Tiernamente, la joven mujer de cabello rojizo,
conmovida ante tanta inocencia,
le dijo a la rubia muchacha
estas palabras en suave voz.
"Savia que se eleva; flores que se abren,
tu juventud es una glorieta,
permite a mis dedos vagar por la hierba
donde se estremece el capullo de la rosa.
Déjame, por entre el herbaje puro,
beber las gotas del rocío
que humedece a la tierna rosa.
le dijo a la rubia muchacha
estas palabras en suave voz.
"Savia que se eleva; flores que se abren,
tu juventud es una glorieta,
permite a mis dedos vagar por la hierba
donde se estremece el capullo de la rosa.
Déjame, por entre el herbaje puro,
beber las gotas del rocío
que humedece a la tierna rosa.
De modo que el placer, mi cariño,
avive tu rostro
como el amanecer el azul del cielo.
Su adorado cuerpo bello, armonioso,
perfumado, blanco como el blanco
rosa, emblanquecido con pura leche, rosado
como un lirio bajo un cielo púrpura.
Bellos los muslos, enhiestos los pechos,
tu espalda, hombros, vientre, un banquete
para los ojos y para las curiosas manos,
para los labios y todos los sentidos.
Pequeña niña, deja ver si tu lecho
tiene aún debajo de la roja cortina,
la hermosa almohada que lleva
y las salvajes sábanas, oh, a tu lecho".
Paul Verlaine.
Pintura: "Pearls of Aphrodite", ("Las perlas de Afrodita"), 1907, Herbert Draper.
Paul Verlaine.
Pintura: "Pearls of Aphrodite", ("Las perlas de Afrodita"), 1907, Herbert Draper.