Sonaba un tango de Gardel
en la gramola del destino.
Bajo las sienes nevadas por el tiempo
retornan los ojos que vieron florecer
el amor que nos tuvimos, el amor que nos tenemos,
aquel que nunca habremos de perder.
Así musita un errante bandoneón,
entre los nimbos que hilvanan tus cigarros,
humo plomizo de áspero sabor,
noches quebradas por el eco de un suspiro.
Vuelve la frente sobre el paso de la vida,
plateada y marchita,
oteando en las sombras de un ayer que lo fue todo,
de un hoy que apenas es nada,
de un mañana que vendrá rasgándonos la mirada,
deteniendo nuestros sueños sobre barcos de papel.
Y volver y volver,
apurando la corola de una copa,
libando una amarga cicuta,
brindando por un futuro que nunca será nuestro,
girando sobre el eje de la derrota.
Sonaba un tango de Gardel
tras el desvaído reflejo del otoño.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: “Provocation” (2008) Hamish Blakely