Era dueña de todas las risas del universo,
de la alegría de todas las rosas
rojas, rosáceas, amarillas…
de pétalos como espejos de sol.
Ahora soy azul, azul intenso y oscuro,
unificado color de uniforme
de marino sin barco,
sin brújula ni sextante,
ni esfera armilar de ignota geografía;
o de soldado prusiano
de otro siglo, de otras auroras
tenebrosas, sucias,
dulcemente pérfidas.
Soy azul submarino
experto en batiscafos
enamorados de pulpos
y de letíferas anémonas
cebadas de tinieblas.
Azul, azul y triste,
ungida en la fría noche lunar
de blanco nardo fragante,
de blanca espuma de azucena,
de semen espumoso de dragón,
de ese que me mira con ojos gélidos,
de ese que por corazón
tiene la cúspide de un titánico iceberg.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: “Retrato de la señorita Laura Leroux”, Jean-Jacques Henner