Tomó ella su mano en la distancia
y la condujo al centro de su pecho,
latía en él un corazón tierno,
un abismo recóndito de mansedumbres,
una sed implacable de amores
insondables perdiéndose en la gravedad
inescrutable y breve del ser,
en ese barranco infinito donde se despeñan los sueños
que no han tenido ni tendrán nunca un lugar.
Tomó ella su mano en la distancia,
para nunca más a ella renunciar.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: “Cupid and Psyche in the nupcial bower” (“Cupido y Psique en el tálamo nupcial”), 1793, Hugh Douglas Hamilton