Sobre las ebúrneas gradas bizantinas,
entre rasos ricos y piedras preciosas,
van las seis princesas, en sus mandolinas
modulando gráciles frases amorosas.
Son las seis princesas de un país distante
de que hablan las áureas crónicas francesas;
de un país en donde la brisa galante
suspiros murmura, son las seis princesas.
Amalia: corona la regia figura
las líneas correctas de su rostro fino,
de Bizancio finge débil escultura
o frágil madona del buen Perusino.
Paz: lo austero tiene de una diosa ática
que esculpiera Fidias en mármol pentélico,
y surge en sus ojos atracción simpática
que esfuma en el ánimo propósito bélico.
Victoria es capullo de tibia fragancia
que a un beso temprano de amor se entreabrió;
luce de las reinas la misma elegancia
que, a un tiempo, en Versalles, pintaba Watteau.
Es suave y de brisa la risa de Luisa,
aroma y conjura los besos soñados
cuando la princesa deslíe su risa
que finge por entre los dientes nevados,
María: sus ojos son de terciopelo,
ojos que destellan en tenues cambiantes.
Luce rosas ígneas sobre el negro pelo;
tal en sus gitanas Miguel de Cervantes.
Y Ana, en cuyo rostro no es blanca la nieve,
un ángel ha hilado su cabello en oro;
de su cuerpo lindo la escultura es leve
y en sus labios arde de amor un tesoro.
Sonríen las rosas pomposas y hermosas
—las mejillas rosas son en las princesas y
las mandolinas dicen quejumbrosas
secretos que ocultan las bocas traviesas.
El crin crin armónico tiene indiscreciones
y al azul lanzando sus notas perladas
el ritmo modula de los corazones
y rima destellos de amantes miradas.
De los recios trajes entre brocateles
cual pálido lirio florece la mano;
tal trazó sus vírgenes con suaves pinceles
en sus cuadros místicos el viejo Tiziano.
El plectro de Concha destaca en la cuerda,
la mano de nieve nostalgias evoca
y la vacilante música se acuerda
al leve y discreto temblor de una boca.
Hablan indiscretas las seis mandolinas
de las seis princesas de los labios rojos;
hablan los secretos de las bocas finas,
de los pechos frágiles, de los negros ojos.
Y entre el torbellino de las notas locas
que brillan con giros mágicos de plata,
tienen languideces de dolor las notas
que va sollozando la mandolinata.
(Ramón Pérez de Ayala)
Pintura: "Girl playing music" (Chica tocando música), Marie Spartali Stillman