Se amarra la tormenta con nudo gordiano
de metralla y bombas,
y un trueno de obuses, la voz del mortero,
los silbidos delgados del raudo venablo
y la veloz saeta
truecan el silencio en fragor de llantos.
El carcaj del odio surte con sus flechas
las manos más diestras, las manos siniestras,
y allí en la trinchera, tras de la alambrada,
agoniza, entre los crespones
de una madrugada que ya no amanece,
un embrión de vida.
Son esas trincheras donde anida el odio
bocas de una tierra que engulle a los hombres,
vulvas de una tierra que aborta a sus hijos.
Ya los comandantes y los almirantes
y los capitanes
ostentan galones de oro extranjero.
Calados los yelmos y las bayonetas,
ya listos rodelas y escudos,
el curvo alfanje,
la plúmbea tizona,
la lanza, la maza, la daga, el gladio,
ya todos los hierros.
Ya valga el pillaje,
cabalgue la muerte
sobre una montura de osamenta y cráneo.
Allí en la trinchera se acuesta el soldado,
mas no acude el sueño a sus ojos tristes.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "Over the top" ("Sobre lo alto"), 1918, John Nash