viernes, 8 de febrero de 2013

Mis poetas favoritos: DÁMASO ALONSO

Dámaso Alonso, cuyo nombre completo era Dámaso Alonso y Fernández de las Redondas (Madrid, 1898-1990). Poeta y filólogo español, miembro de la Real Academia de la Historia y reconocido poeta de la llamada Generación del 27. Destacó, además, como eminente crítico de fama mundial, por sus estudios estilísticos.

Fue alumno de Ramón Menéndez Pidal en el Centro de Estudios Históricos, lugar que desempeñó una función básica en su vasta y profunda formación intelectual. En la Residencia de Estudiantes, en Madrid, conectó con los que serían sus compañeros de generación: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda o Manuel Altolaguirre. Enseñó lengua y literatura españolas, tanto en universidades extranjeras como nacionales: Berlín, Cambridge, Valencia (1933-1939) y Madrid (1939-1968). Asimismo, fue director de la Revista de Filología Española y de la Real Academia Española.

Sus profundos análisis sobre Luis de Góngora son una de las cumbres de su producción. Así, Temas gongorinos y la correspondiente edición de Soledades (1927), La lengua poética de Góngora (1950) o Estudios y ensayos gongorinos (1955) se han convertido en textos clásicos e indispensables para el estudio de la obra de este clásico.

También investigó las fuentes de la poesía de tipo tradicional (1949), particularmente las relativas a las jarchas; la obra de Gil Vicente, en Poesías (1940) y Tragicomedia de Don Duardos (1942) y la del mayor místico español, en La poesía de San Juan de la Cruz (1942).

De su extenso trabajo crítico cabe señalar, por último, aquellos libros que, como Ensayo de poesía española (1945), Poesía española (1950) o Seis calas en la expresión literaria española (1951, en colaboración con Carlos Bousoño) se aplican al análisis y difusión de las disciplinas estilísticas, y el formalismo destinado a ejercer la crítica literaria; otros dos títulos importantes en esta línea son Poetas españoles contemporáneos (1952) y Poesía española: ensayo de método y límites estilísticos, del mismo año.

Su labor como poeta dio comienzo con Poemas puros, y poemillas de la ciudad (1921), delicadas composiciones de juventud en las que se detecta la huella del modernismo así como la influencia de Juan Ramón Jiménez, para continuar con la que se considera su obra mayor, Hijos de la ira (1944), en la que el poeta lanza un grito de angustia y cólera ante el espectáculo de dolor y miseria que ofrece el mundo circundante. Dominado por esos sentimientos, el libro ofrece una visión cruel y amarga de la vida, metaforizada como un "horrible viaje" o una "pesadilla sin retorno".

Sin embargo, y muy por encima de esta primera lectura, brota otro sentimiento opuesto y complementario en toda su poesía, en el que irrumpe la piedad por uno mismo y por la descarnada existencia del mundo, transfiriendo a la imagen trascendente del universo, Dios, la única posibilidad de redención en el centro mismo del dolor y el escándalo. En cierta ocasión, el propio autor lo dijo con estas palabras: "Hoy es sólo el corazón del hombre lo que me interesa: expresar con mi dolor o con mi esperanza el anhelo o la angustia del eterno corazón del hombre". Otros libros suyos son Oscura noticia (1944; selección de poemas publicados desde 1925 en varias revistas), Hombre y Dios (1955) y Gozos de la vista (1981). En 1978 obtuvo el Premio Cervantes.