Allí,
la tarde
desplomándose
sobre las hojas de la arboleda,
planeando
con el tenue soplo de la brisa.
Allí,
el andar tranquilo,
el lento discurrir de las horas
sobre la hierba húmeda,
sobre el verdor umbrío de la primavera.
Allí,
mis pies desnudos
rozando la frescura del barro.
Allí,
mi corazón,
que se conmueve
con el trino del pájaro,
con el rumor del regato cercano.
Allí,
mis ojos,
que buscan tus verdes pupilas
entre la espesura,
que te ven sin verte,
que te echan de menos.
Allí,
mi nostalgia
—árida y estéril—
opuesta a la alegría
de la fronda ubérrima.
Allí,
mi soledad
opuesta a la inmensidad del mundo.
(Mayte Dalianegra)
Pintura de Eugeni Balakshin