Baila el mar en el cuenco
profundo de la tierra.
Gimen todas sus olas los naufragios
de pendencieros barcos que viran hacia nunca.
Caen rotos los cuerpos, bramando astillas térreas...
Yo estaba en un naufragio
y a jirones de seda mis caricias
iban rotas a dar al fuego del invierno.
Cuando mi mano era un áncora de herrumbre
buscando en derredor otra lujuria
vi pasar esa sombra, el lento marinero que arrastraba
tu rostro, el mascarón
de madera encendida. Se extinguiera
de mi forma ese miedo a no ser nada.
Baila lenta la mar
y en el centro una hoguera. Hay una nota
de piano que suena,
se repite en el cielo como un astro
que huyese de la luz hacia el sonido.
Yo dejé el infinito para amarte.
Dolors Alberola.
Pintura: "Isla de arran" (1883), John Brett.
profundo de la tierra.
Gimen todas sus olas los naufragios
de pendencieros barcos que viran hacia nunca.
Caen rotos los cuerpos, bramando astillas térreas...
Yo estaba en un naufragio
y a jirones de seda mis caricias
iban rotas a dar al fuego del invierno.
Cuando mi mano era un áncora de herrumbre
buscando en derredor otra lujuria
vi pasar esa sombra, el lento marinero que arrastraba
tu rostro, el mascarón
de madera encendida. Se extinguiera
de mi forma ese miedo a no ser nada.
Baila lenta la mar
y en el centro una hoguera. Hay una nota
de piano que suena,
se repite en el cielo como un astro
que huyese de la luz hacia el sonido.
Yo dejé el infinito para amarte.
Dolors Alberola.
Pintura: "Isla de arran" (1883), John Brett.