No deberíamos temer
el acoso de las hordas enemigas,
ni aun cuando el bosque de Birnam,
camuflado de ramajes,
camine hacia nuestro encuentro.
que los adversarios de lo empírico
esgriman contra nuestras
carnes mortales,
pues hierve en nuestras venas
el antídoto que se opone a tan fecundo miedo,
engendrado en la magia, la superstición
y la hechicería.
Y no deberíamos temer
sino al otro,
al extraño,
al embozado que no muestra su rostro
por temor a ser reconocido,
a sufrir represalia alguna
por ser,
simplemente, él mismo.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: "Macbeth y Banquo encontrándose con las brujas en el brezal", 1855, Théodore Chassérieau