Antes de ti
libraba una guerra
con el nacimiento de cada alborada.
Llegaste
y aún portaba el yelmo mi testa,
aún mi mano asía el gladio,
aún mi boca profería marcial clamor.
Era amazona herida,
ya no podía mi brazo tensar el arco,
ya vacía se hallaba mi aljaba
de saetas y venablos.
Aquél que me desarmaba
con su altanera arrogancia,
araba de sal mi tierra
como si fuera Cartago.
Mas llegaste
(¡oh lenitivo bálsamo!)
y para mis heridas fuiste candado,
dócil cerrojo forjado en mieles.
Antes de ti
era amazona herida.
Llegaste
y me pertrechaste
de irisadas y lumínicas auroras boreales,
llegaste
y mi otrora escudo guerrero,
ostenta la refulgente faz del sol naciente.
libraba una guerra
con el nacimiento de cada alborada.
Llegaste
y aún portaba el yelmo mi testa,
aún mi mano asía el gladio,
aún mi boca profería marcial clamor.
Era amazona herida,
ya no podía mi brazo tensar el arco,
ya vacía se hallaba mi aljaba
de saetas y venablos.
Aquél que me desarmaba
con su altanera arrogancia,
araba de sal mi tierra
como si fuera Cartago.
Mas llegaste
(¡oh lenitivo bálsamo!)
y para mis heridas fuiste candado,
dócil cerrojo forjado en mieles.
Antes de ti
era amazona herida.
Llegaste
y me pertrechaste
de irisadas y lumínicas auroras boreales,
llegaste
y mi otrora escudo guerrero,
ostenta la refulgente faz del sol naciente.
Mayte Dalianegra.
Pintura: "Amazona herida" (1903), Franz von Stuck.