Voy a empezar a cuidarme,
a yacer en lecho blando
no bien la negrura
de la sombras me ciegue,
a cerrar mis cancelas,
empeñada en eludir la visita
de alimañas hambrientas
de mi voz y de mis goces.
Voy a discernir entre la soga
y la liana de hiedra
enamorada de savia ajena,
y amarrarme con fuerza
al árbol recio, al mástil robusto,
palo mayor de navío guerrero.
Atada a su enhiesta madera,
resistiré el agudo canto de sirena
que me empuja a zozobrar
con insistencia
y a encallar en la arista afilada.
Resistiré también
el albor traicionero de la luna
y el fiero aullido del lobo
reclamando el vigor de mi sangre,
pues voy a empezar a cuidarme,
a sentirme independiente, segura,
yo misma, mía.
a yacer en lecho blando
no bien la negrura
de la sombras me ciegue,
a cerrar mis cancelas,
empeñada en eludir la visita
de alimañas hambrientas
de mi voz y de mis goces.
Voy a discernir entre la soga
y la liana de hiedra
enamorada de savia ajena,
y amarrarme con fuerza
al árbol recio, al mástil robusto,
palo mayor de navío guerrero.
Atada a su enhiesta madera,
resistiré el agudo canto de sirena
que me empuja a zozobrar
con insistencia
y a encallar en la arista afilada.
Resistiré también
el albor traicionero de la luna
y el fiero aullido del lobo
reclamando el vigor de mi sangre,
pues voy a empezar a cuidarme,
a sentirme independiente, segura,
yo misma, mía.
Mayte Dalianegra
Pintura: "Mirándose al espejo", Albert Henry Collings (1868-1947)