Edith Sitwell (Scarborough, 1887 - Londres, 1964), fue una poeta, prosista, biógrafa y ensayista inglesa de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX. Procedía de una notable familia aristocrática y tuvo una infancia infeliz. Publicó su primer libro, "The mother and other poems", en 1915.
La primera etapa de su poesía fue experimental, ligada a búsquedas estilísticas de diversas tendencias: contrapuso a la poesía nostálgica y rural de los poetas georgianos una poesía de imágenes vigorosas y satíricas. En 1916 publicó una antología de la poesía inglesa, "Ruedas". Más adelante, en "Façade" (1923), utilizó versos escritos en lenguaje coloquial concediendo un lugar de importancia a los efectos sonoros de las palabras, rasgo que se incorporó al arte de vanguardia de la época.
En una segunda etapa, su obra se hizo más abstracta, influida por el cubismo y otras tendencias de avant-garde, vinculada sobre todo al sonido y menos al sentido de los versos. En el largo poema "La bella durmiente del bosque" (1924) empleó un tono elegíaco con el que intentó recuperar un mundo perdido de carácter fantasmal. Hasta 1939, su poesía fue irónica, brillante, audaz y relacionada con la música y la pintura modernas.
Luego vino la etapa final, iniciada con el poema "Cae la lluvia aún" (1940), cuyas composiciones son de tono humanista, visionario y apocalíptico, tono en el que perseveró en poemas como "Invocación", y se mantuvo en "Poemas reunidos" (1957). Sus trabajos en prosa también son interesantes: en 1930 escribió una entusiasta biografía sobre el poeta A. Pope; en 1933 publicó "Ingleses excéntricos" (1933), sobre figuras conocidas que trató de manera singular; por ejemplo, Gerald Durrell aparece montado en un cocodrilo.
En la novela "I live under a black sun" (1937), acerca de la vida de J. Swift, realizó experimentos cronológicos radicales, tales como cambiar súbitamente de una época histórica a otra. Sus últimos poemas enfatizaron la visión mística y simbólica del cristianismo, con un verso descarnado y profundo.
Sitwell tenía rasgos angulares que recordaban a la reina Isabel I (también compartían fecha de cumpleaños) y medía 1,83 m. de alto, pero a menudo vestía de manera inusual con ropas de brocado o terciopelo con turbantes dorados y una plétora de anillos; sus joyas pueden verse en las galerías de joyas del Museo Victoria y Alberto de Londres. Su inusual apariencia provocó críticas casi tanto como sus versos, y a lo largo de su vida fue objeto de ataques personales más o menos virulentos.
Extraído en parte de Biografías y Vidas y Wikipedia.