Me palpita la urgencia
por esos besos de bienvenida que serán afluentes
de otros tan largos como el Nilo,
y por las caricias que establecerán
mi cuerpo como el eje de sus simetrías;
pero no creas que ignoro que tus labios y tus manos
son las consignas de mi última
revolución, las postreras balas
que me quedan en el tambor.
Y así, acecho el crujido
que me anuncia tu aparición
para precipitarme y ser río caudaloso
discurriendo hacia la cascada de tu abrazo.
Y así, bajo el dintel del tiempo compartido,
con los recuerdos
de nuestra adolescencia desbocados,
me niego a renunciar a este sueño,
pues una brisa
puede alimentar un fuego.
pues una brisa
puede alimentar un fuego.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "Der Kuss" ("El beso", detalle) 1908, Gustav Klimt. Österreichische Galerie Belvedere, Viena