Tú, que eres silencio
cuando vuelan mis palabras
—palomas de alas verbales—,
tú, que eres incensario
exhalando nubes balsámicas
—sigiloso vapor,
gas reposado en alquitara
de solsticios y equinoccios—,
tú, que quiebras espejos de soledades
y adivinas en mis poros
la huella de los misterios,
tú, que me habitas,
que me tomas el corazón
para alojar el germen de la esperanza,
no abandones el tejido de mi ser
a la glotonería de buitres y chacales,
no permitas que mis manos yazcan yermas
sin flores para ofrendarte,
ni mis labios se deserticen
de cantos para ofrecerte,
pues soy savia y saliva,
manantial fresco
donde calmar tu sed,
donde colmar tu paz.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "Primavera", Franz Xaver Winterhalter (1805-1873)