Giuseppe Ungaretti (Alejandría, 1888 - Milán, 1970) Poeta italiano. Vinculado en sus inicios al hermetismo, su obra, en la que se advierte siempre una tensión existencial y un continuo viaje interior hacia la memoria, representa también una singular recuperación de la tradición lírica, tras los excesos del crepuscularismo y del futurismo.
Hijo de una familia burguesa emigrada a Egipto por motivos de trabajo, pasó su adolescencia en su ciudad natal, cerca de esos paisajes del desierto que se convertirían en uno de los temas más recurrentes de toda su obra. En 1912 se marchó a París para completar sus estudios en la Sorbona y allí conoció a los mayores representantes de las vanguardias europeas, entre ellos a Guillaume Apollinaire, André Gide, Max Jacob y Pablo Picasso.
Dos años después se instaló en Milán y se enroló en el ejército para tomar parte en la Primera Guerra Mundial. Terminado el conflicto, residió primero en París, donde se casó, y luego en Roma, para trabajar como corresponsal de distintos periódicos, ocupación que le permitió viajar por Italia, Europa y Egipto. En 1936 aceptó la cátedra de literatura italiana en la Universidad de São Paulo, donde vivió hasta 1942, año en que regresó a Roma para ejercer de profesor de literatura italiana contemporánea en la universidad de la ciudad.
En su producción poética se pueden distinguir tres etapas, la primera de las cuales está ligada a su experiencia en la guerra. La inmediatez lírica, el ansia de pureza, el lenguaje esencial y las influencias vanguardistas de sus primeras composiciones, Il porto sepolto (1916) y Allegria di naufragi (1919), le convirtieron en uno de los iniciadores del hermetismo. Forman parte también de esta tendencia las poesías que publicó durante esos años en distintas revistas y que serían reunidas en Poesie disperse (1945), aunque luego renegó de ellas.
Después de la guerra, la temática de su poesía se volvió más reflexiva y evocadora de la misteriosa y dramática condición del hombre frente a la naturaleza, mientras que rítmicamente se advierte una mayor complejidad y un uso de los procedimientos técnicos de la literatura moderna europea, sobre todo del simbolismo. Pertenecen a esta época Sentimiento del tiempo (1933), El dolor (1947), que recoge las poesías escritas en Brasil, muchas de ellas inspiradas en la muerte de su hijo Antonietto, y La tierra prometida (1950), reflejo del espíritu barroco que iban adquiriendo sus versos. Resultan significativas las traducciones de los grandes poetas barrocos y simbolistas que llevó a cabo en ese período, entre ellos, William Shakespeare, Luis de Góngora y Stéphane Mallarmé.
Por último, Un grido e paesaggi (1952) señaló el comienzo de su tercer momento poético, marcado por el sólido esfuerzo de recuperar la tradición lírica italiana, con especial atención a Petrarca, Torquato Tasso o Giacomo Leopardi, y en el que la estructura métrica se convierte en parte básica de su discurso lírico-dramático. Siguieron El cuaderno del viejo (1960), Apocalissi (1961), Morte delle stagioni (1967) y Dialogo (1968), colecciones sobre todo de poesías de amor en las que se manifiesta su interés por el clasicismo.
En 1962 fue elegido presidente de la Comunidad Europea de los escritores; cuatro años después recibió el premio Taormina de poesía. Su obra completa quedó reunida en distintos volúmenes bajo el título de Vida de un hombre, libros que atestiguan su peculiar y riguroso concepto del proceso creativo, ya que en ellos aparece un enorme número de variantes y reescrituras de sus antiguas poesías.
Extraído de Biografías y vidas