¡Azul! Soy yo. Regreso de lúgubres canteras
a ver el mar lanzando sus escalas sonoras,
y al filo de los remos de oro, en las auroras,
zarpando de su rada nocturna las galeras.
Mis manos solitarias invocan los monarcas
-yo hundía entre su barba de sal mis dedos puros-.
Llorando he visto, al eco de sus himnos oscuros,
huir los golfos ante la popa de sus barcas.
Oigo las caracolas hondas, los helicones
marciales en las rítmicas alas de los timones;
claros cantos remeros encadenan rugidos.
Y en las heroicas proas, los dioses exaltados,
con sus plácidos rostros de la espuma azotados,
me tienden indulgentes sus brazos esculpidos.
Paul Valéry.
(Versión de Carlos López Narváez).
Pintura: "Helena de Troya", (1898), Evelyn de Morgan.
a ver el mar lanzando sus escalas sonoras,
y al filo de los remos de oro, en las auroras,
zarpando de su rada nocturna las galeras.
Mis manos solitarias invocan los monarcas
-yo hundía entre su barba de sal mis dedos puros-.
Llorando he visto, al eco de sus himnos oscuros,
huir los golfos ante la popa de sus barcas.
Oigo las caracolas hondas, los helicones
marciales en las rítmicas alas de los timones;
claros cantos remeros encadenan rugidos.
Y en las heroicas proas, los dioses exaltados,
con sus plácidos rostros de la espuma azotados,
me tienden indulgentes sus brazos esculpidos.
Paul Valéry.
(Versión de Carlos López Narváez).
Pintura: "Helena de Troya", (1898), Evelyn de Morgan.