Ni Donatello ni Luca della Robbia
supieron definir su perfección.
Y, en la Città dei Fiori, en vano dulces
arias sagradas, mármoles danzantes,
intentan reflejar sus claras líneas.
También tu vida, tras esa luz pura
que mana de su carne, incendia el mundo
y justifica su extinción.
Azucenas vidriadas,
la materia ideal.
supieron definir su perfección.
Y, en la Città dei Fiori, en vano dulces
arias sagradas, mármoles danzantes,
intentan reflejar sus claras líneas.
También tu vida, tras esa luz pura
que mana de su carne, incendia el mundo
y justifica su extinción.
Azucenas vidriadas,
la materia ideal.
Pedro Gandía.
Pintura: "La Plaza de la Señoría de Florencia" (s. XVIII), Giuseppe Zocchi.