Avejentada fibra color crema, clavo la tela contra la madera, la piel se arruga, se fricciona, se vuelve fina, transparenta la opacidad de una rodilla, dos, magras carnes inclinadas, nunca perdonadas, partes incrustadas en la constante reverencia hacia.
Culposa intersección.
Complacerse con el fru-fru de una conciencia que no arde sino exhala: tibios rumores, olores leves, piel.
Los pequeños deseos, los deseítos, las humildes fantasías, los sueños apenas recordados, la alta idea de esas pequeñas cosas que la acontecían, su mundito casi mudito, cúmulo jironeado de memoria, para acá, para allá, mientras algo seguía tratando de prenderse, se refractaba en diferentes escenas, le daba el cariz levísimo.
A lo largo esas tiras finas de carne, de ahí en más, uno podía deslizarse mirando el error, poro por poro. La diestra matemática que lo argumentaba ahí.
Susana Cerdá.
Pintura: "En el jardín", Vittorio Mateo Corcos.
Culposa intersección.
Complacerse con el fru-fru de una conciencia que no arde sino exhala: tibios rumores, olores leves, piel.
Los pequeños deseos, los deseítos, las humildes fantasías, los sueños apenas recordados, la alta idea de esas pequeñas cosas que la acontecían, su mundito casi mudito, cúmulo jironeado de memoria, para acá, para allá, mientras algo seguía tratando de prenderse, se refractaba en diferentes escenas, le daba el cariz levísimo.
A lo largo esas tiras finas de carne, de ahí en más, uno podía deslizarse mirando el error, poro por poro. La diestra matemática que lo argumentaba ahí.
Susana Cerdá.
Pintura: "En el jardín", Vittorio Mateo Corcos.