A Arnalia Riznich.
Bajo el cielo azul de su tierra nativa
languidecía ella, se agostaba...
Al fin se marchitó, y ya de seguro
su joven sombra sobre mí volaba;
Nos separa una línea infranqueable.
En vano el sentimiento desperté.
Su muerte oí de un labio indiferente
y con indiferencia la escuché.
¡Y mi alma la amó con tanto fuego,
con una turbación tan dolorosa,
con tanto sufrimiento y extravío,
con tortura tan tierna y angustiosa!
¿Qué se hicieron la pena y el cariño?
Ni reproches me quedan ya ni llanto
para rememorar su sombra crédula
ni la dulce memoria de los días pasados.
Alexander Pushkin.
(Versión de Eduardo Alonso Duengo).
Pintura: "Retrato femenino", Alexander Savinov (1881 - 1942).
languidecía ella, se agostaba...
Al fin se marchitó, y ya de seguro
su joven sombra sobre mí volaba;
Nos separa una línea infranqueable.
En vano el sentimiento desperté.
Su muerte oí de un labio indiferente
y con indiferencia la escuché.
¡Y mi alma la amó con tanto fuego,
con una turbación tan dolorosa,
con tanto sufrimiento y extravío,
con tortura tan tierna y angustiosa!
¿Qué se hicieron la pena y el cariño?
Ni reproches me quedan ya ni llanto
para rememorar su sombra crédula
ni la dulce memoria de los días pasados.
Alexander Pushkin.
(Versión de Eduardo Alonso Duengo).
Pintura: "Retrato femenino", Alexander Savinov (1881 - 1942).