La casa está vacía sin ti,
y un viento cargado de arena
silabea tu nombre
instigándolo a pasar por las rendijas.
La casa ahora padece la frialdad de los finados
y emerge en mitad de un lago salino,
como una aparición difusa
cuajada en el humo.
La casa te echa de menos,
la noche se espesa cegando los astros,
y la niebla esculpe mi perfil de Eva
con su lengua húmeda.
La casa te aguarda
—con paciencia de leona—
sumida en el silencio de la nieve;
es el inventario de un museo de inviernos
en espera del crujido de la cancela,
¡y cómo añora las pálidas corolas
y los próvidos frutos del manzano…!
(Mayte Dalianegra)
Pintura de Boris Dragojevic