Si fueras mi marido,
si mi marido fueras,
si dentro de mi centro
tu nido construyeras,
de gozo tan mullido
que el alado silbido
de un viento que no fuera
corriente lisonjera,
arrancase el sonido
ligero del gemido
nacido del encuentro
de vísceras adentro;
sería tu consorte
de lunas en cohorte,
de estrellas y luceros,
de mapas de aguaceros
caídos en el verde
boscaje de una taiga;
serpiente que nos muerde
el deseo encendido
que nuestro amor nos traiga.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: “Cupido y Psique” (1798), François Gerard. Museo del Louvre, París