- se dijo la hoja -,
la lozanía del agua
me henchía la entraña vegetal.
Se hendían en mis poros
las esporas de la primavera,
y un multitudinario arco iris
expandía su cromática cola de pavo real.
Verde fui,
mas amarillearon mis días,
se tornaron ocres en el sembradío acre
donde nada crece.
Lo que ayer fue feraz hoy es feroz,
feroces las hambres
del tiempo vivido,
feroces los llantos por el infortunio.
Ya nunca más verde,
ya nunca hidratada de núbiles horas,
ahora la tierra labra un solo surco:
caigo en él,
soy hoja vencida,
mustia, marchita, agostada;
no puede mi tallo
sostenerme erguida,
no puede el orgullo comprar
la ignominia de verme sometida
al tiempo y su medida.
Mayte Dalianegra.
Pintura: "Hojas de otoño", Teresa Lapayese Puebla.