Mi espíritu es muy débil: mortal
me pesa como un sueño no querido,
y cuestas y pináculos soñados
de afán divino, anuncian ya mi muerte.
me pesa como un sueño no querido,
y cuestas y pináculos soñados
de afán divino, anuncian ya mi muerte.
Como un águila enferma cara al cielo.
Mas es un lujo plácido mi llanto
por no poder guardar los vientos puros
cuando el ojo de la mañana abra.
Tales glorias sombrías del cerebro
le dan al corazón batalla inmensa;
igual estos prodigios me marean.
Uniendo el esplendor griego a la ruda
devastación del Tiempo: en la tormenta
fulgura un sol, la sombra de lo magno.
John Keats.
Pintura: "Charles Towneley in his sculpture gallery", (Charles Towneley en su galería de escultura), 1782, Johann Zoffany. Art Gallery and Museum, Burnley, Lancashire, United Kingdom.
Nota: Los llamados "Mármoles de Elgin" constituyen más de la mitad de las esculturas que decoraban el mítico Partenón de Atenas, así como algunas del Templo de Atenea Niké, los Propíleos y el Erecteión y que fueron desmantelados de dichos monumentos de la Acrópolis ateniense y comprados al gobierno turco, durante la dominación otomana de Grecia, por parte del embajador británico en Constantinopla, Sir Thomas Bruce, conde de Elgin, con el objeto de decorar su villa londinense de Park Lane. Estas valiosas piezas arqueológicas llegaron a suelo inglés entre 1804 y 1805, y en 1816 el gobierno del Reino Unido las compró a Lord Elgin y pasaron a formar parte de las colecciones del Museo Británico.
Tras la independencia griega, Grecia reclamó constantemente este patrimonio histórico artístico a Gran Bretaña, pues, de forma natural, pertenece a su soberanía, ya que se trata de otro de los muchos expolios, más o menos legitimados, que ha sufrido el país balcánico. Como es de suponer, el Reino Unido se niega tajantemente a su devolución y ni siquiera la construcción del súper vanguardista Museo de la Acrópolis de Atenas, ha servido para convencer a las autoridades británicas de la necesidad de restaurar estas piezas a su legítimo propietario: el pueblo griego.
Desde este humilde blog nos adherimos a la causa de su devolución, máxime después de haber observado in situ el Templo de Atenea Partenos, y los anteriormente citados, desprovistos de sus metopas y frisos.
Y para ilustrar esta causa, basten los sentimientos que suscitaron dichos mármoles ante la mirada de almas sensibles como la del escritor francés Chateubriand, que acusó a Lord Elgin de sacrílego o la del gran poeta británico Lord Byron, que condenó tal suceso y escribió poemas recriminatorios. Después, fue otro gran poeta inglés, John Keats, quien acabó sintiendo una fascinación tan profunda por tales obras clásicas, que las visitaba asiduamente, cayendo en estados de ensoñación que inspiraron los versos que al comienzo de esta entrada se muestran.