Dicen que el hombre
era espejo de su Creador
y que fue un ser único como Él,
y que viéndose incapaz
de dominar el mundo
desde su orilla solitaria,
precisó de algo tan trivial
—en apariencia—
como la multiplicación.
Y al igual que su Hacedor se había
multiplicado, él, siendo su sucedáneo,
habría de encontrar la fórmula
para multiplicarse también,
antes de que pudiese
aparecer un tal Darwin
y hallase razones
para contrariarlo.
Milagrosamente
llegó alguien a quien llamaron Eva,
surgiendo de una costilla
del que después
sería el padre de sus hijos.
Y he aquí
que lo que podría haber llegado a término
como una comedia romántica
protagonizada por Hugh Grant,
dejó alguna que otra queja
por discriminaciones varias,
por maltratos físicos y psíquicos
y, sobre todo,
por hacer un uso indebido
de las matemáticas.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "La creación del hombre", escena central de la bóveda de la Capilla Sixtina (1508 - 1512), Miguel Ángel Buonarroti. Ciudad del Vaticano