Tornasolando el flanco a su sinuoso
paso, va el tigre, suave como un verso,
y la ferocidad pule cual terso
topacio el ojo seco y vigoroso.
Y despereza el músculo alevoso
de los ijares, lánguido y perverso,
y se recuesta lento en el disperso
otoño de las hojas... el reposo.
El reposo en la selva silenciosa,
la testa chata entre las garras finas,
y el ojo fijo, impávido custodio,
espía, mientras bate con nerviosa
cola el haz de férulas vecinas
en reprimido acecho... así es mi odio.
paso, va el tigre, suave como un verso,
y la ferocidad pule cual terso
topacio el ojo seco y vigoroso.
Y despereza el músculo alevoso
de los ijares, lánguido y perverso,
y se recuesta lento en el disperso
otoño de las hojas... el reposo.
El reposo en la selva silenciosa,
la testa chata entre las garras finas,
y el ojo fijo, impávido custodio,
espía, mientras bate con nerviosa
cola el haz de férulas vecinas
en reprimido acecho... así es mi odio.
Enrique Banchs.
Pintura de Valeria Kulikova Vladimirovna.