El río, con su nervio arrollador,
pule cada guijarro con esmero,
y así, como las aguas de ese río,
voy puliendo los mapas de tu piel.
Te recorro lamiendo las heridas,
soy la fiera sumisa a tus blasones
que adquiere voluntad de predadora.
Avanzo con el viento hinchando velas
de un festín de lupino plenilunio,
y así voy caminando con mis labios
los paisajes ignotos de tu cuerpo.
Desconozco mis propias cualidades,
solo sé que lo único valioso
es aquello que impulsa a caminar.
(Mayte Llera, Dalianegra)