Pisar el muro bajo que divide
La calle de la acera de concreto en la costa,
Recuerda bruscamente algo ya conocido
La alegre miniatura ribereña.
Todo va y se amontona bajo el leve horizonte:
Playa empinada, agua azul, toallas, gorros de baño rojos,
El quiebre fresco y repetido de las pequeñas y calladas olas
Sobre la arena cálida, amarilla
Y a lo lejos un barco a vapor blanco, estancado en la tarde.
¡Sigue pasando todo esto, sigue pasando!
El echarse y comer, dormirse oyendo espuma
(La oreja es un parlante y suena bastante manso
Bajo el cielo), o llevar a niños inseguros
De arriba abajo suavemente, de punta en blanco
Y asiendo el aire enorme, o girar a los viejos
Tiesos para que aprecien un último verano,
Sigue ocurriendo simplemente
A medias goce anual, a medias rito,
Como cuando, contento de estar solo,
Busqué en la arena a los Famosos Jugadores de Críquet,
O antes, cuando mis padres, oyentes
De ese mismo graznido de la costa, se conocieron.
Como un extraño ahora, veo la escena despejada:
La misma agua clara sobre las piedras ya pulidas,
El débil tiple de protesta en los lejanos bañistas
A sus afueras, y después los cigarros baratos,
Papel de chocolate, hojas de té, y al medio
Las rocas, latas de sopa oxidándose, hasta que las primeras
Pocas familias vuelven a sus coches.
El barco a vapor blanco se ha marchado. Como respiración dentro
De un vidrio
La luz del sol se ha vuelto lechosa. Si quedarnos
Cortos es lo peor de los climas perfectos,
Puede que por costumbre éstos la hagan mejor,
Viniendo al agua cada año tan torpemente desvestidos;
Como payasos enseñando a niños;
Ayudando a los viejos también, como se debe.
La calle de la acera de concreto en la costa,
Recuerda bruscamente algo ya conocido
La alegre miniatura ribereña.
Todo va y se amontona bajo el leve horizonte:
Playa empinada, agua azul, toallas, gorros de baño rojos,
El quiebre fresco y repetido de las pequeñas y calladas olas
Sobre la arena cálida, amarilla
Y a lo lejos un barco a vapor blanco, estancado en la tarde.
¡Sigue pasando todo esto, sigue pasando!
El echarse y comer, dormirse oyendo espuma
(La oreja es un parlante y suena bastante manso
Bajo el cielo), o llevar a niños inseguros
De arriba abajo suavemente, de punta en blanco
Y asiendo el aire enorme, o girar a los viejos
Tiesos para que aprecien un último verano,
Sigue ocurriendo simplemente
A medias goce anual, a medias rito,
Como cuando, contento de estar solo,
Busqué en la arena a los Famosos Jugadores de Críquet,
O antes, cuando mis padres, oyentes
De ese mismo graznido de la costa, se conocieron.
Como un extraño ahora, veo la escena despejada:
La misma agua clara sobre las piedras ya pulidas,
El débil tiple de protesta en los lejanos bañistas
A sus afueras, y después los cigarros baratos,
Papel de chocolate, hojas de té, y al medio
Las rocas, latas de sopa oxidándose, hasta que las primeras
Pocas familias vuelven a sus coches.
El barco a vapor blanco se ha marchado. Como respiración dentro
De un vidrio
La luz del sol se ha vuelto lechosa. Si quedarnos
Cortos es lo peor de los climas perfectos,
Puede que por costumbre éstos la hagan mejor,
Viniendo al agua cada año tan torpemente desvestidos;
Como payasos enseñando a niños;
Ayudando a los viejos también, como se debe.
Philip Larkin.
Pintura de Kenton Nelson.