Francisco Luis Bernárdez, (Buenos Aires, 1900-1978) Poeta argentino de inspiración cristiana, vinculado inicialmente a las vanguardias españolas, viajero incansable y portaestandarte lírico de la catolicidad. Vivió en España y Portugal de 1920 a 1925, y sufrió el contagio del ultraísmo, del que se fue librando en rápida evolución hacia formas místicas de fondo clásico. En su primer libro, Orto (1922), prevalece el tono modernista; el ultraísmo campea en Bazar (1922) y Kindergarten (1924) para comenzar a diluirse en Alcándara (1925), donde surge ya con vigor el poeta católico de un barroquismo conceptuoso y original.
Ya en esta trayectoria, publica en 1935 El buque, galardonado con el Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires; sigue con Cielo de tierra (1937) y con La ciudad sin Laura (1938), de temas de amor y métrica formal. Y alcanza su plenitud lírica con sus libros Poemas elementales (1942) y Poemas de carne y hueso (1943), obras por las que se le concedió el Premio Nacional de Poesía en 1944.
El resto de su obra es una prolongación de esta plenitud lírica, con los excesos retóricos y la dureza escolástica que empobrecen a veces su poesía: El ruiseñor (1945), Las estrellas (1947), El Ángel de la Guarda (1949), Poemas Nacionales (1949), La flor (1951) y El arca (1954). Sus versiones de los himnos del Breviario Romano y sus trabajos en prosa, casi todos verdaderamente poemáticos, completan la obra de este notable escritor argentino, que fue director general de Cultura Intelectual (1944) y director general de Bibliotecas Públicas Municipales (1944-1950) en su país.
Ya en esta trayectoria, publica en 1935 El buque, galardonado con el Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires; sigue con Cielo de tierra (1937) y con La ciudad sin Laura (1938), de temas de amor y métrica formal. Y alcanza su plenitud lírica con sus libros Poemas elementales (1942) y Poemas de carne y hueso (1943), obras por las que se le concedió el Premio Nacional de Poesía en 1944.
El resto de su obra es una prolongación de esta plenitud lírica, con los excesos retóricos y la dureza escolástica que empobrecen a veces su poesía: El ruiseñor (1945), Las estrellas (1947), El Ángel de la Guarda (1949), Poemas Nacionales (1949), La flor (1951) y El arca (1954). Sus versiones de los himnos del Breviario Romano y sus trabajos en prosa, casi todos verdaderamente poemáticos, completan la obra de este notable escritor argentino, que fue director general de Cultura Intelectual (1944) y director general de Bibliotecas Públicas Municipales (1944-1950) en su país.