miércoles, 15 de mayo de 2013

Mis poetas favoritos: JOSÉ HIERRO

José Hierro (Madrid, 1922-2002). Poeta español. Su obra, a la vez intimista y testimonial, es apreciada como uno de los valores más consolidados de la poesía española de posguerra. Cuando aún era muy joven, su familia se trasladó a Santander. Sus versos de juventud aparecieron en diversos medios afines al frente republicano. Acabada la contienda civil sufrió cuatro años de cárcel que marcaron su trayectoria vital y tuvieron fiel reflejo en su producción poética.

En 1942 formó parte del grupo fundador de la revista Proel y en 1947 publicó sus dos primeros libros: Tierra sin nosotros, en el cual describe mediante metáforas otoñales el panorama de un país en ruinas, y Alegría, contrapartida del anterior porque a través de una exaltación vitalista proclama la necesidad de la esperanza, sin abandonar totalmente un cierto tono pesimista y amargo.

Esta visión se convirtió en escepticismo y padecimiento existencial en sus siguientes obras, Con las piedras, con el viento (1950) y Quinta del 42 (1952). La década del cincuenta la consagró a escribir composiciones de mayor calado social, si bien, a diferencia de sus coetáneos, nunca dejó de preocuparse por las cuestiones formales, como puede observarse en Cuanto sé de mí (1957).


En el prólogo a la antología completa de sus poemas, publicada bajo el título Cuanto sé de mí, 1974, el autor distinguió entre dos tipos de composiciones: las "crónicas", que tratan el tema poético de modo directo y narrativo pero con un ritmo y una emoción velados, y las llamadas "alucinaciones", de tono más hermético, en las que se funden el recuerdo y la imaginación, a veces con elementos surrealistas. Entre los dos extremos, el del intimismo y el de la voluntad testimonial, se desarrolla en su poesía una tensión dramática que se manifiesta también en la relación entre tales extremos, si bien las vicisitudes personales se transforman casi siempre en colectivas, dado que el poeta, como hombre sujeto a la temporalidad, comparte con los demás una serie de problemas y, más aún, una época particularmente difícil.

En consecuencia la poesía, ya sea desde el punto de vista personal, ya colectivo, debe constituirse en el instrumento clarificador del mundo. En este sentido, el tiempo se impone como una constante de la poesía de José Hierro: a través de la memoria, el poeta recupera, en su esencia, tópicos como el de la juventud, la amistad, la tierra de Santander, el mar o la naturaleza. La euforia y la dulzura del recuerdo permiten, al superar la frustración del presente, la apertura a la gran pasión por la vida que recorre su obra, en la que participan también la realidad inmediata y el análisis introspectivo.

En cuanto a la forma, Hierro es un poeta que prefiere la expresión austera y simple, que no suele recurrir a metáforas ni utilizar un léxico complejo; en realidad, no cree tanto en la belleza de las palabras como en su "oportunidad", es decir, en su adecuación al entorno poético. Prefiere pues, el uso de vocablos sencillos, incluso cotidianos, pero reforzados en su significado por el contexto poético. En lo que se refiere a la métrica, muestra una gran variedad en un abanico que se abre a diferentes modelos de estrofas, incluido el verso libre.

Sus inquietudes estéticas se manifestaron y culminaron en Libro de las alucinaciones (1964), donde la adjetivación cromática, los elementos mágicos y el cuidado por la imagen tienden a apresar "lo imposible", según afirmación del autor, y rompen definitivamente con las categorías espaciales y temporales para desentrañar los elementos más ocultos del poema. Tras un dilatado silencio publicó Agenda (1991) y Cuaderno de Nueva York (1998), poemario de signo narrativo repleto de ternura y tensión lírica.

Vio reconocida su labor con importantes premios como el Príncipe de Asturias (1981) y el Cervantes (1999).

Otros importantes galardones fueron: Premio Adonais 1947, Premio Nacional de Literatura 1953, Premio Nacional de la Crítica 1957, Premio March de Poesía en 1959, Premio Nacional de las Letras Españolas en 1990, Premio Reina Sofía 1995, Premio Europeo de Literatura Aristeión 1999, Doctor Honoris Causa de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo 1995, Miembro de la Real Academia de la Lengua desde 1999. En 2002 fue nombrado "Doctor Honoris causa" por la Universidad de Turín. En 2002 el Ayuntamiento de Madrid le concedió la Medalla de Oro de la ciudad.

Falleció en su Madrid natal, el 21 de diciembre de 2002.