Todavía me resulta un misterio
que te haya querido tanto.
Todavía me pregunto
si en la hora en que tus ojos
se cruzaron con los míos,
pasó un duende,
o si en aquella cerveza que tomaba
mientras tú saboreabas un café,
algún nigromante o hechicero
vertió líquido, polvos o a saber qué.
Porque nada explica,
ni la lógica encuentra fundamento
al porqué de esta incógnita irresoluble,
al porqué de algo sin justificación.
Todavía me pregunto
si en el tiempo que me reste de existencia
descubriré la respuesta
a esta cuestión, o si vagaré, mortificada,
lastrando la plegaria de que alguien
a este enigma le halle la solución.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: "Circe envidiosa" (1892), John William Waterhouse