Ricardo Jaimes Freyre (Tanca, Perú, 1868 - Buenos Aires, 1933). Poeta, ensayista y dramaturgo boliviano que fue la figura más representativa del modernismo en la literatura de su país. Su constante actividad política y cultural quedó en buena medida reflejada en la variedad de los enfoques que se aprecian en el conjunto de su obra. Hijo de un diplomático de Potosí, ejerció también la diplomacia como embajador en Estados Unidos y Brasil y como representante de su país ante la Sociedad de Naciones, en Ginebra, además de ser más tarde ministro de Relaciones Exteriores.
Sus largas estancias en Tucumán (Argentina) le llevaron a ocupar una cátedra en la Universidad Nacional, donde fundó la Revista de Letras y Ciencias Sociales que pronto adquirió un merecido prestigio. Durante más de veinte años se dedicó a la docencia en tierras argentinas, donde finalmente falleció, aunque sus restos fueron trasladados a Potosí, ciudad en la que se encuentra enterrado.
Político activo y escritor consumado, su obra pedagógica Curso de historia de la literatura castellana y su producción ensayística, como Psicología del genio, no alcanzaron no obstante el esplendor de su poesía. Se le ha considerado uno de los cuatro "delfines" de R. Darío junto a L. Lugones, J. Herrera y Reissig y A. Nervo, a quien conoció en Buenos Aires y con el que fundó la Revista de América (1894), además de entablar una fructífera amistad por la cual participaron ambos en las actividades del Ateneo y colaboraron en el quehacer periodístico en el diario La Nación, también en Argentina.
El llamado "príncipe de los poetas bolivianos", sorprendió a la crítica con su libro Castalia bárbara (1899), de temática insólita: el conflicto entre el mundo pagano y los valores cristianos, en el que el mundo antiguo está caracterizado por la violencia y la visión cristiana conlleva la sumisión y el amor. Se ha dicho que se inspiró en los Poémes barbares de L. de LIsle para reconstruir la cosmología de los mitos escandinavos, pero en todo caso demostró ser un excelente forjador de ritmos de articulación cambiante y poderosa, con una orquestal sonoridad y un magistral dominio de la idea y de la retórica.
En su desarrollo aparecen desde los cisnes de Iduna, la diosa cuyas manzanas restituyen la juventud, hasta las andanzas de Bragi, dios de la poesía, y Thor, el rudo y terrible guerrero que se ofrece en el poema "Aeternum vale", para destruir a la divinidad invasora; sin embargo, aquí el poeta prefirió renunciar a la concreción de la violenta y fallida acción, recreando en su lugar una atmósfera brumosa e ideal. Todo ello expresado con una marcada acentuación europea que demostró la densa variedad de sus conocimientos, desde la estética wagneriana del Tanhauser hasta la poesía de G. Carducci, lo que manifestaba el decantado bagaje intelectual adquirido en sus viajes y actividades políticas y pedagógicas.
En 1917 publicó su segundo y último libro de poesía, Los sueños son vida, en el que abandonó el ámbito germánico y se refugió en un intimismo y paisajismo sentimental, con el que se acercó más a un cierto posmodernismo donde tenían cabida unas reflexiones de carácter más personal, aunque sin abandonar sus singulares elementos fonéticos.
Freyre fue también autor de ensayos sobre teoría literaria como Leyes de la versificación castellana (1912), en el que analizó la búsqueda y el hallazgo de nuevas fórmulas líricas, en una exposición teórica que si bien fue superada por investigaciones posteriores, influyó fuertemente en su momento sobre un numeroso grupo de escritores bolivianos, argentinos e incluso españoles.
Escribió asimismo una obra de investigación: La historia del descubrimiento de Tucumán. Otras títulos emparentados con la crónica fueron: Historia de la Edad Media y de los Tiempos Modernos; La hija del Jefté, y el drama histórico Los conquistadores (1928), obras sin embargo menores en comparación con su lírica. Sus Poesías completas no se editaron hasta 1944.