor y clérigos (1978), Catulo (1979), Oscar Wilde (1979), Corsarios de guante amarillo (1983), José Emilio Pacheco (1986) y El burdel de Lord Byron, el autor evoca figuras y estampas de época fundiendo el análisis con la imaginación según los horizontes culturales en los que se desarrolla su actividad de intelectual.