Tu nombre, como el de un dios poderoso,
alzo a lo celestial de las estrellas,
que atraviesan veloces, cual centellas,
un firmamento de orden riguroso.
Tu efigie, de contorno voluptuoso,
que exhibes sin dejar apenas huellas,
es adorada por cuantas doncellas
se acercan con afán libidinoso.
Te amaré, lujuriosa, con deseo,
mientras sean eternos los eones,
llevando esta pasión al apogeo
Te colmaré de cuantas atenciones
anheles para ser, sin parpadeo,
mi empeño les pondré, mis ilusiones.
alzo a lo celestial de las estrellas,
que atraviesan veloces, cual centellas,
un firmamento de orden riguroso.
Tu efigie, de contorno voluptuoso,
que exhibes sin dejar apenas huellas,
es adorada por cuantas doncellas
se acercan con afán libidinoso.
Te amaré, lujuriosa, con deseo,
mientras sean eternos los eones,
llevando esta pasión al apogeo
Te colmaré de cuantas atenciones
anheles para ser, sin parpadeo,
mi empeño les pondré, mis ilusiones.
Mayte Dalianegra.
Dibujo: “Desnudo masculino”, 2001, Elia Verano.