Silencio, aliento oscuro de la noche,
silencio, incienso y humo negro,
plúmbeo silencio, pesado y gris,
gris y húmedo vaho que gravita
en el reino de los muertos.
Silencio que ahoga el embrión de la palabra
cuando esta germina alentada por el aullido del lobo.
Un perro ladra y gime, y se retuerce
sobre las heces inmundas
de la hipocresía, la manipulación y la mentira.
Un perro ladra ante la sordera
de mis oídos asesinos de tinieblas;
ya no escucho su necio llanto
ni sus agravios inoculados de cicuta,
ni mi boca se abre más que para el aire limpio.
Me alío con el silencio,
ataúd de tormentos,
compañero inefable de un camino señero y breve.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: “Femmes” (“Mujeres”), Jean Michel Bénier